espacioseuropeos.com (28/6/2009)
La Armada australiana interceptó esta semana un barco con 194 personas a bordo que pretendían entrar en Australia de forma ilegal. Los inmigrantes, en su mayoría procedentes de Irak, Afganistán y Sri Lanka, que tratan de huir de las penurias por las que atraviesan sus respectivos países.
La Armada australiana dedica denodados esfuerzos al control de sus aguas, tratando de evitar la entrada de inmigrantes ilegales. Según fuentes gubernamentales, ese tráfico ilegal lo organizan traficantes indonesios que operan desde la isla de Java.
En cualquier caso, todos los inmigrantes son trasladados a la Isla de Navidad -pequeña isla australiana que se encuentra frente a la de Java-, donde las autoridades australianas proceden a su identifican y posterior repatriación.
La política de inmigración en Australia es muy severa con quienes infringen la legislación del país.
En pleno debate sobre la inmigración, debido a la diáspora de musulmanes, se produjeron importantes choques culturales. Como exponente de esta situación, recogemos las declaraciones que el 28 de diciembre de 2007 hizo el Primer Ministro de Australia, John Howard, al diario australiano «Sun Times».
Howard manifestó que «los musulmanes que quieran vivir bajo la Sharia islámica que se marchen de Australia». Estas declaraciones las realizó el Primer Ministro en momentos en los que el Gobierno de Sidney estaba tratando de aislar a grupos radicales que podrían «lanzar ataques terroristas contra el pueblo de esa isla-continente», según sus declaraciones.
«Los que tienen que adaptarse al llegar a un nuevo país son los inmigrantes, no los australianos» -expresó con firmeza el mandatario australiano- «y si no les gusta, que se vayan. Estoy harto de que esta nación siempre se esté preocupando de no ofender a otras culturas o a otros individuos. Desde el ataque terrorista en Bali, hemos experimentado un incremento de patriotismo entre los australianos».
«Nuestra cultura se ha desarrollado sobre siglos de luchas –comentó Howard– y victorias de millones de hombres y mujeres que vinieron aquí en busca de libertad. Aquí hablamos inglés fundamentalmente. No hablamos árabe, chino, español, ruso, japonés ni ninguna otra lengua. Por lo tanto, si los inmigrantes quieren convertirse en parte de esta sociedad, ¡que aprendan nuestro idioma!».
«A quienes no les guste cómo vivimos los australianos -afirmó el Primer Ministro- tienen la libertad de marcharse. Nosotros no los obligamos a venir. Ustedes pidieron emigrar aquí, así que ya es hora de que acepten al país que los aceptó».
No parece que desde esa fecha haya variado nada la política de inmigración australiana.