Economía
Espacios Europeo (31/3/2008)
De acuerdo con los datos facilitados por Greenpeace, en el año 2006 España importó 40.000 metros cúbicos de madera tropical procedente de Brasil. Esta organización ha denunciado la vinculación existente entre el sector transformador de madera en la Unión Europea con la deforestación y la tala ilegal que se produce en Brasil.
Miguel Ángel Soto, responsable de la Campaña de Bosques de Greenpeace, ha manifestado que «la demanda de madera tropical como Jatobá, Ipé, Sucupira o Massaranduba está alimentando la destrucción de la Amazonia, contribuyendo a la pérdida de biodiversidad y al incremento del cambio climático». La deforestación tropical provoca alrededor de una quinta parte de las emisiones de gases de efecto invernadero totales, una cantidad mayor que las producidas por el sector mundial de transporte, según afirma Greenpeace.
Los bosques tropicales cubren sólo el 7 por ciento de la superficie terrestre, pero almacenan enormes cantidades de carbono, lo que les convierte en un colchón contra el cambio climático.
En el informe Un futuro para los bosques, hecho público la semana pasada por Greenpeace, queda documenta la entrada de madera ilegal amazónica en la Unión Europa. De acuerdo con datos del Gobierno Federal Brasileño, «más del 90 por ciento de la madera procedente de la Amazonia se extrae de una manera no sostenible. Se estima que entre el 63-80% de la madera procedente de la Amazonia es de tala ilegal».
Pero lo peor no acontece sólo con esa extracción de madera, primera fase de desmantelamiento de la selva, ya que los caminos abiertos para sacar la madera son utilizados como vías de colonización y transformación de lo que queda de selva en pastos para el ganado o cultivos de soja, según Greenpeace.
Esta asociación denuncia que «seis compañías madereras que operan en la Amazonia han sido multadas en numerosas ocasiones (el caso más grave recibió dos multas de cerca de un millón de dólares en el 2007), tienen planes de gestión forestal cancelados, están acusadas de actividades ilegales relacionadas con su actividad maderera (incumplimiento de leyes, falsificación de documentos y blanqueo de madera), el robo de tierras y la tala en tierras públicas y tramitación de madera ilegal procedente de la deforestación». Algunas de estas compañías han sido incluso acusadas de estar involucradas en violencia e intimidación, incluyendo amenazas de muerte y corrupción.
Estas seis empresas, según denuncia Greenpeace, vinculadas con la tala ilegal son habituales proveedoras de madera tropical al mercado español y están asentadas en el estado brasileño de Pará, de donde procede más del 86 por ciento de la madera tropical importada por el sector español de la madera.
Parte de la madera extraída por alguna de esas seis empresas, fue desembarcada en los puertos gallegos de Vilagarcía (Pontevedra) y Ferrol (A Coruña). La madera había «sido comprada por empresas gallegas como Maderas del Noroeste S.A., Maderas Peteiro S.L. y Maderas del Umia S.L.».
La Unión Europea compra un cincuenta por ciento, aproximadamente, de toda la madera que se extrae de la Amazonía, por ello Greenpeace, considera que la UE «debe adoptar una legislación que garantice que toda la madera que entre en su mercado proceda de fuentes legales y de bosques controlados».
«Si la Unión Europea se toma realmente en serio la lucha contra la deforestación y la prevención de los efectos del cambio climático, debe legislar inmediatamente para que se garantice que todos los productos de origen forestal presentes en el mercado provengan de fuentes legales y de un buena gestión forestal», declaró Miguel Ángel Soto..
El informe «Situación de los bosques del mundo 2007» publicado por la Organización Mundial para la Agricultura y la Alimentación (FAO), cifra en 13 millones de hectáreas la pérdida anual de bosques en el mundo (algo más que la cuarta parte de la superficie de España). El informe también señala que la explotación forestal ilegal está aumentando y que la disminución constante de bosques primarios tropicales es motivo de grave preocupación. Brasil fue el país que perdió más superficie forestal en el periodo 2000-2005, con un total de 3,1 millones de hectáreas destruidas. En ese mismo informe se advierte que la «desaparición de bosques produce el 18% del dióxido de carbono liberado anualmente a la atmósfera, incrementando el efecto invernadero».
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