Estados Unidos
Manuel Funes Robert (12/11/2012)
De entrada, aunque se declaran también victimas de la crisis, siguen siendo menos perjudicados por ella por cuanto el índice de paro del 8% es menor que el 11% de Europa y por supuesto, que el 26 de España. No debemos olvidar que mientras en la zona euro rige el rigor, la FED no ha cesado de inyectar liquidez al sistema.
Cuando Obama llega al poder hace cuatro años ya está ejerciendo el liderazgo de la FED Bernanke, que coincide con mi visión del tema y descripción sobre el remedio fruto de doctrinas elaboradas a lo largo de una vida que se resumen en la resurrección, ampliación y reformulación del Keynesismo.
Obama aceptaba la visión de Bernanke -no en vano Bernanke es un experto en la depresión americana de los años 30 del siglo pasado- y lo confirmó en el cargo. Y cuando le preguntaban al presidente que cuánto iba a durar estas políticas expansivas, su respuesta fue elocuente: «Todo el tiempo necesario». Esta mera respuesta, mantenía a EE. UU. por encima de los demás países.
Mitt Rommey, al contrario que Obama, construyó su estrategia electoral en el equilibrio presupuestario y en los recortes, mensaje del que tomaron nota las minorías hispana y negra -principales perjudicados de la aplicación de aquellos- y con ello se aseguró la derrota. Esto nos recuerda a Raymond Barre, primer ministro francés a mediados de los 70 que afirmaba que él nunca ganaría unas elecciones porque lo único que podría ofrecer a los franceses como programa electoral es rigor y austeridad.
No olvidemos que el déficit exterior de EE. UU., entendiendo por tal la diferencia entre sus compras y ventas y compras al exterior, porque supone una inyección de dinero internacional -el dólar- pagada al contado salvo acuerdos privados y que EE. UU. es el dueño de la moneda en la que se mide el déficit. El déficit exterior de EE. UU. suple y en cierto modo minimiza la inoperancia del BCE, que sometido a Merkel, mantiene sin financiación a todo el área cuando el problema es precisamente la falta de de aquella.
De Draghi poco podemos esperar, pues si bien empezó bajando los tipos de interés y comprando deuda italiana y española, ya ha dejado claro que no volverá a hacerlo, alineándose con Merkel, quien ya ha avisado que a España le quedan por lo menos cinco años más de sufrimiento.
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