¡Ni a latigazos aprendéis!
Mi Columna
Eugenio Pordomingo (30/4/2014)
Con la intención de fomentar la habilidad, la astucia y la actividad de los ciudadanos, Licurgo dispuso que se ejercitara a los niños en el robo y que se azotara fuertemente a los que se dejaran sorprender. Licurgo fue un legislador de Esparta que acometió la reforma de la sociedad espartana de acuerdo con el Oráculo de Delfos (lugar de consulta de los Dioses en el templo). De Licurgo dicen avezados historiadores que no copió ni se orientó en las legislaciones de otras ciudades, sino que ideó reformas muy novedosas, desconocidas hasta entonces, con resultados positivos para los ciudadanos. Se cuenta de él que sus novedosas leyes se centraban en la subordinación de los intereses privados al bien común o sea al Estado, primando lo público sobre lo particular o privado; estructuró la sociedad –eran otros tiempos- en torno a la defensa de la comunidad frente a los peligros externos; la educación de los jóvenes y adolescentes corría a cargo del Estado; prevalecía la sobriedad frente a la ostentación de la riqueza y, sobre todo, trató de fomentar el amor a la