Oscar Riaño (30/5/2008)
En el drama humano que, en los últimos años, viven el expresidente Adolfo Suárez y su familia, por la pérdida de memoria de aquel, no falta la anécdota que templa la penosa situación.
Del entorno de Suárez surge el testimonio de que sólo reconoce y establece cierta comunicación con su jardinero. Pero, al tiempo, debe de conservar alguna derivación del poder ejercido en el pasado; así pues, ha manifestado su intención de nombrar a dicho empleado, secretario de Estado.
No recuerda, en cambio, el requisito del B.O.E.
Noticias relacionadas:
Carta pública de APPA (Asociación para el Progreso de los Pueblos de África), dirigida a los parlame...
Galicia: ¿toros o bueyes?
Audio de la Tertulia Espacios Europeose : Objetivo Siria
“Operación Romana”…
La Usura en Madrid
Julio Anguita: Por un Frente Cívico que defienda a la mayoría oprimida
Javier Maroto, alcalde de Vitoria: “Algunas nacionalidades en nuestra ciudad viven principalmente de...
Joan Foncuberta, Premio Nacional de Ensayo 2011