Sáhara Occidental/España
Ana Camacho (12/11/2012)
¿Podría el régimen marroquí fabricar una organización terrorista para desprestigiar al Frente Polisario? Mohamed Dihani, activista saharaui secuestrado y condenado a diez años de cárcel por las autoridades marroquíes que ocupan el Sáhara Occidental desde hace 37 años, asegura que a él lo torturaron y violaron salvajemente para forzarle a colaborar en un proyecto de este tipo: poner el rostro a un grupo terrorista saharaui que se adhiriese a la vez al islamismo radical y la lucha del Frente Polisario.
Mohamed Dihani, de 26 años, es actualmente el centro de una campaña internacional por parte de diversas organizaciones de prestigio en la lucha contra las violaciones de los derechos humanos. Gracias a ello, parte de su siniestro y dramático caso ha sido aireado en la prensa digital (la de papel, ni una línea). Estas informaciones, por ejemplo, han dado a conocer que Dihani fue detenido por miembros de los servicios de seguridad en las proximidades de su casa en El Aaiún y que, durante seis meses, estuvo desaparecido en Temara, una cárcel secreta marroquí donde fue torturado y violado salvajemente mientras su familia intentaba inútilmente recabar noticias sobre su paradero de las autoridades marroquíes.
Pero incluso en estos reportajes han quedado excluidos una serie de datos inquietantes no sólo para quienes se sienten comprometidos en la lucha por las libertades y la dignidad humana sino, también, para los encargados de garantizar la seguridad ante posibles amenazas terroristas. ¿Tendrá que ver en ello el respeto que todavía infunde en los informadores el poder que Marruecos demostró tener contra periodistas críticos como el recientemente fallecido José Luís Gutiérrez?
En cualquier caso, los informes de las organizaciones que han recabado el testimonio de saharauis que coincidieron en la cárcel con Dihani y miembros de su familia que han podido visitar al preso hacen constar que el joven activista acusa a las autoridades marroquíes de retenerlo en prisión por haber denunciado el plan con el que sus carceleros pretendían que se prestase a hacerse pasar como el jefe de una célula yihadista simpatizante del Frente Polisario. Según este relato de Dihani, en Temara sus verdugos le ofrecieron acabar con el tormento al que lo habían sometido, la libertad e, incluso, compensarle con dinero y una vida cómoda, si se plegaba a reivindicar operaciones terroristas que otros se encargarían de efectuar contra los cascos azules de la MINURSO, la cinta de los fosfatos de Bu Craa y otros objetivos. El joven no sólo se negó a ello sino que le contó lo ocurrido a Brahim Dahane una de las figuras más relevantes del movimiento de derechos humanos en el Sáhara Occidental, presidente de la Asociación Saharaui de Víctimas de Violaciones de los Derechos Humanos (ASVDH), que coincidió con él en la cárcel tras haber sido detenido por visitar los campamentos de refugiados del Frente Polisario en Tinduf.
En cuanto Dahane recuperó su libertad, denunció el montaje del que había sido víctima su antiguo compañero de prisión en una rueda de prensa y ante el comité de Derechos Humanos de la ONU. Según han relatado familiares del joven preso a los abogados del Observatorio aragonés para el Sahara Occidental, ello le costó a Dihani ser sometido de nuevo a terribles vejaciones con las que sus carceleros intentaron obligarle a que se retractase públicamente de la versión que le había dado a la ASVDH.
La sección de Derechos Humanos del Real e Ilustre Colegio de Abogados de Zaragoza, Asociación Pro Derechos Humanos de España (APDHE), Western Sahara Human Rights Watch (WSHRW), la Asociación Española para el Derecho Internacional de los Derechos Humanos (AEDIDH) son algunas de las prestigiosas organizaciones que han denunciado con firmeza la arbitrariedad con que la justicia marroquí ha acabando manteniendo en la cárcel a Dihani y exigen que se le de al activista un juicio justo cuando mañana (12 de noviembre) su caso se volverá a juzgar en un tribunal de Marruecos.
Estas organizaciones consideran una burda farsa el juicio que le halló culpable de acusaciones tan graves (de ser ciertas) como las que le atribuyen formar parte de un grupo yihadista que iba a atacar en Italia una línea de ferrocarril entre Livorno y Roma o la de preparar un atentado contra una alta personalidad del Vaticano. Según los expertos legales de estas organizaciones, estas acusaciones no se han apoyado en más prueba que la de la mera palabra de los verdugos que lo torturaron brutalmente para arrancarle la confesión que Dihani se ha negado a ratificar ante el juez y en el hecho de que el joven activista ha residido en Italia (en su pasaporte consta que es residente de Cinigiano (Grosseto) donde trabajó como camarero y vendimiador.
Los aliados del anexionismo marroquí podrán decir que Dihani se ha inventado la historia para favorecer la causa del Frente Polisario y de la autodeterminación del Sáhara Occidental por la que ya había sido detenido en otras ocasiones. Sin embargo, lo sorprendente, es que, pese al gran interés que hay en Marruecos por acusar de terrorismo y extremismo islámico a los saharauis que luchan contra la ocupación marroquí, se haya corrido un tupido velo sobre la condena de Dihani. De ser cierto lo de sus planes terroristas contra el Vaticano, lo normal es que estuviesen aireando el tema urbi et orbe para dar fuerza a la tesis con la que Mohamed VI intenta demostrar que un estado independiente saharaui se convertiría en un peligro para la paz internacional.
Claro que ello también obligaría a tener que dar explicaciones sobre ciertas incongruencias en la versión oficial. Por ejemplo: la fecha de detención oficial de Dihani es 29 de octubre de 2010 cuando, en realidad desapareció el 28 de abril de ese mismo año. Otra contradicción es que la denuncia policial asegura que Dihani se encontraba huido desde el 4 de marzo de 2010 y que existía un expediente oficial por dicha huida, cuando su pasaporte demuestra que entró legalmente en el Sáhara ocupado desde Mauritania por un puesto policial donde le estamparon el sello de entrada en el pasaporte y le dejaron pasar sin problemas el 27 de abril de 2010, un día antes de su detención.
En cualquier caso, tanto si Dihani mintió o dijo la verdad, dado el peligro que implica que el terrorismo se convierta en una baza política propongo que la Audiencia Nacional, volcada en la lucha contra este tipo de amenaza a la seguridad, investigue el caso. Al fin y al cabo, además, Dihani es saharaui nacido en el Territorio No Autónomo del Sáhara Occidental pendiente de descolonizar cuya administración la ONU sigue atribuyendo a España.
N. de la R.
Este artículo se publica con la autorización de Ana Camacho, periodista, activista intelectual y física, de los derechos humanos, además de secretaria de la asociación APPA (Asociación para el Progreso de los Pueblos de África), que también e puede leer en su página de Internet En arenas movedizas.
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