Decenas de miles de estudiantes argelinos se unieron esta semana al movimiento de protestas (Reuters)

Argelia
Brahim Oumansour
(4/3/2019)
La decisión del presidente Bouteflika de postularse para un quinto mandato es solo una de las causas de la extendida indignación popular.

La decisión de Abdelaziz Bouteflika de postularse para un quinto mandato presidencial, a pesar de su mala salud y avanzada edad, es algo inadmisible para muchos argelinos.

A lo largo de los últimos días, cientos de miles de personas han salido a las calles en ciudades de todo el país, así como en el extranjero, para oponerse pacíficamente a la candidatura de Bouteflika rompiendo el muro de miedo y silencio.

El actual régimen argelino no había previsto en absoluto este nivel de movilización sin precedentes. Tampoco debería confiar en que se acabe rápidamente.

Las protestas han sorprendido asimismo a la comunidad internacional y a los observadores de la política argelina, ya que el país había evitado en gran medida las concentraciones masivas celebradas en todo el Medio Oriente y África del Norte durante la llamada Primavera Árabe de 2011.

He aquí algunos de los factores que han propiciado las protestas en Argelia, así como el impacto que estas pueden tener en las próximas elecciones del país:

Un régimen todopoderoso
El anuncio de Bouteflika de que se presentaría para un quinto mandato como presidente provocó la indignación de los ciudadanos argelinos e impulsó un movimiento de base en varias ciudades tras una serie de llamamientos anónimos las redes sociales para que la gente saliera a protestar.

Las manifestaciones se produjeron de forma espontánea al margen de las estructuras tradicionales del poder político en el país, aunque algunos colectivos, como Mouwatana, un movimiento liderado por ciudadanos que incorpora a partidos políticos, asociaciones e individuos, también pidieron a los argelinos que tomaran las calles.

Argelia no presenciaba un movimiento masivo de descontento similar desde que en 1988 se produjo un levantamiento popular, cuando los jóvenes protestaron en masa por el alto desempleo, el aumento del coste de la vida y las duras medidas de austeridad.

De hecho, la población argelina lleva mucho tiempo divorciada de la política.

“¡Tú y tu panda, marchaos. no habrá un quinto mandato. Estamos hartos!”

Bouteflika tiene todo el poder que necesita para asegurar su reelección, así como el apoyo de la administración actual y del ejército, que prioriza la estabilidad frente a cualquier cambio político potencialmente arriesgado.

El presidente ha podido también consolidar su posición debido a una coalición política y económica con ciertos partidos, como el Frente de Liberación Nacional (FLN) y la Agrupación Nacional Democrática (RND, por sus siglas en francés), así como con algunos empresarios que han surgido como figuras clave durante su tiempo en el cargo.

Bouteflika se ha beneficiado también de los logros alcanzados durante su presidencia de veinte años de duración. Entre esos logros se incluyen, entre otras cosas: el retorno a la paz; las inversiones realizadas desde su primera elección; la modernización y construcción de infraestructuras; la construcción de viviendas y universidades y el acceso al gas y la electricidad en todo el país.

Desesperación social
También es importante señalar que los partidos políticos de la oposición se han derrumbado en todos los frentes, y que el panorama político y mediático de Argelia hace casi imposible que surjan nuevas personalidades o grupos políticos que transformen el sistema político.

En este contexto, no hay candidatos políticos lo suficientemente poderosos o creíbles que representen un desafío serio a Bouteflika. Sin embargo, el movimiento de protesta actual puede cambiar todo eso y arrasar con el statu quo.

Las protestas están facilitando una nueva dinámica y los argelinos están convirtiéndose en actores del sistema político, algo que las autoridades argelinas deben tener ahora en cuenta.

Sin embargo, quizá podamos preguntarnos por qué este tipo de movimiento no apareció antes, tal vez durante las revueltas de 2011 en el mundo árabe o en las últimas elecciones presidenciales de Argelia en 2014.

Varios factores, algunos más visibles que otros, han contribuido a lo que está sucediendo, entre los que se destaca la situación económica y social actual en Argelia.

El Estado ha invertido sumas enormes para modernizar la infraestructura del país y fomentar la recuperación económica, pero no logró desarrollar una economía que mejorara el poder adquisitivo de los ciudadanos y proporcionara trabajo a un gran número de jóvenes desempleados.

La corrupción y el clientelismo han creado un sentimiento de injusticia entre las personas que no se han beneficiado en modo alguno de las riquezas del país.

La desesperación social se ha agravado a causa de la serie de medidas de austeridad que se aplicaron a raíz de la caída en los precios del petróleo en 2014, que fueron acompañadas por una inflación en los bienes básicos que afectó duramente a las personas de clase media y baja.

Madurez política
La longevidad de la presidencia de Bouteflika, que corre el riesgo de prolongarse más de dos décadas si se asegurara un quinto mandato, ha desencadenado la ira de los argelinos y ha generado un sentimiento de cansancio, cuando no de humillación, como resultado de la mala salud del presidente.

Postularse para un quinto mandato es demasiado a los ojos de un gran segmento de argelinos. La ausencia del presidente en los medios de comunicación desde el infarto que sufrió en 2013, y su estado visiblemente frágil, como se muestra en las imágenes de Bouteflika que han aparecido desde entonces, hace que hasta para los miembros de su entorno sea difícil en esta ocasión defender su candidatura.

Además, el progreso económico y social logrado en los últimos veinte años ha creado una clase media argelina que es políticamente madura.

Ese segmento de la sociedad del país aspira, y así lo ha demostrado, a una serie de demandas políticas y sociales más ambiciosas que las que ofrece el gobierno actual.

Finalmente, no puede ignorarse el papel de las nuevas tecnologías. Internet, y las redes sociales en particular, están ahora disponibles por toda Argelia, contribuyendo a la propagación de las protestas y ayudando a difundir y coordinar acciones en diferentes ciudades.

En respuesta a toda esta situación, las autoridades argelinas deberían tratar de promover el diálogo y evitar el uso de discursos desafiantes hacia los manifestantes, lo que podría empeorar la situación.

También deberían proponer medidas concretas para ayudar a que Argelia inicie una transición política real basada en un consenso nacional. El mismo Bouteflika se refirió a eso cuando anunció que planeaba postularse para un quinto mandato.

La posible respuesta del gobierno es especialmente crítica, ya que las protestas pueden hacerse duraderas y generalizarse, como lo demuestran las decenas de miles de estudiantes universitarios que se unieron al movimiento a principios de esta semana.

NOTA:
Brahim Oumansour
es consultor en geopolítica y relaciones internacionales. Es asimismo investigador asociado del Instituto de Relaciones Internacionales y Estratégicas (IRIS) y del Centro de Estudios e Investigaciones sobre el Mundo Árabe y Mediterráneo (CERMAM). Sus investigaciones se centran en la política exterior de Estados Unidos en África del Norte y Oriente Medio desde la II Guerra Mundial hasta la guerra contra el terrorismo y el proyecto de democratización.
La traducción del inglés para Rebelión es de Sinfo Fernández.
Esta traducción puede reproducirse libremente a condición de respetar su integridad y mencionar al autor, a la traductora y a Rebelión.org como fuente de la misma.

Fuente: Middleeasteyenews y Rebelión.