China/África
espacioseuropeos (13/2/2014)
Con la violencia que sacude Sudán del Sur como telón de fondo, Zhong Janhua, encargado de los asuntos africanos del gobierno chino, ha declarado que su país pretende «comprometerse más en la resolución de conflictos y en hallar soluciones pacíficas a las crisis en África». La puesta en práctica de la afirmación supondría un cambio en la política exterior china, basada en la no injerencia, además del reconocimiento a la constatación de un escenario nuevo: «Lo que estamos enfrentando es un desafío. Para nosotros es algo nuevo», dijo Janhua.
«China ha apoyado siempre los esfuerzos de mediación de la Autoridad Intergubernamental para el Desarrollo y ha mantenido una íntima comunicación con todas las partes concernientes para promover las conversaciones pacíficas», dijo el portavoz del Ministerio Chino, que celebró la negociación en Sudán del Sur.
En 1954 China lanzo una política de «no interferencia en los asuntos políticos extranjeros» pero según algunos diplomáticos, su interés económico en Sudán del Sur estarían obligando a Pekín a superar su habitual cautela. El año pasado, recuerda la agencia, China importó de Sudán del Sur cerca de tres millones y medio de toneladas de petróleo, convirtiéndose en el principal socio comercial del país.
Muchos analistas son escépticos sobre la manera en la que China podría transformar sus actuaciones en África, dice MISNA. China ha conseguido entrar en África a base de préstamos a bajo coste e inversiones, obteniendo como contra partida abundantes materias primas sin transferir apenas tecnología, ni ofrecer a cambio capacitación o buenas condiciones laborales. África exporta a China crudo y otras materias primas sin procesar como el cobre, cobalto, o el hierro, entre otros; mientras, el continente importa de China productos manufacturados a precios muy competitivos, infraestructuras, servicios, etc… En este sentido, la naturaleza de las importaciones y exportaciones no es tan distinta de la que África puede tener con Estados Unidos o Europa, sin embargo, China —que no tuvo colonias en África—, ha llevado a cabo unas relaciones diplomáticas de no injerencia en la política local que en cierta forma agrada a muchos gobiernos africanos, aunque levante polémicas entre la oposición y los activistas políticos. Cada vez más, no obstante, los países africanos exigen una mayor creación de puestos de trabajo —a menudo grandes proyectos de infraestructuras llevados a cabo por empresas chinas vienen ligados a la llegada de trabajadores extranjeros chinos, lo que limita la creación de empleo a nivel local— o transferencia de tecnología. Más de la mitad de los contratos de obras públicas en África lo ganan empresas chinas, gracias a sus precios competitivos y a su diplomacia basada en préstamos que en ocasiones son dudosos o poco transparentes.
China, hasta el momento, ha desligado sus relaciones comerciales con los países africanos de otros asuntos como la buena gobernanza, al revés que lo que proclaman las potencias occidentales —lo que con frencuencia es una mera política de imagen—. «No acostumbramos a ligar nuestra ayuda a las condiciones políticas. Nos parece inútil esperar que todo sea perfecto, incluso los derechos humanos, para empezar a hacer negocios», dijo Liu Guijin, el anterior representante chino para Asuntos Africanos según recoge un artículo de un número atrasado de la Revista Mundo Negro
El gobierno chino ha insistido frecuentemente en que su papel favorece la paz, el desarrollo y el progreso en el continente africano.
Fuente: Mundo Negro