España/Marruecos
Luis de la Cal (13/8/2018)
Martes 19 de junio. La presidenta del Congreso de los Diputados, Ana Pastor, se pone en pie para preguntar a Mohamed Chaib Akhdim si jura o promete acatar la Constitución. Desde lo alto del hemiciclo, en el asiento 4.201, el nuevo diputado socialista por Barcelona, autoproclamado «hijo de la inmigración marroquí en Cataluña», promete su cargo en sustitución de la ministra Meritxell Batet, a quien Pedro Sánchez ha pedido que renuncie a su acta para dedicarse en exclusiva a dirigir el Ministerio de Política Territorial y Función Pública. A 974 kilómetros de la Carrera de San Jerónimo, en las entrañas de la capital del Majzén (el Estado marroquí), hay quien se frota las manos con este nombramiento. «Ya tenemos a alguien que vigilará y velará por nuestros intereses desde dentro. Porque, aunque tenga pasaporte español, nunca dejará de ser marroquí».
Un ex diplomático del reino alauí cuenta que ellos definen a Chaib como «honorable corresponsal». «Marruecos y Cataluña han montado desde la época de Jordi Pujol una trama de intereses comunes, con muchos personajes que hacen de intermediarios e informadores a la vez, como es el caso de Chaib, que ahora ejerce de diputado en el Congreso». Un ex alto cargo del Centro Nacional de Inteligencia (CNI) sigue la misma línea y añade que el político siempre ha mantenido «estrechos vínculos con la DGST (servicios secretos marroquíes) a través de los consulados de Marruecos en Cataluña». Aunque desde el CNI, oficialmente, lo desmienten: «El CNI, como autoridad nacional de contrainteligencia, niega la vinculación del señor Mohamed Chaib con ningún servicio secreto extranjero».
El protagonista de esta historia es un farmacéutico que nació en Tánger (1962) pero que arribó a Cataluña con tan sólo cuatro años. Un hombre con carné del Partido Socialista de Cataluña (PSC) desde 1995 al que cada vez más personas acusan de tener diferentes caras. Ha instalado laboratorios farmacéuticos por toda España, ha sido el rostro y la voz de la comunidad marroquí en Cataluña (292.000 emigrantes) a través de su Fundación Ibn Battuta y ha puesto en pie numerosas asociaciones vinculadas al mundo árabe. También ha ocupado durante siete años (2003-2010) un asiento en el Parlament al mismo tiempo que pertenecía del Alto Consejo de la Comunidad Marroquí en el Extranjero, una institución consultiva creada en 2007 con el objetivo de integrar a la inmigración marroquí y formada por 37 miembros nombrados directamente por el rey Mohamed VI.
«Sólo el rey puede quitarle»
«Dimití hace unos meses. El Consejo hace tiempo que no tiene ninguna actividad», asegura Chaib en una entrevista telefónica con Crónica. Para Latifa Hassani, periodista y activista por la integración de la comunidad marroquí en Cataluña, lo que dice el diputado es mentira. «Los miembros del Consejo son nombrados por un dahir, un decreto real, y sólo Mohamed VI puede quitarlos de su puesto. No se aceptan dimisiones. Es un organismo que tiene un presupuesto inmenso que viene desde Rabat como proyecto propagandístico de Marruecos», defiende Hassani. La misma conclusión la mantienen muchos marroquíes que forman parte de asociaciones en Cataluña. «Chaib es el representante oficial del régimen marroquí. Ese puesto en el Consejo, al ser nombrado por el rey, tiene carácter de ministro», asegura Rachid Ali, director del diario digital Infotalqual, que ha trabajado con el diputado en la Fundación Ibn Battuta.
Hace 18 años comenzó en Barcelona la llamada operación Chaib, apadrinada por los socialistas José Ignacio Urenda y Anna Terrón. En vísperas de las elecciones autonómicas, ellos fueron quienes aconsejaron al candidato a la presidencia de la Generalitat Pasqual Maragall que incluyera en su lista a un inmigrante magrebí para ganarse el voto de esa comunidad, que no paraba de crecer en Cataluña. En 2003 Chaib, que también estaba «apadrinado» por un popular político y diplomático marroquí, Youssef Amrani, se convertiría en el primer diputado de origen musulmán en el Parlament en los días en que Maragall formaría el primer Gobierno tripartito. «Aquí siempre se ha dicho que es espía y el hombre del rey en Cataluña, pero no tengo ninguna prueba», cuenta un ex parlamentario catalán.
Alami Susi, fundador y presidente de la Asociación Amigos del Pueblo Marroquí, afirma que en la época de Maragall, Marruecos estaba presionando al PSOE para que un musulmán entrara en las listas para el Parlament. «Este señor se autoproclama líder de los marroquíes pero casi todas las asociaciones están en su contra. Conocemos su vinculación directa con Marruecos», confiesa Alami. «Desde el entorno del PSOE me han llamado para que no hablase, para que no echase leña al fuego. Dicen que estaban obligados a meterlo en el Congreso porque era el número siguiente en la lista por Barcelona, pero que en las próximas elecciones no iba a estar».
Alami cuenta que antes de las elecciones generales de 2016 el cónsul general de Barcelona, Yasser Faris, le presionó directamente para votar al PSOE y que saliese de diputado Chaib, al que los socialistas habían recuperado como número 6 en las listas Meritxell Batet. Finalmente no consiguió el escaño, que fue a parar a José Manuel Villegas de Ciudadanos. «En el Consulado me acorralaron diciéndome que tenía que ayudar a Chaib. Y eso hicieron con muchos marroquíes que presidíamos asociaciones o que teníamos cierta influencia en la comunidad. Yo les acusé de injerencia en asuntos internos por parte de Marruecos», asegura Alami. «Después, cuando estaba esperando a que mis hijos saliesen del colegio, dos hombres que no se identificaron se me acercaron y me amenazaron de muerte si no hacía campaña por la candidatura. Lo denuncié a la policía».
P.- Señor Chaib, ¿qué relaciones tiene actualmente con Marruecos?
R.- Unas relaciones fluidas, pero desde el punto de vista social y cultural.
P.- Hay algunos marroquíes en Cataluña que le acusan de «espía»…
R.- Eso es falso, no hay ninguna prueba de ello y no soy tan tonto de caer en eso. Yo soy diputado español y defiendo los intereses de España. No escondo nada».
¿Detrás de una expulsión?
Otro ex diplomático marroquí habla de la estrecha relación que había entre Chaib y Nourredine Ziani, el que era presidente de la Unión de Centros Culturales Islámicos de Cataluña hasta que fue deportado a Marruecos en 2013, después de que el CNI le acusara de ser un agente de la inteligencia marroquí (DGED) y de poner en peligro la seguridad nacional. «Al principio eran muy amigos y se reunían mucho con el entonces cónsul general de Barcelona, Ghulam Maichan. Había un proyecto para repartirse la influencia de Marruecos en Cataluña entre estas dos personas. Chaib iba a controlar el ámbito cultural y Ziani el religioso, con la intención de crear una gran federación que no salió como esperaban», cuenta este diplomático retirado. «Chaib empezó a protestar porque Ziani le quitaba protagonismo. Tanto que, desde la Unión de Comunidades Islámicas, dicen que Chaib estuvo detrás de la expulsión de Ziani a Marruecos porque también trabajaba con el CNI».
La realidad es que cada vez hay más voces dentro del movimiento asociativo marroquí en Cataluña que alzan la voz señalando a Chaib como «hombre de Mohamed VI en la política española». Sin embargo, la mayoría accede a hablar con la condición de no desvelar sus nombres por motivos «personales y políticos».
Es el caso de una mujer que ha asistido a varias reuniones del Consejo de la Comunidad Marroquí en el Extranjero. «Yo he denunciado ante este Consejo y al Ministerio Marroquí de Inmigración la estrecha relación de Chaib con Marruecos y sus privilegios. Pero no ha servido de nada. Le siguen pagando los viajes al reino y le invitan todos los años a la Fiesta del Trono en el Palacio Real, a la que siempre se lleva a un séquito de políticos y de miembros de asociaciones para que vean la influencia que tiene», explica esta mujer, que asegura que lleva muchos años investigando al diputado. «A Marruecos le interesa que esté en el Congreso de los Diputados para que les facilite información, sobre todo de los temas relacionados con la autodeterminación del Sáhara Occidental. Le han puesto allí para hacer un lobby con otros diputados españoles y contrarrestar las campañas del Frente Polisario con sus simpatizantes de izquierdas como Podemos».
Otras fuentes de diversas asociaciones de Cataluña describen a Chaib como una persona que ha usado su posición como presidente de una potente fundación y sus relaciones con el consulado marroquí como trampolín para la política y así estrechar sus lazos con los servicios de inteligencia del reino alauí. «Los que no le apoyamos ni hacemos propaganda hemos sufrido un boicot por parte de las instituciones marroquíes que trabajan el tema de la inmigración», aseguran. «Todas las subvenciones de Marruecos en el ámbito cultural pasan por el control de Chaib. Ninguna asociación recibe un euro sin que él dé el visto bueno. Por eso mucha gente le hace la pelota».
En 1994 Chaib fundó la Asociación Ibn Battuta para favorecer la integración de los inmigrantes marroquíes en Cataluña, donde atienden anualmente a unas 16.000 personas entre Barcelona y Madrid. Hace unos años, el hacker Chris Coleman, a quien se relacionó con los servicios secretos franceses, filtró unos documentos del ministerio marroquí competente en inmigración donde aparecía una subvención de 52.000 a la asociación de Chaib en 2010. Meses después, la convertiría en fundación.
«Las subvenciones son para las actividades de la comunidad marroquí, para refuerzo escolar, clases de árabe para niños y actividades de convivencia. Cada año recibimos subvenciones de Marruecos para estas actividades, pero también recibimos dinero del Estado español», defiende el diputado. «No hay nada oscuro detrás y yo no estoy metido en nada que no vaya encaminado a potenciar las relaciones entre ambos países».
Desde Rabat, Mohamed Ziane, abogado y ex ministro marroquí de Derechos Humanos con Hassan II, conoce desde hace años al diputado socialista. «No puedo afirmar ni negar que trabaje para Marruecos. Es verdad que aquí tiene muy buenos contactos. Pero siempre ha velado por el interés de España», asegura. Desde el entorno de Chaib nos hablan de él como un político que ha trabajado toda su vida para estrechar las relaciones entre los dos países, al igual que en su día lo hicieron los ex presidentes Felipe González y José Luis Rodríguez Zapatero, que nunca han escondido su idilio con el reino alauí.
Su infancia en Tánger
Con 12 años Chaib dejó Barcelona y volvió con sus padres a su ciudad natal, Tánger. Al cumplir la mayoría de edad se fue a Granada para estudiar la carrera de Farmacia, que terminaría en la Universidad de Barcelona. Casado y con dos hijos, en su etapa de diputado durante siete años en el Parlament siempre luchó para que el nuevo Estatut otorgara competencias a Cataluña en el ámbito de la inmigración y lograr permisos de residencia a los inmigrantes.
Además, es vocal de la Fundación del Fútbol Club Barcelona y montó dos peñas blaugranas en Tánger y Fez. En el ámbito empresarial, fundó una compañía farmacéutica para montar salas blancas y laboratorios estériles por todo el país. Su empresa la compró Comsa Corporación y fue nombrado director de la oficina en Marruecos. Logró un contrato de 44 millones de euros para montar un sistema de videovigilancia en Casablanca.
«Ganamos un concurso público y ahora estamos montando el mayor laboratorio farmacológico en Marruecos», presume Chaib. Desde Comsa nos dicen que actualmente está en excedencia tras adquirir su condición de diputado, como hizo durante sus años en el Parlament. Pero desde Barcelona sus críticos aseguran que este es uno de los ejemplos de los favores que le hace Marruecos a cambio de sus informaciones. «Es la primera vez que una empresa española gana un concurso de este nivel, normalmente siempre se lo llevan los franceses. Y curiosamente ganan estando Chaib en medio de toda la operación».
Otro de los colectivos que están en contra del nuevo diputado socialista es el de los saharauis. Denuncian que, en el tema de la autodeterminación del Sáhara Occidental, Chaib siempre ha defendido los intereses de Marruecos. Y, como ejemplo, exponen el caso de la activista Aminatu Haidar, que en 2009 hizo una huelga de hambre de 32 días en el aeropuerto de Lanzarote tras ser expulsada de El Aaiún, lo que provocó una crisis política entre Marruecos y España. Entonces Chaib declaró a la agencia oficial de noticias marroquí (MAP) que Haidar ejercía un chantaje para dañar los lazos hispanomarroquíes.
Un año después, Haiar reapareció en Granada en un acto organizado por los colectivos saharauis en defensa de la independencia. «El Consulado marroquí de Barcelona encargó a Chaib organizar junto a otras asociaciones afines una manifestación en Granada contra la activista. Pusieron autocares llenos de marroquíes que vivían en varias ciudades de Europa y les pagaban 300 euros por ir a Granada y sabotear el acto», explican tres marroquíes que viven en Barcelona y que piden no desvelar sus nombres por miedo a represalias. Dos de ellos iban en esos autocares.
«Eso es mentira, yo no tuve nada que ver», defiende el diputado. «Sobre la cuestión del Sáhara mantengo la posición de mi partido y de las Naciones Unidas», añade. «Queremos una solución justa y política».
El papel de Chaib en Cataluña también se empezó a cuestionar después de que su nombre apareciera en los cables filtrados por Wikileaks, que le describían como «un buen conocedor de los musulmanes en España y con estrechos lazos con Marruecos». En los documentos aparece que en 2009 se reunió con el cónsul de Estados Unidos en Barcelona, Greggory Crouch, para alertarle de que había tendencias fundamentalistas y radicales por el importante incremento de inmigrantes musulmanes y por la falta de unidad de la comunidad musulmana. «El radicalismo ha existido y existe. Tenemos que trabajar para erradicarlo. Trabajamos para una comunidad musulmana plenamente integrada en España; ese va a ser mi trabajo en el Congreso», comenta ahora el diputado, al que también acusaron entonces de hacer de enlace entre el PSC y el Gobierno marroquí para acoger a inmigrantes marroquíes en Cataluña a cambio de inversiones.
Un festival de ‘regalo’
El último viaje del diputado a Marruecos fue el pasado 22 de junio, para asistir al 24º Festival de Música Sagrada de Fez, uno de los más prestigiosos del reino, bajo el patrocinio de Mohamed VI y organizado por la asociación Ibn Battuta y la Fondation Esprit (a la que pertenecen familias marroquíes muy poderosas). Chaib ejerce de delegado de este festival en España. «Es un regalo que le han dado desde Marruecos, donde entra mucho dinero, y le sirve para tener influencia y para promocionar una imagen muy abierta de Marruecos en España. Él invita siempre a amigos y compañeros de partido», explica una periodista marroquí de Casablanca, que añade que el diputado es asiduo a la Fiesta del Trono (30 de julio) y que en realidad hace años que «rindió pleitesía a Mohamed VI en un besamanos». El político del PSC lo desmiente rotundamente.
Al preguntarle a la periodista por alguna imagen que demuestre su testimonio, ella asegura que lleva tiempo investigando a Mohamed Chaib pero que han borrado muchos de sus datos, imágenes e informaciones que circulaban por la Red. Después de consultar a varias empresas españolas dedicadas al denominado derecho al olvido y al borrado de datos, una de ellas -que reconoce que ha trabajado con ese nombre- asegura que hay un 99% de posibilidades de que se haya hecho lo que llaman «limpieza de reputación excelente» del perfil en internet de Mohamed Chaib. Lo que se traduce en un estudio de reputación y borrado de datos por un precio que supera los 30.000 euros.
Ayer, en la página oficial del Consejo de la Comunidad Marroquí en el Extranjero (CCME), el nombre del diputado socialista aparecía como presidente de un grupo de trabajo sobre «ciudadanía y participación política». Hoy, curiosamente, su rastro de la página web ha desaparecido. «Hace días que la gente de Chaib se está moviendo para contrarrestar la información que saquéis y que le pueda hacer daño. Se han puesto nerviosos y han llamado a otros periodistas para anticiparse y publicar alguna entrevista más amable», asegura una fuente del Partido Socialista en Cataluña.
Fuente: El Mundo.
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