Cardenal Rouco Varela
Cardenal Rouco Varela

Mi Columna
Eugenio Pordomingo (3/3/2013)
En Madrid –en general en toda España excepto en Cataluña y Vascongadas- los curas, los sacerdotes, tiran más por lo social que por lo político. Aunque disociar lo uno de lo otros es harto complejo. En Cataluña y Vascongadas, el clero se ha pegado, y plegado, más al sentir de la clase política nacionalista, y sus soflamas han ido, en muchas ocasiones, más por la ideología (Poder) que por el reparto del trigo y el jubón. Generalizar no es bueno ni acertado, pero la balanza se inclina por lo dicho.

Como si fuera nuevo ´2 de mayo´, unos curas madrileños se ha lanzado a criticar el silencio de los mandamases de la Iglesia española ante la crisis actual.  En el ´Foro de Curas de Madrid ´, un grupo de éstos ha lanzado un nuevo documento ante la crisis y la respuesta episcopal a la misma, titulado ¿Dónde está tu hermano?,  en el que denuncia el contraste existente entre la «locuacidad condenatoria» en otros ámbitos  y el «silencio» de los obispos españoles ante la corrupción que recorre nuestro país. El ´Foro Curas de Madrid´  lo integran algo más de un centenar de sacerdotes de las parroquias más pobres de Madrid.

Los curas madrileños ven con “preocupación, dolor y rabia cómo más de cinco años después de que comenzara la crisis económica la situación que están viviendo muchas de las familias de nuestros barrios, gente de clase media y baja, es cada vez más angustiosa y desesperante al tiempo que salen a la luz un día tras otro casos de corrupción política y económica a gran escala”. Esos casos están protagonizados “con frecuencia por algunos de los que generaron la crisis o de los que se la están haciendo pagar a los más desfavorecidos de la sociedad, especuladores financieros, empresarios, gestores de lo público o banqueros, unidos por un mismo afán, el de ganar cuanto más dinero mejor pagando al Estado en impuestos lo menos posible”.

Los curas madrileños, conscientes de que cada vez  “son más numerosos los parados, los que sufren el desahucio de su vivienda, los que necesitan acudir a los comedores sociales, los que rebuscan en los contenedores de basura, los que llegan incluso a tomar la trágica decisión del suicidio, porque se les cierran todas las puertas y sienten sobre ellos el peso de cargas insoportables”, constatan al mismo tiempo que se escucha “a los actuales gobernantes y a determinados empresarios y banqueros, así como a sus asesores y portavoces mediáticos, que todo ello es inevitable, una etapa necesaria para salir de la crisis, un tratamiento de austeridad que les duele prescribir, pero que acabará sanando la enfermedad económica que padecemos”.

Con ese manido mensaje, repetido hasta la saciedad, tratan de justificar “todas las medidas políticas y económicas que están tomando los responsables de las diversas administraciones públicas”. Pero las “consecuencias” de esas medidas “apenas afectan al restringido grupo de los más pudientes de la sociedad, sino que recaen sobre el resto de  los ciudadanos, que constituyen la inmensa mayoría de la población”.

El documento se refiere a las “penurias de tantas personas súbitamente empobrecidas” y la indignación que “nos causaba la autosuficiente indiferencia y hasta el desprecio con que sus quejas eran contempladas y hasta ridiculizadas por quienes estaban en el origen de sus padecimientos”, para añadir que las informaciones que  “están apareciendo en torno a algunos de estos engreídos nos llenan de rabia”.

Los curas madrileños no olvidan la labor que llevan a cabo algunos periodistas con sus  “investigaciones” y muy “especialmente el trabajo de algunos fiscales y jueces, junto con la policía que tienen a su servicio, están consiguiendo destapar casos y más casos de corrupción en la clase política, en la banca comercial y especulativa, en el mundo de los grandes empresarios y hasta en el de la propia judicatura”.

No dejan atrás la vergonzosa compra y venta de favores políticos que al margen de la ley “generan y proporcionan millones de euros de ganancias; gigantescas evasiones de impuestos; dilapidación de dinero público para costear gastos o caprichos privados o superfluos”, sin olvidar los obscenos “sueldos, bonos y pensiones descomunales pagados a dueños o directivos de empresas, cajas de ahorro o bancos que por su descabellada gestión de créditos y de inversiones los han llevado a la quiebra y en auxilio de las cuales ha salido el Estado, aún a costa de incrementar enormemente la deuda pública y de quedarse sin fondos con los que mantener el grado de bienestar social que en los últimos años había alcanzado España con el esfuerzo de todos”.

Los  severos recortes de gasto en los servicios públicos, entregar la gestión a empresas privadas, la amnistía fiscal y endurecer las condiciones laborares no quedan  fuera del ojo crítico de estos curas que son conscientes de que “escasean los justos y abundan los despiadados”. Pero lo que es peor, es que cada vez  “se hace más intensa la sensación de que no existe una sincera y decidida voluntad política de poner coto a tal estado de cosas”.

Como un deber social y una actitud coherente con la fe que profesamos –dicen estos curas- consideramos “aliviar material y espiritualmente a los que están padeciendo las consecuencias de la crisis sino también y muy especialmente contribuir a que dejen de existir las causas que la han generado”. Entre esas causas destacan la “avaricia desmedida”  de unos pocos y su “falta de piedad hacia aquellos de los que se aprovechan”.

Aparte de esta valiente y diáfana denuncia de las causas y consecuencias de la situación actual, los curas madrileños echan “en falta que la Jerarquía católica española realice gestos y pronuncie con claridad y constancia palabras que transmitan solidaridad y consuelo a las víctimas de tanto dolor y que contengan, a su vez, una dura e inequívoca crítica y condena hacia quienes, con nombres y apellidos o logos comerciales bien conocidos, lo están ocasionando”.

El “casi total y generalizado silencio de ahora contrasta con la locuacidad condenatoria de la que nuestros obispos han hecho gala en otras ocasiones en las que no era contra los poderosos sino contra gente cansada y agobiada contra quienes, incomprensiblemente, en vez de palabras de alivio, dirigían duras y generalizadas críticas”.

En este contexto, “recordamos”  –dicen los curas del Foro- una fotografía que publicó L’Osservatore Romano, edición española, en la que “tras Benedicto XVI y Don Antonio María Rouco Varela, se ve a los componentes de una delegación   de promotores de la Jornada Mundial de Juventud , empresarios y banqueros (…) dispuestos a “ofrecer los recursos humanos y materiales precisos para qué sea todo un éxito».

 

Eugenio Pordomingo
Eugenio Pordomingo

El testimonio fotográfico, y esas palabras, se recuerdan en el documento ¿Dónde está tu hermano?, “porque dos años y medio después de que se celebrara la audiencia pontificia en que fue tomada varias de las personas que aparecen en ella están imputadas en procesos judiciales en los que ha de dilucidarse si, como algunos indicios sugieren, están involucradas en la comisión de algunos de los delitos contra la Hacienda pública o contra la caja de la Seguridad Social a los que nos hemos referido anteriormente”.

El  ´Foro Curas de Madrid´ considera que quizás “ello explica el retraimiento de los jerarcas a la hora de condenar públicamente estos desmanes. Tras haber buscado y obtenido el apoyo económico de los poderosos para dar brillantez a la JMJ de agosto de 2011, carecen de la libertad necesaria para alzar su voz contra los delitos que un buen número de ellos han venido cometiendo desde hace varios años”.