Abaha (28/3/2008)

«El verdadero objetivo de Obiang es encarcelar a Moto». Esto es lo que ha afirmado Ponciano Mbomío Nvo, abogado de Simon Mann, al diario británico «The Daily Telegraph».

Ponciano Mbomío Nvo, se ha quedado corto. Lo que el presidente de la República de Guinea Ecuatorial quiere no es, precisamente, encarcelar a Moto; lo que quiere es acabar con él. Así de claro y de crudo. Aunque antes, podría pasar por la cárcel, donde sería visitado por los «encapuchados» de siempre…

Esa situación se podría haber dado si el Gobierno de España, presidido por José Luís Rodríguez Zapatero, hubiese podido llevar a cabo la extradición de Moto, algo que ha impedido  la Justicia española. Nos imaginamos el cabreo, profundo y despótico cabreo, por el que está pasando Obiang Nguema. Él estaba convencido que las promesas que le habían hecho se cumplirían, pero España no es Guinea Ecuatorial, y aquí, mal que bien hay jueces y fiscales honrados e independientes. Una cosa son los comentarios o promesas de Miguel Ángel Moratinos y Bernardino León, y otra la cruda realidad.

Según el abogado de Mann, Obiang Nguema está utilizando su caso para «mostrar a la comunidad internacional que hubo un acto criminal contra él» y, sobre todo, para «conseguir su principal objetivo, que es encarcelar a Severo Moto». El abogado no duda que Mann va a ser declarado culpable con toda seguridad, ya que «todos los jueces de este país proceden de la familia o del partido del presidente y porque el régimen de Malabo necesita justificar una extradición que no fue legal».

En efecto, la extradición no fue legal, pero Obiang la consiguió a base de dólares, ya que no existe tratado de extradición entre Zimbawe y Guinea Ecuatorial, al menos cuando se llevó a cabo ese supuesto proceso.

Pero este proceso, y no nos referimos al jurídico, tiene su enjundia y vericuetos. Por ejemplo, el abogado Mbomío Nvo declara al diario «The Daily Telegraph», que Mann  se va a declarar «no culpable» de los cargos, a pesar de sus recientes declaraciones a varios medios de comunicación, entre ellos a la cadena de televisión «Channel 4»,  que le habían engañado, que Guinea Ecuatorial es «un país que ha experimentado un cambo increíble», además de reconocer que había participado en ese supuesto intento de golpe de Estado.

«¿Qué van a hacer con Mann? Él es inglés, no puede ser presidente de Guinea Ecuatorial, pero Severo Moto quiere ser presidente, él es su enemigo», afirma el letrado guineano, que además es abogado de la embajada de España en Malabo.

Con toda seguridad Mann va a ser juzgado en abril, antes de las elecciones que tiene previsto celebrar Obiang Nguema. La condena puede ser, más o menos suave, a condición que Mann reconozca que él fue uno de los brazos ejecutores, pero que los «autores intelectuales» fueron, entre otros,  el empresario petrolero de origen libanés,  Ely Calil. En ese acuerdo entra también que Mann afirme que  Calil le aseguró que contaban para esa operación con el apoyo total del Gobierno español (etapa de José María Aznar), ya que querían poner en la presidencia a Severo Moto. Claro, que en la entrevista Mann reconoce que no tiene pruebas de nada, y que no lo puede demostrar.

Todo este entramado de declaraciones nos huele a cambio, más o menos inminente, en Guinea Ecuatorial y, ¿cómo no?, en la posición y actitud que hasta ahora ha llevado el Gobierno de España. Ciertos sectores, pagados para ello, han comenzado a difundir que los del CPDS y APGE, pero sobre todo los primeros, ya que cuentan con dos diputados en la Cámara de Representantes, «ya no valen», «están más quemados que un chuletón».

Pero, así de repente, cambiar, quedaría mal. Y aquí empiezan a verse ciertos manotazos de vaselina. Por otro lado, según parece, el Partido Popular no está por la labor de «entreguismos» en los asuntos de Guinea Ecuatorial ni en otros, ya que se van a labrar su porvenir a base de hacer oposición desde ya. Entonces, ¿qué hacer con Jorge Moragas y con Gustavo de Arístegui? Con seguridad el segundo se salva, pues sus buenas, estupendas hasta ahora, relaciones con algunas fundaciones y agencias de Estados Unidos, le ponen a cubierto, pero el resto del área de Internacional, sería mejor que comenzaran a apuntarse a un cursillo de supervivencia en el desierto.

En cualquier caso, Teodoro Obiang Nguema, huele ya a cadáver político putrefacto. Y Severo Moto, despide aromas presidenciales. Si tuviéramos influencia o capacidad de decisión en el Gobierno de España, iríamos directamente al grano; hablaríamos con Moto, y le pondríamos la pertinente escolta oficial, aunque la Guardia Civil de su pueblo se porta bastante bien.

No deben tener miedo, los hombres de Estado saben guardar ciertos secretos. Lo hecho anteriormente, los mil y un chanchullos de la Cooperación y otros, se pueden olvidar. Estamos ya hablando de Estado a Estado…  Pero, por Dios, no manden a mequetrefes ni chiquilicuatros, para dar las «primeras capas de barniz». Para ese primer encuentro, si es que no se ha producido ya, manden a personas serias, honradas, sin pasado turbio, con sentido de equilibrio…

Y ¿por qué no?; que la llamada la haga el mismísimo ministro de Asuntos Exteriores, sea Moratinos u otro…

¡Alo, Presidente!