El rey Juan Carlos sufre depresiones
El rey Juan Carlos sufre depresiones

España
espacioseuropeos (29/4/2015)
Un político que trabajó cerca de él durante años: el rey cree que “van a por mí”.

 “Llama a mis hijos una vez a la semana, pero las cosas terminan, se va haciendo mayor”. El libro “Final de partida” de Ana Romero revela las interioridades del hombre que durante casi 40 años acumuló el mayor poder político de España como Jefe de Estado. Y lo hace por boca de su mayor confidente: su amante Corinna (CSW). Ella misma se lo confesó a Bob Colacello, periodista de la edición americana de Vanity Fair: “Después de hablar con Colacello en Madrid, yo misma puse en contacto al legendario periodista americano con CSW en Londres. Entre ambos pareció haber un entendimiento inmediato: en tres ocasiones ya han posado juntos el veterano cronista social y la consultora global para la revista: en Buckingham Palace, en junio de 2013, y los desfiles de la New York Fashion Week, en 2013 y 2014”, señala la autora. 

 “Colacello escribió en septiembre de 2013 un largo artículo titulado «Rey y controversia» en el que hacía un repaso a los problemáticos últimos años del monarca, y en donde recogía la siguiente declaración de CSW: «Sí, somos amigos íntimos. Alguna gente no entiende que pueden pasar cosas en un determinado momento y que terminan, aunque la amistad no termine. Ahora es un caballero que se va haciendo mayor y que lucha por su salud y creo que necesita todo el apoyo posible… La gente espera que pase algo grande de una manera u otra. Pero no va a pasar nada, a excepción de que él no puede irse de caza y yo no puedo ir a España. Él se mantiene en contacto. Llama a mis hijos una vez a la semana para saber qué tal les va. Se comporta como usted y yo lo haríamos con un amigo”, apunta Ana Romero en su libro.

Y es entonces cuando alguien le confirma los vaivenes psicológicos del rey: “Para un político que trabajó cerca de él durante años, «cancelar el viaje de Abu Dabi fue un error, porque fue cuando el rey dijo: “Van a por mí”. Desde entonces, y hasta finales de marzo, sufrió una gran presión para que abdicara. Se sentía completamente solo y entró en depresión. Le obligaron a que dejara de verse con CSW, se operó otra vez y tenía mucho miedo». La celeridad y la seriedad con la que se canceló el viaje a Abu Dabi —el embajador de España allí, Eugenio Salarich, lo supo menos de veinticuatro horas antes— le dejó «noqueado» de una manera especial, según fuentes de su entorno, que añaden: «Es un manipulador nato: le dice a todo el mundo lo que quiere oír en cada momento, incluido a su hijo».

“Para otros, sin embargo, por primera vez en mucho tiempo, la Casa del Rey y el Ejecutivo actuaron con decisión, como debían haberlo hecho durante los últimos treinta y ocho años: la presencia de CSW en Abu Dabi para acudir junto al monarca al Energy Summit era una potencial muesca en el «desprestigio institucional» que estaba sufriendo España. Más de un día en esa espantosa primavera, un alto cargo del Gobierno recibió a un rey exasperado en su casa, a horas intempestivas, sin tener con quién hablar o a dónde ir. La mujer de este fiel servidor del Estado, alertada sobre la presencia de una visita destacada, ha visto más de una película en el cine a solas esperando a que el desdichado monarca abandonara su casa y ella pudiera volver sin importunarlo” revela el libro.

Y añade: “Es difícil saber con exactitud lo que él sentía y quería en esos momentos porque las descripciones nos llegan a través de segundas personas. Pero de los testimonios de los que lo trataron en esos meses se desprende la imagen de un hombre que se echó en brazos del único apoyo que tenía en ese momento: CSW. Ella era su único objeto de consuelo y de cariño. Pero para la mayor parte de su entorno, su pareja no era más que «una manipuladora que se aprovechaba de su débil estado para sacarle todo lo que quería». «Now that I know what it is to be with somebody, I’m going to suffer solitude», «Ahora que sé lo que es estar con alguien, voy a sufrir de soledad», le dijo el rey a CSW. Ella, en respuesta a este enamoramiento supuestamente único en la vida del monarca, respondió con insistentes llamadas interesándose «por sus molestias, reconfortándolo, preguntándole si se había tomado las medicinas, cómo había pasado el día. Le daba pena que nadie lo hiciera, que nadie se estuviera ocupando del hombre detrás del rey». «Él estaba aterrorizado: por su mala salud, por el futuro. Ella lo consolaba y le insistía en que no debía tirar la toalla. Le recordaba que él era el rey, que solo él debía decidir».

Bob Colacello y Corinna
Bob Colacello y Corinna

Y Ana Romero concluye: “A su alrededor, en un perfecto cuadro shakespeariano, las clases informadas destacaban tres problemas, los tres con nombre de mujer y las tres a la defensiva. El primero, el de la princesa de Asturias, quien después de «unos años muy buenos, tras tener a las niñas, se torció. Considera que tiene que protegerse frente a una familia disfuncional». El segundo, el de la infanta Cristina, «cuya soberbia le impide dar el paso —la renuncia a los derechos dinásticos— que aligeraría la carga que lleva el rey». Y el tercero, el de CSW, que «tiene mucha influencia sobre el monarca incluso en la lejanía. Aunque ya no tiene dependencia física hacia ella, sí la tiene psicológica». No hay un cuarto nombre femenino, el de doña Sofía, «porque ella lo único que quiere es que su hijo reine. Nada más, y nada menos».

“Independiente y atractiva, CSW se sobrepuso en unos meses al acoso mediático. Acostumbrada a tener una enorme dosis de influencia sobre la vida en Zarzuela, la negativa de los hombres de gris a ayudarla acabó provocando más problemas de los que quisieron evitar. Pasado el tiempo, acabada la relación sentimental con Juan Carlos I, ella lo vio así: «When I first stepped into the limelight it was great, but then I got burnt», «Al principio, cuando me puse en el candelero, fue fantástico, pero después me quemé». CSW se salió con la suya. El 16 de octubre de 2013, ocho meses después de aquella inocente llamada que yo hice, el juez Castro rechazó imputarla. Pero a esas alturas, su irrupción pública ya había hecho un daño irreparable a la imagen del rey”, recuerda la periodista española autora de este “best seller”.

Fuente: Espía en el Congreso.