El Elíseo quiere sentar en ese sillón a un «amigo» suyo. Teodorín preside un Consejo de Ministros

Guinea Ecuatorial
Abaha (6/6/2021)
El pasado 3 de este mes, el digital Jeune Afrique publicaba un artículo, cuyo título nos orientaba sobre el contenido: «Biens mal acquis»: comment Obiang met la pression sur Macron, en el que informa que el Tribunal de Casación francés examinará el próximo 16 de este mes el “recurso presentado por Teodoro Nguema Obiang Mangue, vicepresidente de Guinea Ecuatorial, contra su condena en el caso de los ´bienes mal adquiridos´».

El autor del artículo, Mathieu Olivier, considera que esa “batalla” es más diplomática que jurídica. Y, quizás, está en lo cierto: “El aspecto legal del caso de los «bienes mal adquiridos» debería llegar pronto a su final”, dice el autor de ese texto. Y nos relata los antecedentes: “Condenado en primera instancia y luego en apelación a tres años de prisión y 30 millones de euros de multa, el vicepresidente de Guinea Ecuatorial, Teodoro Nguema Obiang Mangue (conocido como Teodorín), ha recurrido al Tribunal Supremo. Este recurso será examinado por el Tribunal de Casación el 16 de junio en París”, afirma.

Según sus fuentes -dice-, “el hijo del Presidente Teodoro Obiang Nguema Mbasogo se encuentra en una mala situación”, se refiere, por supuesto, a la “situación” por la que atraviesa su caso, el del vicepresidente guineano Nguema Obiang. Y hace referencia a un documento que le han filtrado a Jeune Afrique, del que se desprende que la abogada general francesa, Madeleine Mathieu, ha recomendado, en sus conclusiones transmitidas al Tribunal el 26 de abril, “que se rechace el recurso presentado por el vicepresidente”. La recomendación está basada en la “decisión de la Corte Internacional de Justicia (CIJ), que rechazó el recurso de Malabo en diciembre en el caso del edificio parisino del 42 de la avenida Foch. Este edificio fue objeto de una orden de embargo por parte de la justicia francesa, que considera que el edificio era propiedad de Teodorín en el momento de los hechos, antes de que Guinea Ecuatorial lo convirtiera en locales para su embajada”.

Como es sabido, la Corte Internacional de Justicia, “coincidiendo con la posición de los abogados de la parte francesa, rechazó la versión de Malabo, que deseaba que se concediera protección diplomática al emplazamiento de la avenida Foch 42. El edificio había sido registrado en 2012 por la justicia francesa, que sospechaba entonces que Teodorín se había enriquecido fraudulentamente antes de adquirir, entre otras cosas, una propiedad inmobiliaria en Francia -por lo que fue condenado en primera instancia y luego en apelación”.

Afirma Mathieu Olivier  que los abogados de Teodorín tienen “pocas esperanzas de que el Tribunal de Casación se manifieste en contra de las conclusiones del Fiscal General en su veredicto, previsto para finales de año”. No obstante, da importancia a la visita a Francia de una delegación guineana, “compuesta por el ministro de Justicia, Juan Olo Mba Nseng, y el consejero del presidente, Francisco Evuy Nguema Mikoue, estará presente en París, parece que el pulso ha pasado al plano diplomático en los últimos meses”.

A nuestro entender ese “pulso” ha estado siempre más bien del lado diplomático que de la Justicia, por no hablar directamente de presiones políticas y económicas, que es lo más lógico.

La pugna entre París y Malabo aumentó cuando el gobierno francés –según el autor de ese artículo- propuso al gobierno guineano que buscara otro edificio para su sede diplomática en Francia, pero la respuesta del dictador guineana fue tajante: el edificio pertenece al Estado ecuatoguineano, que alberga a su personal diplomático en la actualidad y que, como tal, no puede ser embargado.

Obiang Nguema no se amilanó ante la petición francesa, y con urgencia convocó al embajador galo en Malabo, Olivier Brochenin. De acuerdo con la misma fuente, Obiang le comunicó las posibles consecuencias de la decisión francesa. Guinea Ecuatorial se habría referido a la “hipótesis de una retirada del embajador, o incluso una ruptura de las relaciones entre los dos Estados”. Es fácil deducir de lo que hablaron, pero esos diálogos no se suele hacer públicos.

Para oficializar esa “hipótesis”, el embajador guineano en París, Miguel Oyono Ndong Mifumu, entregó un mensaje idéntico en el Quai d’Orsay, al ministro de Asuntos Exteriores, Jean-Yves Le Drian. La misma misiva fue, asimismo enviada, a la dirección general de África y al mismísimo Emmanuel Macron, aunque ésta lo fue a través de uno de sus consejeros.

La distancia entre Malabo y París es cada vez mayor. Entrevista entre Teodoro Obiang Nguema y el embajador Olivier Brochenin.

La página de internet del gobierno guineano publicaba una nota, referente a la entrevista  entre el presidente guineano y el embajador galo, en la que ambos  “han analizado varios aspectos que conciernen a las relaciones bilaterales Francia-África…”.  En ese encuentro, también la diplomacia se impuso.

El presidente Obiang Nguema, quizás aprovechando los conflictos existentes en Mali, Centroáfrica y Chad, en los que Francia está inmersa y por lo que parece no con mucho éxito, ha expuesto los problemas que mantiene con el gobierno francés a sus homólogos del Congo, Denis Sassou Nguesso, Costa de Marfil, Alassane Ouattara y Nigeria, Mahamadou Issoufou.

Los “roces” que existen entre Malabo y París van en aumento, lo que nos da pie para pensar que El Elíseo puede estar pensando en una “operación recambio”. Operación que tropieza, eso sí, con la elección de un líder y grupo francófono, algo difícil de encontrar en Guinea Ecuatorial. El presupuesto está encima de la mesa, la inteliguentsia ha comenzado su labor… Sólo falta encontrar la persona que lo lidere.

El proceso: “caña” en los medios de comunicación internacionales, protestas en las calles de Malabo y Bata, disidentes y traidores que denuncien en Occidente las atrocidades de la dictadura. De momento, nada de Boinas Rojas, pero nunca se sabe.

El Elíseo tiene previsto que sea antes de que el PSOE, Pedro Sánchez, abandone la Moncloa, pues con el Partido Popular la “operación” sería casi imposible, descartada.


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