España
Manuel Funes Robert (15/1/2013)artur-mas-y-jordi-pujol
Hace ya varios meses comentábamos la paradoja de que Artur Mas, por el hecho de convocar un referéndum por la independencia de Cataluña actúa ya de facto como si la hubiera conseguido, puesto que se salta la legalidad vigente. Ahora desearía invitar a mis lectores a una reflexión.

Cuando Pascual Maragall presentó el Estatut a mediados de la década pasada, lo hizo como mandato y demanda del tantas veces invocado pueblo catalán, me preguntaron mi opinión al respecto. Mi respuesta fue: «Se trata de una operación financiera de la patronal barcelonesa, en connivencia con la clase política nacionalista catalana». Perseguía sin embargo, en palabras del otrora alcalde de Barcelona, terminar con las tensiones sempiternas entre Cataluña y el resto de España. Como suele ocurrir, y cada vez con más intensidad, las voluntades de los políticos no van en paralelo con el verdadero sentimiento del pueblo. Con la tormenta política que supuso aquella maniobra -y el cansancio del resto de España-

cuando se sometió a referéndum, este proyecto no interesó a la mitad del pueblo representado: abstención del 50,58%. Si a estos sumamos los votos negativos y los nulos (26%) obtendremos una imagen de la verdadera representatividad de la clase política y sus propuestas, especialmente en Cataluña por su paroxismo permanente, y su capacidad para inventar problemas que oculten los que verdaderamente preocupan a la población que dicen representar.

El estatut, según Maragall, acababa con el «victimismo catalán». En vano. La sentencia del Constitucional como excusa, o cualquier otra, lleva al nacionalista a inventarse escenarios que tensen su relación con Madrid, escenario en el que se mueven como pez en el agua.

Las elecciones de noviembre pasado no cambiaron demasiado la relación entre la población y los políticos nacionalistas, ya desprovistos de caretas; también de proyecto definido (independencia pero liga de futbol española, estaremos fuera -o dentro- de la OTAN, dentro de la UE, o no) pero si con elevación de tensión: invasión del ejército español, vuelos rasantes de cazas del ejercito (sic).  Unir al pueblo catalán detrás de un concepto -independencia- confuso y nebuloso que ni ellos han sido capaces de explicar en Europa. Recordemos al respecto la confusa rueda de prensa que concedió Más en Bruselas ante la prensa internacional y las absurdas declaraciones que durante la campaña electoral hizo su portavoz Homs.

Lo preocupante es que si analizamos el resultado de las elecciones pasadas y sumamos la abstención (30,44%), votos del PP (13%), C’s (8%), PSC, que se manifiesta contrario a la independencia, (14 %), obtendremos que porcentaje -minoritario- de población en Cataluña es partidaria de la independencia, que según Mas le pide pasos en esa dirección.