Cristina Elisabet Kirchner (Foto La nación).

Argentina
Alberto Buela (25/10/2017)
Contrariamente a lo que comúnmente se piensa el peronismo en su conjunto tiene, una veintena de buenos pensadores, al menos por lo que nosotros conocemos. Y esta veintena, antes ya de la derrota de CFK en las presidenciales de octubre de 2015, viene exigiendo según su formación,  una reforma o reestructuración o restauración o recreación del peronismo.

Ahora tras la derrota en octubre de 2017 los pedidos se han multiplicado pero las autoridades del PJ no dan señales de vida.

El problema que se plantea es que todas las solicitudes son del tipo, de lo que denominamos hace ya muchos años: la monserga peroniana. Esto es, se pide la reforma, recreación o reorganización a partir de las frases hechas: para un peronista no hay nada mejor que otro peronista; mejor que decir es hacer; primero la patria, luego el movimiento y por último los hombres; cada peronista lleva en su mochila el bastón de mariscal, y así por el estilo todo.

Cuando la reestructuración del peronismo debe hacerse y pedirse a dos niveles: 1) a nivel político, fijando claramente el enemigo, pues la distinción política fundamental es entre amigo y enemigo, así como en estética es entre lo bello y lo feo o en ética entre lo bueno y lo malo. Si no se hace eso caemos en el error gravísimo de un Randazzo o un Massa que perdieron a lo perro porque no fijaron el enemigo. Así para Randazzo fueron Massa, Macri y Cristina, es decir, fueron todos y no fue ninguno, porque lo que es de todos no es de nadie.

Esto de fijar en forma clara y distinta el enemigo es rechazado por muchos de esta veintena de buenos pensadores que tiene el peronismo, pero que le vamos hacer, la vida es dura. Y si no lo hacemos estamos fritos.

El segundo aspecto a nivel político consiste en sacarse de encima al kirchnerismo, que es algo así como el zorro en el gallinero del peronismo. Le está matando todas las gallinas. El kirchnerismo es el gran responsable de las dos últimas derrotas electorales del peronismo. Hay que rajarle como el perro a la cebolla. Ningún trato es posible. Está requeteprobada su influencia nefasta dentro del peronismo. No solo por el extrañamiento ideológico que produjo, portavoz de un progresismo socialdemócrata, sino porque le hizo y le seguirá haciendo el juego a Macri.

2) a nivel de reforma política partidaria hay que convocar, primero a una reafiliación nacional lo más amplia posible (eso lo puede hacer el apoderado). Luego, con los padrones actualizados y debidamente controlados llamar a elecciones directas a congresales nacionales y finalmente a un congreso nacional del  PJ para elegir nuevas autoridades. Y ahí, finalmente, hay que rogarle a Dios que no salgan dirigentes ladrones y entreguistas como los últimos que hemos tenido. Como dice buen historiador rosarino Pablo Yurman: Tras la traición de Menem (la entrega material de la Nación) y los K (la entrega espiritual de nuestro Pueblo) quiera Dios que la tercera conducción sea la que logre una síntesis del genuino peronismo, de cara al siglo XXI.

El gran triunfador ha sido Uñac, el gobernador de San Juan, pero al hombre no le da el pinned, no le alcanza su fuerza para convocar por sí.