Pedro Godoy P. (26/7/2009)
Se alude al Presidente de EE. UU., como «afroamericano». Nadie -en cambio ni por casualidad- se refiere al emblemático futbolista Pelé como «afrobrasilero» y menos como «afrolusitano». Una explicación: el mundo norteamericano, específicamente, Angloamérica es un mosaico. Allí, diversas etnias conviven «juntas, pero no revueltas». Iberoamérica, por el contrario, es un crisol. Desde el origen, en 1492, la mixtura es lo usual. Sólo en la cúpula una minoría -no más del 5%- practica la endogamia y defiende su condición caucásica.
Se trata de la clase dominante cuyo origen está en el «patriciado» colonial. Hereda la encomienda y luego el mayorazgo. Hace la Independencia y, desde entonces, retiene el poder. Se mezcla -con alborozo- sólo con inmigrantes europeos. Con ello acentúa el «albinismo». Profundiza así distancia respecto a la «plebe». El otro 5%, ajeno a la mezcla, no por prejuicio, sino por condición periférica es lo que resta de lo amerindio.
El 90% son el «pueblo nuevo», fruto de aquel mestizaje. Esto explicaría que se estime coexistentes; en Obama, África y Angloamérica. En Pelé, África y Portugal se evaporan. Al fusionarse originan un producto nuevo: Brasil.
N. de la R.
El profesor Pedro Godoy P. es director del Centro de Estudios Chilenos (CEDECH).