Argentina
espacioseuropeos.com (11/7/2011)
La casa de Isabel Perón es uno de los ajardinados chalets de una urbanización de Villanueva de la Cañada. No hay movimiento en la misma, salvo por lo que se refiere a la fiel empleada, que sale y repite: «La señora no está, yo no sé nada», para protegerse, rápido, tras el misterio que esconde la puerta.
Lo mismo ocurre en el céntrico departamento madrileño donde, según algunos argentinos, la ex presidenta, María Estela Martínez de Perón se refugió en los últimos días en busca del olvido del que, otra vez, la despertó el calendario. Mientras la Argentina, el país que gobernó durante 632 días de violencia, vivió entre desencuentros y dolores el aniversario del golpe más anunciado de la historia, ella prefirió el silencio que la rodea en los últimos años.
Para protegerla en ese aislamiento cuenta con el apoyo de la Embajada argentina. Allí han acudido en los últimos años periodistas con intención de entrevistarla y dirigentes peronistas de segundo nivel con mensajes o el propósito de obtener de ella una declaración o un juicio acerca de la actualidad política que vive su país natal. Puntualización necesaria porque la ex presidenta goza ahora de la nacionalidad española, que le fue concedida, como en otros tiempos al actual embajador Bettini.
Los intentos de los periodistas y de los peronistas han sido inútiles; en la embajada no se facilitan señas ni dato alguno que sirva para localizar a la ex presidenta. Seguirle el paso no es fácil porque desde que, en 1983, se instaló en Madrid, María Estela –«Isabelita», como la llamaba Perón y la conocieron los peronistas- cambió al menos cuatro veces de residencia. Todas ellas reunieron características similares: una calle de la alta clase media, pero que no llama la atención por su lujo y una iglesia cercana que durante ciertas temporadas frecuenta diariamente.