Economía
Manuel Funes Robert (31/12/2010)manuel-funes-robert-1
El día de Navidad del año 800, el Papa León III, coronó a Carlomagno con el título «Emperador del Sacro Imperio Romano». Ya había traspasado las fronteras históricas del imperio romano, o sea, el Rhin y el Danubio y parecía empeñado por primera vez en la historia en convertir a Europa en una unidad política.

Pero le quedaba otra empresa: acabar con la división en dos del imperio romano que realizó nuestro compatriota el emperador Teodosio, dividiendo aquel imperio en dos, atribuyéndole a sus hijos la corona de cada uno de ellos. Así nació Bizancio, que perduró independiente de Roma, hasta 1453, fecha en que Constantinopla cayó en manos de los turcos. Pero esta empresa fracasó por una razón monetaria. La unión de los dos imperios exigía mucho más dinero del disponible. Carlomagno quería unir al oro la plata, pero Bizancio se opuso, solo admitía el oro. Y esta razón de tipo monetario hizo fracasar la terminación de la gran obra de Carlomagno. Está enterrado en la catedral de Aquisgrán y de una forma anormalmente vistosa: esta clavada su tumba en la parte más alta del altar. Este gran hombre, al que solo superamos nosotros con la incorporación de América, ha hecho nacer el premio que lleva su nombre destinado a los europeístas más importantes.

Y hete aquí que ha sido otorgado en estos días al mayor enemigo de la Europa unida. Jean Claude Trichet que pasará a la Historia como  autor y responsable principal de la crisis que se padece. Cuando en 2008 se disparó el precio del petróleo, repercutiendo directamente en los demás precios, Trichet interpretó dicha subida como inflación y recurrió a la ortodoxia, subiendo brutalmente el precio del dinero con la consiguiente congelación de la actividad económica. Posteriormente admitió su error bajándolos hasta  el 1%, pero sigue siendo responsable del mantenimiento de la insuficiencia de liquidez que al generar la necesidad de incurrir en deudas privadas, trae como consecuencia el mayor castigo a la población europea.

Como todos los grandes hombres de la Historia, Carlo Magno fue un visionario, al comprender en su momento las ventajas de la liquidez, es decir añadir al valor del oro el de la plata.  En contraste, el oscuro funcionario que hoy gobierna los destinos monetarios de Europa, preso de sus prejuicios conservadores en materia monetaria, negará con sus decisiones la solución a la crisis actual.