España/Sáhara Occidental
Luis Portillo Pasqual del Riquelme (22/4/2019)
El Partido Socialista Obrero Español (PSOE) dice en su programa electoral para el 28 de abril que promoverá la autodeterminación del pueblo saharaui y trabajará para fomentar la supervisión de los Derechos Humanos.

Que no te engañen. El PSOE no solo no ha hecho nada por el pueblo saharaui, sino que ha trabajado mucho, y en la sombra, en contra de sus derechos e intereses.

La causa saharaui le sirvió a Felipe González para llegar al poder con promesas falsas, con las que logró movilizar a buena parte del electorado. Estuvo el 14 de noviembre de 1976 (primer aniversario de la firma de los infaustos Acuerdos Tripartitos de Madrid) en los campamentos de refugiados saharauis en Tinduf, y allí pronunció aquello de nuestro Partido estará con vosotros hasta la victoria final. Bien pronto olvidó esas palabras. Y Mariem Hassan lloró su traición amargamente, en “Shouka” (La espina). Se acabaron las manifestaciones socialistas con banderas saharauis.

Mientras Alfonso Guerra declaraba a su entrevistador que el Frente Polisario había “perdido apoyos”, callaba, sin embargo, que era precisamente el PSOE quien le había retirado el suyo.

Y Felipe González –hasta donde se sabe- viajaba a América Latina para impedir que varios gobiernos sudamericanos reconocieran a la República Saharaui (RASD).

El entonces ministro de Asuntos Exteriores, Miguel Ángel Moratinos, conseguía hilo directo con el monarca alauita (lo afirma el mismísimo Ali Lmrabet) y cedía sin problemas al chantaje alauita, permitiendo la deportación de Aminetu Haidar a Canarias, en lugar de exigir su retorno a su patria saharaui.

Trinidad Jiménez, premiada también con el ministerio de Exteriores, se abstenía cínicamente de condenar el brutal desmantelamiento del campamento saharaui de Gdeim Izik por las fuerzas marroquíes de ocupación, en la propia tierra saharaui, a pocos kilómetros de El Aaiún, la capital, a la vista del mundo entero a pesar de la férrea censura mediática impuesta por el ocupante marroquí. Y justificaba bochornosamente la invasión y ocupación del Sáhara Occidental por Marruecos aduciendo que se habían llevado a cabo mediante “un tratado legal” (los ilegales e ilegítimos Acuerdos Tripartitos de 1975).

El expresidente José Luis Rodríguez Zapatero viajaba a la ciudad ocupada de Dajla para ser fotografiado ante la foto del rey-ocupante, Mohamed VI, y el mapa del Sáhara Occidental anexionado a Marruecos a sus espaldas, en las sesiones del Foro Crans Montana, un evento propagandístico boicoteado por la Unión Europea, la Unesco, la Unión Africana y hasta la propia ONU, que, como se sabe, desde el año 1991 mantiene en el Sáhara Occidental a la MINURSO (Misión de Naciones Unidas para el Referéndum en el Sáhara Occidental). Las sesiones del mencionado Foro en Dajla ocupada sirven al monarca alauita para atraer y agasajar a prebostes, académicos, ‘celebrities’, (in)expertos y presuntos corruptos para, descaradamente, intentar blanquear y legitimar la ilegal ocupación colonial. Hasta el entonces ministro español de Exteriores, José Manuel García Margallo, hubo de recordar a Rodríguez Zapatero que celebrar “reuniones internacionales en territorios ocupados es ilegal conforme al derecho internacional” y está “en contradicción con los esfuerzos de la comunidad internacional para resolver el conflicto del Sáhara Occidental”. Pero, bueno, también es ilegal invadir y ocupar territorios ajenos; y ya puestos,… Ahora bien, que luego no traten de engañarnos con sus promesas electorales. A fin de cuentas, tanto el PSOE como el Partido Popular (PP), cuando han llegado al poder se han desentendido, ambos, de la causa saharaui.

Y ya en el Gobierno de Pedro Sánchez, su ministro Josep Borrell hizo lo imposible para que el Parlamento español prohibiera a sus diputados –representantes de la soberanía popular- debatir la situación del Sáhara Occidental -excolonia y ex provincia española aún pendiente de descolonización- para no desatar las iras del todopoderoso rey marroquí.

El PSOE jamás ha dicho una sola palabra sobre los juicios-farsa a los detenidos saharauis en Gdeim Izik (ocho condenados a cadena perpetua y, otros, a veinte años de prisión) –no digamos ya  prestarse a asistir como observador imparcial en los mismos-, ni ha levantado la voz contra la represión sistemática de las manifestaciones saharauis en los territorios ocupados, ni ha protestado ante nadie por la situación de los presos políticos saharauis y la permanente violación de todos los derechos usurpados a ese pueblo (¡al que el hoy Rey emérito dijo querer proteger porque era la obligación de España!). Ni siquiera se ha quejado públicamente de la invasión de pateras con que el Majzén chantajea a España y a toda Europa.

Muy al contrario, les ha faltado el tiempo a los responsables del PSOE para bendecir aquí y allá el plan de anexión marroquí y para correr a Bruselas a apoyar el continuado expolio de los recursos naturales saharauis, en contra de las reiteradas sentencias del Tribunal de Justicia de la Unión Europea (TJUE).

Y aún más, con motivo de la reciente visita del rey Felipe VI a Marruecos, no solo han ocultado a la opinión pública española e internacional la gravedad de los abusos perpetrados por las fuerzas de ocupación marroquíes sobre la población y el territorio saharauis, sino que, además, han dedicado sus esfuerzos, desde el Consejo de Estado, a halagar con lisonjas al máximo responsable de esa situación.

Luis Portillo.

rosso modo, esa es la ‘aportación’ del PSOE a la causa saharaui. ¿Cómo se atreven ahora a decir que ese partido promoverá la autodeterminación del pueblo saharaui y trabajará para fomentar la supervisión de los Derechos Humanos? ¡Si ni siquiera ha sacado a sus militantes o simpatizantes a pasear en la una-vez-al-año-manifestación del 14 de noviembre en Madrid! (aniversario de la firma de los Acuerdos Tripartitos). ¿Dónde, en qué actos, en qué medios de comunicación, con qué materiales, en qué debates, en qué centros decisorios ha venido apoyando el PSOE la libertad y la justicia para el pueblo saharaui? ‘Por sus obras los conoceréis’, reza el dicho antiguo: ‘obras son amores, y no buenas razones’.

Así que, en las elecciones generales del 28 de abril, lo coherente es votar a aquellos partidos que, con su acción (y no con falsas promesas) han demostrado que apoyan, y que seguirán apoyando, la noble y legítima causa saharaui; una causa que cuenta con la simpatía y el reconocimiento de una mayoría de población consciente y solidaria, y en la que España tiene una enorme responsabilidad histórica, política, jurídica y ética.

N. de la R:
El autor es Doctor en Ciencias Económicas, exprofesor de Estructura Económica Internacional en la Universidad Autónoma de Madrid


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