Manuel Funes Robert (1/8/2010)
No hay precedentes en la historia de una agresión tan extensa y tan intensa contra la capacidad adquisitiva de las poblaciones como la que estamos viviendo en la actualidad.
Los gobiernos, a los que tanto les costaba entenderse para medidas de recuperación muestran una decidida competencia entre ellos para ver cual llega más lejos en la reducción del gasto público, como si hubieran encontrado en dicho gasto la causa última de esos males.
Analizar males o defectos que coincidieron con el pleno empleo no sirven para explicar la crisis y por ciertos que sean dichos males, al haber sido compatibles con el auge y pleno empleo, son descartables como explicación.
La causa próxima de la crisis es el hundimiento general de la demanda, cuya causa es a su vez el problema monetario creado por Trichet. La bajada espectacular de tipos al nacer el euro con su 2%, desconocido en la UE provocó un incremento masivo de hipotecas y endeudamiento, mucho más intenso en España que en el resto de la UE por ser mayor entre nosotros el deseo de comprar en comparación con el deseo de alquilar en el resto de la zona europea. Porque un 2% comparado con el 10 o el 20% con el que nos castigaban nuestros políticos en la última etapa de la peseta.
Cuando en 2008, Trichet con sus subidas mensuales de interés dobla los recibos hipotecarios para la mitad de la población hipotecada por la mitad de su renta y por la mitad de su vida provoca una caída de la demanda en España mucho mayor que en el resto de la UE. Volvemos a encontrar una razón lógica que explica tanto la crisis como nuestro diferencial en la misma.
Este error se comete combatiendo el encarecimiento de la energía con el encarecimiento de la financiación, luchando contra el encarecimiento de las cosas con el encarecimiento del dinero que es materia prima en la producción de las cosas. En suma, estamos combatiendo la enfermedad con dosis adicionales de la misma enfermedad.
«Temible es la fuerza obrera organizada pero lo pavoroso es que se funde en una teoría abstracta, la del valor trabajo de Carlos Marx» (Ruiz del Castillo).
«Temible es la fuerza de los mercados, pero lo pavoroso es que se apoye en una teoría abstracta, la de la inflación como sumo mal y de la afirmación de que ese mal lo crea el dinero abundante y barato». Las teorías abstractas son las que dan permanencia a las opiniones políticas, de ahí nuestro deseo de combatir esa explicación. Esta teoría la aplican cuando hay inflación y también cuando no la hay para que no venga. El resultado es que el mundo padece, con la honrosa excepción de EE. UU. una crisis de liquidez por haberse privatizado inadvertidamente el poder de crear dinero.
El límite del 3% del PIB que se trata de imponer para el déficit es otro macro error pues un 1% de déficit puede ser inflacionista y uno del 6% ser insuficiente si hay mucho paro.
En conclusión toda medida que mantenga o aumente la demanda es cosa buena porque ataja al mal en su raíz. La naturaleza del aumento no importa, solo importa su cuantía. Acabamos con una cita genial de Keynes: «si no se les ocurre mejor cosa clasifiquen en dos grupos a los parados, a un grupo les encomienda que abran agujeros en las calles y les pagan por ello y al otro grupo les encomienda que los tapen y les pagan también por ello».
Este incremento de la demanda por el efecto multiplicador puede ser la solución de la crisis para pasmo y sonrojo de la ignorancia.
N. de la R.
Manuel Funes Robert, eminente y heterodoxo economista y profesor universitario, autor de decenas de libros sobre diversas materias, sobre todo económicas, además de conferenciante prestigioso, se incorpora a nuestra redacción con este primer trabajo.