Mi Columna
obiang-y-el-rey-de-espana1Eugenio Pordomingo (20/2/2009)
La Agencia EFE, en una noticia publicada el día 9 de este mes, afirma que «Malabo ratifica el acuerdo sobre la protección de inversión española», y continúa: «Las autoridades de Guinea Ecuatorial han ratificado el acuerdo firmado en noviembre de 2003, entre Malabo y Madrid, sobre la promoción y protección conjunta de las inversiones de los dos países, según publica hoy la página web oficial del Ejecutivo ecuatoguineano».

La fuente -según EFE– señala que el consejo interministerial presidido por el jefe de Gobierno, Ignacio Milam Tang, «ha adoptado los acuerdos entre Guinea Ecuatorial y España, para promover y proteger juntos las inversiones y con Brasil sobre cooperación técnica», presentados por el ministerio de Asuntos Exteriores, Cooperación Internacional y Francofonía.

Según EFE, en «noviembre de 2003, España y Guinea Ecuatorial firmaron un acuerdo comercial dirigido a la promoción y protección recíproca de las inversiones para impulsar la presencia de empresas españolas en este país». La noticia asevera que el «convenio se firmó con la finalidad de dar garantías jurídicas a las compañías que decidan instalarse en Guinea Ecuatorial, país que ha experimentado un fuerte crecimiento económico en lo últimos años gracias a las explotaciones y extracciones petrolíferas».

En primer lugar, ese acuerdo al que alude EFE, es genérico y existe entre España y muchos otros países, y se conoce con el nombre de APRI (Acuerdo de Protección Recíproca de Inversiones). En el caso que nos ocupa, Guinea Ecuatorial, se denominó «Acuerdo de Protección Recíproca de Inversiones entre el Reino dapri2e España y la República de Guinea Ecuatorial. Para la Promoción y la Protección Recíproca de Inversiones».

El mencionado acuerdo se firmó el 17 de junio de 2003, entre el entonces ministro de Economía de Guinea Ecuatorial, Baltasar Engonga Edjo´o, y el Secretario de Estado, Comercio y Turismo de España, Juan Costa Climent, siendo responsable del ministerio de Economía,  Rodrigo de Rato y Figaredo, durante el Gobierno de José María Aznar.

Por aquellos días, el dictador Teodoro Obiang Nguema, logró otras regalías del gobierno del Partido Popular. Por ejemplo, consiguió que Aznar le perdonase una antiquísima  deuda de 15.000 millones de pesetas, que por esos intringulis de las contrataciones estatales, subvenciones a fondo perdido, ONG, créditos FAD, mecanismos de conversión de la deuda en inversiones, y un largo etcétera, siempre suelen caer en manos de los amiguetes del poder.

No mucho antes, Aznar había «introducido» al Dictador en los circuitos políticos europeos, a los que hasta entonces el oriundo de Mongomo tenía difícil acceso. Y a la par, Obiang Nguema conseguía también que el programa de Radio Exterior de España, que dirigía la periodista Rafi de la Torre, desapareciera de la noche a la mañana. Ese programa trataba exclusivamente de asuntos de Guinea Ecuatorial y se emitía a diario, provocándole al Dictador «fuerte dolor de cabeza», según expresión muy al uso en la zona.

Pues bien, como los asuntos político-económicos comenzaban a ir bien -eso creía el presidente del Gobierno español-  entre Aznar y Obiang, el primero le pidió al segundo -asesorado por algún diplomático-  que había que firmar un APRI. De esta forma Aznar y sus asesores (entre ellos José Ramón Gil Casares) creían que se aseguraban los futuros negocios. REPSOL, en principio, podría caminar más segura por las cenagosas, turbulentas y turbias aguas guineanas. Otros, como Francisco Roig, que hizo su «agosto» en la etapa de Adolfo Suárez y José Luís Graullera (embajador de España en Malabo) vio la ocasión de «exigir» indemnizaciones por los daños sufridos en la ex colonia.

Pero, aunque a nadie le entra en la cabeza, Obiang Nguema no quiere ni a las empresas españolas ni a los españoles. Le ayudaron a encumbrarlo en el golpe contra Francisco Macías, pero obiang-y-moratinosdespués le abandonaron políticamente. Aunque, el dinero le llegó a raudales y sin control. Las aves de rapiña, blancos y negros, se pusieron las botas. Mientras, el pueblo guineano quedaba marginado, frustrado y a la deriva en un mar de  pobreza, inseguridad y represión.

Obiang Nguema ha extorsionado, presionado y forzado a todos los Gobiernos españoles. Felipe González comenzó con dureza, presionando al dictador con eso de los Derechos Humanos, a la vez que soltaba cientos o miles de millones; después Aznar, al contrario, comenzó amigablemente, hasta que se dio cuenta del calibre del individuo. Eso sí, le faltó decisión y coraje para terminar lo que empezó y los barcos tuvieron que regresar. Los socialistas -entonces en la oposición- no tuvieron sentido del Estado; y Francia, como siempre, tratando de vengarse de su varapalo en Bailén, Madrid…España.  

La etapa de José Luís Rodríguez Zapatero ha sido la más nefasta para los guineanos y la más perjudicial para los intereses generales de los españoles. Hay excepciones, como siempre…  

Malabo, o sea, Obiang, ni  ratifica ni respeta  ese APRI ni nada que suponga colaborar o ayudar a los españoles. Obiang sólo pide; vamos, exige. Y de eso saben mucho Zapatero, Miguel Ángel Moratinos y Bernardino León, entre otros.

Muchos españoles, trabajadores y empresarios, han sido esquilmados, expoliados, vejados, maltratados y torturados -algún muerto ha habido-, sin que Obiang Nguema les pidiera disculpas ni les resarciera económicamente por sus pérdidas. ¿Cómo iba a hacerlo si era él y los suyos los autores de los mismos?

Pero, ¿qué hacía o hace España? Puoniang-y-zapateroes, nada. Absolutamente nada. Yo reto al Gobierno de España, al ministerio de Asuntos Exteriores, al Congreso de los Diputados y al Senado, entre otras muchas instituciones, a que aporten un solo caso de denuncia de atropellos, en el que España haya hecho alguna gestión seria por resolverlo.

Por eso, aún no gustándome la violencia, entiendo que existan gentes que cansadas de padecer tomen otro rumbo, como desarrollaron los religiosos Francisco Suárez y Francisco de Vitoria… El rumbo hacia lo conocido.

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