España
Manuel Funes Robert (4/11/2013)Transplantes
El diario vasco DEIA, publicaba ayer la noticia «DENUNCIAN INTERESES OCULTOS DE LA ORGANIZACION NACIONAL DE TRANSPLANTES EN LA DONACION DE MEDULA OSEA».

Mis lectores conocen mi inquietud y denuncia contra las prácticas de esta organización  aparentemente desinteresadas y mi cuestionamiento moral contra esta práctica en la que si analizamos su contenido en profundidad las dudas nos pueden llevar a reconsiderar y a trasladarla al terreno de la maldad. Y esta maldad parte de la maquinaria propagandística que esta poderosa organización emplea para destacar el orgullo al ser España el primer país desde hace décadas en trasplantes, práctica que yo acerco más al tráfico de órganos.

Al abordar el asunto de los trasplantes pensamos en el bien que se le hace al receptor y en las vidas que se salvan con los mismos. Esto nos hace que no nos detengamos en el daño que se le puede infligir al donante, que para mayor gravedad y por razones obvias, no puede defenderse. Bueno es, pues, que repasemos de nuevo nuestros argumentos en contra de los mismos.

Es sabido que para que se den las condiciones que permitan la extracción de órganos se cuenta con poco tiempo. Aquí existe el terrible choque entre la comprobación de la muerte del donante que permitiría la extracción y el paso anterior, en el que a pesar de la preceptiva prueba de los dos encefalogramas planos, ningún galeno se atrevería a certificar la muerte, pero a la que se apela como inexorable para poder permitir la extracción. Pero este requisito no está sujeto a intervención judicial alguna, puede realizarse o no, puede interpretarse bien o mal el resultado de los encefalogramas. Frontera difusa y nunca dilucidada, que por las consecuencias, físicas, e insisto, morales, deberían aterrarnos en vez de enorgullecernos como esta asociación pretende que hagamos. Como agravante a la ya de por si siniestra situación tenemos al familiar que debe autorizar la extracción en el peor momento para decidir con frialdad.

A mayor abundamiento, la Ley Registro Civil sólo permite los enterramientos “tras ser manifiestos los indicios de descomposición”. Ocurre empero que cuando tales indicios se dan, el trasplante se convierte en inútil. Se hace preciso, “puentear la ley”, buscando un diagnóstico que no exija dicho rigor. Por ello el trasplante se realiza en la totalidad de los casos manteniendo la respiración asistida, con lo cual la “operación” se hace sobre una persona aparentemente viva.

Algo de esto se sabe en el Vaticano cuando el cardenal Ratzinger clamó contra “la manipulación de los cadáveres calientes” a fines de 1993. El altruismo y la caridad deben aplicarse en primer lugar al enfermo en coma cuya reversibilidad es siempre imprevisible y misteriosa.


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