Mi Columna/Sáhara Occidental
Eugenio Pordomingo (4/11/2012)
La visita del Enviado Personal del Secretario General de Naciones Unidas para el Sáhara Occidental, Christopher Ross, ha servido de acicate para que la sociedad civil saharaui manifieste una vez más sus esperanzas de liberarse del yugo marroquí. La visita de Ross a los Campamentos de Refugiados saharauis ha sido la mecha que ha encendido que la población saharaui salga como en Fuenteovejuna, todos a una, de forma pacífica pero resoluta a exigir su liberación. El Aaiún y Smara han sido las ciudades donde las fuerzas de ocupación marroquíes se han ensañado de forma más brutal contra un pueblo que sólo pide libertad y que se cumplan las resoluciones de la ONU. ¿Es mucho pedir?
El día 2 de este mes, en esta página de Internet, Ana Camacho y Salambuha Bubacar lecuara escribían acertadamente que el «régimen marroquí está de los nervios con el terremoto que ha provocado la visita de Christopher Ross al Sáhara Occidental. No se explica de otra forma que ayer decidiesen recurrir a los imanes, aprovechando que era viernes (día de la oración para los musulmanes), para contrarrestar el ambiente de ebullición que se vive en la antigua provincia española con un sermón de exaltación de la Marcha Verde, como un acto patriótico y glorioso».
El texto de las dos periodistas fue oportuno, certero y «dio en el clavo», como se suele decir: «El remedio fue peor que la enfermedad ya que la mayoría de los fieles saharauis abandonaron los recintos religiosos en señal de protesta. El recurso a los imanes refleja la inquietud del régimen marroquí ante las manifestaciones que la población saharaui ha improvisado para dejar clara su adhesión al derecho a la autodeterminación al enviado especial del Secretario General de la ONU para el Sáhara Occidental. Pese al silencio que se había mantenido sobre la inclusión de El Aaiún en la gira de Ross por la región, que no se hizo pública hasta casi el último momento, las protestas antimarroquíes de los saharauis han dejado en evidencia el discurso anexionista marroquí. La agresión a Aminetu Haidar, la activista de los derechos humanos con la que Ross quiso conversar, es otra prueba del nerviosismo marroquí».
Con tino, sagacidad, talento y olfato periodístico, las dos profesionales optaron por comprobar sus tesis (la duda metodológica de René Descartes) con expertos analistas que además de la teoría aportaran la praxis. La oportunidad se la brindo Hmad Hammad, vicepresidente de la asociación CODAPSO (Comité de Apoyo para la Autodeterminación del Pueblo del Sáhara Occidental), que casualmente se encuentra en Madrid, y al que tendré ocasión de saludar mañana en una reunión de APPA (Asociación para el Progreso de los Pueblos de África), a la que también asistirá Bucharaya Beyún (Delegado para España de la RASD y el Frente Polisario).
Hammad les informó: «No es la primera vez que los imanes, que en las mezquitas marroquíes son nombrados por el ministerio del Interior marroquí, han utilizado las mezquitas en el Sáhara ocupado para lanzar discursos políticos a favor de los intereses anexionistas del majzén e insultar a los saharauis de los campamentos de refugiados del Frente Polisario».
Hammad insistió: «Pero así como fue muy habitual este tipo de prácticas tras la invasión de la Marcha Verde y en los años ochenta, desde los noventa habían renunciado a este tipo de estrategia. La gran novedad, sin embargo, es que los saharauis abandonen en masa la oración del viernes».
Con esa acción de abandonar las mezquitas -más que un gesto es un cañonazo en toda la línea de flotación-, los saharauis han «recordado al majzén que las mezquitas no deben ser utilizadas para hacer política y menos para exaltar una agresión de musulmanes contra musulmanes que va en contra de su religión».
Todo un mensaje, de paso, para el amodorrado pueblo marroquí que no se atreve, no osa, ni se le ocurre (salvo una minoría), inquietar o molestar lo más mínimo al monarca marroquí, al que de facto le reconocen ungido de «autoridad espiritual» y, en consecuencia, de todo tipo de poder sobre ellos.
Pero, o mucho cambia la situación, o yo creo que ha empezado el cambio, la retirada -por la vía de los hechos o por la fuerza de la razón- de los ocupantes ilegales del Sáhara Occidental. Y el que dude de lo «ilegal» que consulte las resoluciones de la ONU.
Desde hace dos días, las fuerzas de ocupación de Marruecos se ensañan brutalmente reprimiendo manifestaciones pacíficas en El Aaiún y Smara. Con esto no quiero decir que la represión haya comenzado anteayer, sino que ahora ha tomado otro giro.
En El Aaiún y Smara, en todo el Sáhara Occidental, los saharauis han salido como uno solo a pedir su liberación, a exigir que Marruecos abandone su territorio y deje de usurparles los recursos de las tierras de sus antepasados.
El pueblo saharaui no es radical, ni tiene lazos con Al Qaeda, ni nada parecido, a pesar de los esfuerzos que hace Marruecos y su lobby por que así parezca. Esta aseveración -la de su pacifismo- aparte de ser un hecho, ha sido reafirmada una y mil veces por cancillerías, servicios secretos y por todo aquel que visita los campamentos de refugiados o convive con una familia saharaui. Es lo que en sociología se llama «regla de la evidencia».
La hospitalidad del pueblo saharaui se comprueba con la respuesta a esta pregunta. ¿Alguien conoce a musulmanes de otras tierras que dejen a sus hijos en manos de «cristianos» durante varios meses al año para pasar las Vacaciones en Paz en tierras de infieles?
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