Mi Columna
Eugenio Pordomingo (11/6/2011)zapatero-rubalcaba-y-chacon
No es ningún secreto que España manda muy poquito, casi nada, en asuntos internos y menos en los externos. Desde que nos llegó la mantequilla amarillenta, el queso de bola del mismo color y la leche en polvo, tras la visita que realizó el Presidente de Estados Unidos Dwight D. Eisenhower a España en el año 1959, la capacidad de decisión de nuestros gobernantes ha sido escasa, sobre todo cuando han gobernado los socialistas.

Bien es cierto, que el Imperio esperó a que el general Franco se encontrase mermado de facultades para comenzar a poner su pesada bota en nuestra piel de toro, entre tanto montaban su tupida red de araña. No obstante, dos años antes de la muerte de Franco, concretamente el 20 de diciembre de 1973, el almirante Luís Carrero Blanco encontraba la muerte a causa de una potente bomba colocada al paso de su vehículo oficial. El luctuoso hecho ocurrió al día siguiente de la entrevista -nada amistosa- que mantuvo con el poderoso secretario de Estado de Estados Unidos,  Henry Kissimger, el hombre que diseño, entre otras, la Operación Cóndor.

Recuerdo que el catedrático de Sociología, Amando de Miguel, afirmó no mucho después, en uno de sus voluminosos estudios sobre España -en concreto acerca de las familias del franquismo-, que los españoles formamos un pueblo bastante siniestro, donde «las grandes etapas políticas se determinan por el asesinato de un gran jefe político»Cánovas (1897), Dato (1921), Calvo Sotelo (1936) y Carrero Blanco (1973)-; al referirse al asesinato de éste último escribió: «Asimismo, el franquismo desarrollista acaba con el atentado que costó la vida a Carrero Blanco (…) cada uno de estos atentados representa un punto de inflexión hacia una nueva fórmula política y hacia nuevas condiciones económicas».

En marzo de 2005 yo dejé escrito lo siguiente: «En efecto. En aquella ocasión, tras el frío y enigmático comentario de Franco, «no hay mal que por bien no venga», se confirmaba un inicio de transición política y otro, un tanto incierto, de transformación económica. No voy a tratar de desmoronar esa teoría, ni de desmentir a tan erudito cátedro Amando de Miguel, pero la oración la vuelvo por pasiva. Ese atentado ¿no se haría para que todo cambiase?

A propósito de ese atentado (Operación Ogro), recuerdo que en febrero de 2009 mantuve una interesantísima conversación con el abogado y banquero, Rafael Pérez Escolar, que se transformó en entrevista. A una pregunta mía me contestó lo siguiente: «Laureano López Rodó me negó en más de una ocasión que los norteamericanos hubiesen tenido nada que ver en ese atentado. Pero, eso sí, lamentaba no haber conocido la confidencia de Carrero a propósito de la larga entrevista que éste mantuvo con Henry Kissimger, el día antes del atentado. La reunión entre los dos duró más de seis horas. Eso indica que hubo desacuerdos fundamentales entre ellos. Además, a Kissinger, que le gusta comer bien, ir con señoras, etc., algo muy importante le tuvo que retener tanto tiempo… A mi me parece inexplicable que ellos -se refiere a los Estados Unidos- no tuvieran la más mínima idea de que se estaba preparando ese atentado…»

En plena agonía del dictador, se produjo la ´Marcha Verde¨ urdida por el rey Hassan II, padre de Mohamed VI, con el apoyo de Estados Unidos y Francia. Después vino lo de nuestro modélico  proceso de transición, autonomías incluidas -una forma de mantener en tensión y dividir a los españoles-; el anterior acuerdo de las «bases conjuntas» se transformó en «bases militares estadounidenses en España». Más tarde, se produjo la forzada entrada de nuestro país en la OTAN -sin consulta al pueblo español-, tras una chusca votación en el Congreso de los Diputados, con el de los socialistas -antes furibundos opositores- a los que se pagó nombrando a Javier Solana Madariaga secretario general de esa organización, cuando meses antes se encargaba de dirigir la campaña socialista del No a la OTAN.  

Con la llegada de Felipe González al poder en 1982, y tras el teatro de hacer creer a los españoles que estaban (el PSOE) contra las bases militares estadounidenses en España -les quitaron Torrejón de Ardoz, pero les entregaron desde La Graña (Ferrol) hasta Rota (Cádiz),  además de facilitarles todos sus «movimientos» en España.

Tanta complacencia, tanta sumisión, no se han visto correspondidas. Las Islas Canarias, y Ceuta y Melilla quedan al margen del auxilio de la OTAN. El mismo desamparo tenemos frene a nuestras quitas con el sultán marroquí y sus constantes amenazas.

Como pago a no se sabe qué, andamos ahora con nuestro ejército por medio mundo. Hemos estado o estamos, ezapatero-y-obaman Bosnia,  Kosovo,  Chad, República Centroafricana, Haití,  Afganistán, El Líbano, Libia y lo que va a venir, sin olvidar la presencia de asesores en muchos países hispanoamericanos y africanos.  

Los pacifistas que ahora nos gobiernan, resulta que son de los que más  armas venden a Oriente y África; y hace poco hemos dejado de fabricar -eso dicen- las asesinas bombas de racimo, de las que nuestro país -con Zapatero– ha sido o es, uno de los mayores productores.

Para colmo, ayer el Consejo de Ministros ha aprobado un Acuerdo por el que «se decide solicitar la autorización del Congreso de los Diputados para prorrogar la participación de fuerzas españolas en las operaciones para la resolución de la crisis de Libia, en aplicación de las Resoluciones 1970 (2011) y 1973 (2011) del Consejo de Seguridad de Naciones Unidas, hasta que finalice la operación «Unified Protector» de la OTAN».

Por supuesto, ese acuerdo contempla la autorización para utilizar las «bases militares españolas por las fuerzas extranjeras que actúen al amparo de las citadas Resoluciones del Consejo de Seguridad de Naciones Unidas».

Los artífices han sido en esta ocasión, Zapatero, Rubalcaba y Chacón,  además del resto de los miembros del gobierno, pues que sepamos, ninguno de ellos se ha opuesto a esta nueva aventura militar.