Xulio Ríos (11/12/ 2009)china-en-africa
Las críticas a la política africana de China son bien conocidas. Acusada de promover el neocolonialismo, desde que en 2000 se decidió a multiplicar los vínculos con este continente, su diplomacia carente de ética, la obsesión por acceder a todo tipo de recursos, su política de empleo de mano de obra china a gran escala, los conflictos con la población local, el fomento de la corrupción, etc., oscurecieron un ímpetu inversor que había abierto esperanzas de instrumentar una relación diferente con África.ninos-de-guinea-ecuaorial

Ahora bien, más allá de las inhibiciones o negativas formales al uso, ¿es receptiva China a las críticas respecto a su política en este continente? Tradicionalmente, Beijing insiste en que su cooperación con África va en beneficio mutuo. Ese ha sido su discurso de siempre, en especial desde que en 2000 puso en marcha el Foro China-África (FOCAC, por sus siglas en inglés), el mecanismo privilegiado para potenciar las relaciones con esta región. El comercio entre China y África creció a una tasa de incremento anual del 30 por ciento en los últimos ocho años. En 2008, el comercio bilateral superó los 100.000 millones de dólares USA. Las inversiones directas chinas en África han pasado de 491 millones de dólares en 2003 a 7,8 mil millones en 2008.

Tanto en el Foro industrial China-África realizado en la capital china entre el 21 y el 23 de noviembre último, como, previamente, en la IV Cumbre realizada en Egipto con la práctica totalidad de los países africanos, China ha insistido en varias ideas. Primera, la crisis global no afectará a la inversión y cooperación en el continente. Esto tiene su importancia: África se ha visto particularmente afectada por la crisis. Según el Banco Mundial, la tasa promedio de crecimiento del área subsahariana será del 1,5% en 2009, frente al 5,5% del año anterior. Segunda, se prestará mayor atención a aspectos como la agricultura, la educación la salud, la atención médica o las energías limpias. Tercera, habrá una mayor implicación en la prevención y solución de conflictos y en las iniciativas de construcción de la paz.

En la cumbre de Sharm El-Sheiki (Egipto), Wen Jiabao anunció que China aumentaría los préstamos de bajo interés a África a 10.000 millones de dólares en los próximos tres años. En el primer trimestre de 2009, habría exonerado un total de 150 deudas de 32 países. También anunció la exoneración de derechos de aduana del 95% de los productos de los países africanos menos desarrollados con relaciones diplomáticas con China, comenzando en 2010 con el 60%. El apoyo a las pymes africanas se concreta en una línea de crédito de 1.000 millones de dólares. El ministerio de Ciencia y Tecnología, por otra parte, ha lanzado un programa para reforzar la cooperación en los próximos años (una de las principales críticas africanas alertaba de la escasa transferencia tecnológica).

En la cooperación empresarial, protagonizada en su mayor parte por empresas estatales, las sucursales de las multinacionales chinas están primando la formación profesional. Solo Huawei, conocida empresa china de telecomunicaciones, dispone de seis de centros de formación en el continente, por el que han pasado más de 12.000 personas que han adquirido los conocimientos técnicos y habilidades necesarias para gestionar el servicio y multiplicar la presencia de los productos chinos, más populares por su bajo precio (aunque no siempre de buena calidad). La insistencia en la formación está contribuyendo también a mejorar la imagen de China.

También se aprecian los primeros signos de deslocalización en el continente, con efectos positivos en el empleo. Los talleres textiles chinos empiezan a verse en Egipto y las zonas económicas especiales con inversión china se establecen en Zambia, Egipto, Islas Mauricio, Nigeria o Etiopía.

Es importante destacar, en todo caso, la atención prestada a la agricultura, especialmente teniendo en cuenta que, atendiendo a los informes de la FAO, en el África subsahariana pasa hambre el 32% de la población total. A finales de 2008, 72 empresas agrícolas chinas realizaban inversiones en el continente por valor de 134 millones de dólares. Países como Liberia o Senegal, han introducido el arroz híbrido cultivado por los agrónomos chinos. Los centros chinos de tecnología agrícola funcionan ya en diez países africanos. De hacerlo bien, la acreditada experiencia china en este campo pudiera ser de gran valor y utilidad.

El debate en Beijing acerca del posible uso de sus reservas (2,270 billones de dólares que en los seis últimos meses han crecido en 318.000 millones) para estimular las economías en desarrollo, pensando no solo en obtener materias primas sino en generar un nuevo ciclo de desarrollo y comercio con países de África, América Latina y Asia que complementen y reemplacen la demanda de productos chinos de los países ricos, abre nuevas expectativas en el continente.

Según un informe del Instituto sudafricano de asuntos internacionales, las industrias extractivas representaban el 87% de las importaciones chinas en 2007, el 83% de ellas, petróleo. África es el sexulio-riosgundo proveedor de petróleo de China (26% en 2007). Esa componente del tráfico comercial sigue presente. Las «amistades peligrosas» (Sudán, Zimbabwe, Guinea Ecuatorial…) también siguen ahí. Una empresa minera china asentada en Hong Kong firmó recientemente un contrato de extracción con el gobierno militar de Malabo por valor superior a 7.000 millones de dólares, cifra récord en la historia de las inversiones extranjeras en África. Probablemente, no habrá cambios en esa política, pero si se complementará en el futuro prestando mayor atención a otros factores que permitan hacer más aceptable su presencia por la propia comunidad africana y menos vulnerable su estrategia a las críticas de ciertos sectores de la opinión pública internacional y de los gobiernos occidentales.

Sin duda, China se beneficia largamente del aumento de la presencia en África. No obstante, ha llegado para quedarse y parece dispuesta a ir más allá de los gestos para robustecer, diversificar y hacer más aceptable su influencia en el continente. De ser el caso, podría abrirse un tercer tiempo en su aproximación a África.

N. de la R.
Xulio Ríos
es director del Observatorio de la Política China (Casa Asia-IGADI) y autor de «Mercado y control político en China» (La Catarata, 2007). Este artículo se publica coin la autorización de Safe Democracy.