Mi Columna
Eugenio Pordomingo (12/5/2010)eugenio2
Zapatero, Solbes, Salgado, Fernández de la Vega… Todos negaban lo evidente. Estamos inmersos en plena crisis; pero, no sólo económica, sino ética, por no decir de valores. España está inmersa en un sistema donde la corrupción y el amiguismo es lo que predomina y funciona. Lo de «tanto tienes tanto vales» es el lema que prima. Y así nos va. Toda una jarca de tipos de La Casta (clase política) ha ido deteriorando, lenta pero inexorablemente, nuestra convivencia. Pero este estado de cosas, aparte de los que colaboran en que esto sea así, se debe, también, a la tolerancia de los ciudadanos.

Hoy ha comparecido Zapatero en el Congreso de los Diputados, mientras el juez Baltasar Garzón se busca un lugar al Sol como asesor en el Tribunal Penal Internacional de La Haya, y a José Bono -presidente del Parlamento español- le afloran propiedades inmobiliarias, como las setas en su época.

Zapatero se ha visto obligado a reconocer que estamos en el epicentro de la crisis. Y en consecuencia ha propuesto que el sueldo de los funcionarios se recorta en un 5 por ciento y se congelará el próximo año. Además, elimina el «cheque bebé», congela las pensiones y reduce las ayudas a las personas dependientes, reduce las aportaciones estatales a las Comunidades Autónomas, ayuntamientos y rebaja las ayudas al desarrollo.

Quede así evidente que las clases más desfavorecidas van a ser los paganos de los desaguisados de políticos, banqueros y grandes fortunas.

Zapatero no ha eliminado ministerios inútiles, ni empresas estatales deficitarias, ni el despido de sus cientos de asesores, ni ha propuesto otro tanto con los que aparecen en la nómina de comunidades autónomas, diputaciones, ayuntamientos, instituciones variopintas y demás organismos estatales. No. Tampoco ha querido reducir o eliminar las subvenciones que le llegan a los sindicatos llamados mayoritarios; ni reducir o eliminar el elevado número de sindicalistas liberados.

Tampoco ha reducido la cifra de miles de concejales en los más de 8.000 pueblos de España que reciben elevados emolumentos por ejercer una función sin competencias en la mayoría de los casos. De los salarios y prebendas de diputados nacionales y autonómicos ni que hablar.

Ya no se prima el conocimiento, la sabiduría, el saber hacer; ahora, prevalece el amiguismo, el enchufismo. Pero, sobre todo la militancia. Si eres afiliado a un partido o sindicato poderoso (las autonomías y los pueblos también cuentan), ya tienes muchos puntos ganados para obtener éxito en la vida. Puedes llegar hasta a Presidente del Gobierno. Lo del Rey va por otra vía de acceso, aunque a veces se cuela un plebeyo o plebeya.        

Más fácil es acceder al Poder desde la base, en este caso desde las juventudes de los partidos, desconozco si los sindicatos las tienen. Ese inicio da más posibilidades de acceder en la escala social. De hecho, el Congreso de los Diputados, Senado, Parlamentos autonómicos, diputaciones y ayuntamientos -por no extenderme mucho-  están plagados de ellos.

Ezapatero-y-rajoysa gente no ha pasado por una oposición, ni por un examen -aunque sea visual-, ni ha tenido que realizar un test, ni tan siquiera atravesar el trance sudoroso de una entrevista. No, que va; en estos casos -una gran parte de los ahora llamados «políticos»- se han criado amamantando en las enormes y lechosas ubres de Génova 13 y Ferraz, las sedes del PP y PSOE, respectivamente. Otro tanto acontece en la mayoría de los partidos minoritarios y no digamos en los nacionalistas.  Si mencionamos a los sindicatos, éstos tienen sus moradas en los antiguos edificios de la Secretaria General del Movimiento (órgano pseudo político del franquismo) y sindicatos verticales (espiga laboral de la misma rama ideológica).

Los de La Casta no suelen tener problemas -salvo en caso de enfermedad o muerte, aunque en esas inesperadas situaciones el dinero y el poder atenúan sus perniciosos efectos-, ni aún en el supuesto de que los pillen con las manos en la masa. Entre ellos se tapan. Ya lo dijo Rafael Vera (Secretario de Estado de Seguridad con Felipe González): «Yo no puedo tirar de la manta que me da calor».

Ahora viene una atosigadora  campaña de prensa para tratar de convencernos que lo hecho por el Gobierno de España es lo acertado, necesario y justo. Pero, ¿qué pueden hacer los jubilados? ¿Qué harán los funcionarios?

Como casi siempre se cumple eso de «pagar justos por pecadores».