Camilo José Cela

Mi Columna
Eugenio Pordomingo (18/9/2008)
La comparecencia de José Luís Rodríguez Zapatero en el Congreso de los Diputados para contarnos que no tenía propuestas para paliar la crisis, recesión o lo que sea, nos dejó algunas anécdotas que, a mi parecer, simbolizan suficientemente lo que acontece en nuestro país.

La intervención del presidente del Gobierno se centró en el desempleo, al  que va a presentar «batalla» -dijo-; pero no anunció ninguna medida, aunque aseguró que la situación «empeorará».

Las propuestas que otros ministerios le hicieron al Presidente Zapatero fueron desoídas por éste -más bien por Solbes-, que se limitó a proponer como paliativos a la grave situación económica, la formación de los trabajadores y la internacionalización de las empresas españoles. En definitiva, que no esperemos nuevos «paquetes de medidas», ya que no tiene sentido improvisar».

Pero no voy a tratar sobre su discurso, ni tampoco a intentar analizar el de la oposición, simplemente me voy a quedar en la siestecíta de Pedro Solbes, ministro de Economía, y en los suaves y elegantes cabezazos de Soraya Sáenz de Santamaría, Portavoz del PP en el Congreso.

El sueño reparador de Solbes me trajo a la memoria aquel otro -mucho más conocido e importante- del entonces senador por designación Real,  el Premio Nobel de Literatura, Camilo José Cela.

Don Camilo estaba sesteando en su sillón senatorial, cuando el presidente del Senado, Antonio Fontán, le recriminó tal actitud:

– ¡Señor Cela, está usted durmiendo!

A lo que el senador elegido por el «dedo» regio, tras un suave respingo, le contestó: «No, estoy dormido

– ¡Es lo mismo!, le respondió el presidente de la Cámara.

– No, no es lo mismo. No es igual estar durmiendo que estar dormido, al igual que no es lo mismo estar jodiendo que estar jodido.

Son, sin duda, florituras del lenguaje.

Una anécdota parecida le aconteció  al político, lexicólogo y «faldero» francés del siglo XIX, Émile Littré. Cuentan las crónicas que Littré se encontraba cierto día en su domicilio con su criada en acritud poco decorosa, pero muy placentera para los dos, cuando su esposa entró de improviso en la habitación.

En el proceso judicial de divorcio, parece que las carcajadas estallaron cuando el propio Littré (creador del afamado «diccionario Littré» francés) con cierta frialdad, relató al juez el diálogo que tuvo lugar:

Emile, estoy sorprendida…, comentó su mujer.

– No, querida -reconvino Littrétú estás asombrada. El sorprendido fui yo, contesté.

A Solbes nadie le ha reconvenido cuando sesteaba; pero la prensa le ha pillado durmiendo o dormido, mientras su jefe, Zapatero, en tono lastimero decía a los españoles que no tenía propuestas para la crisis.

Pero, Soraya Sáenz de Santamaría, no dormía, por eso de que es más joven y tiene más energía, pero daba algún que otro cabezazo…

Es lo que tenemos, estemos dormidos o durmiendo; jodidos o jodiendo.