Pedro Sánchez, Presidente del Gobierno de España.

España
Francisco Rubiales (2/5/2020)
Los jueces comienzan ya a aceptar las denuncias de los ciudadanos contra el gobierno, denuncias cargadas de razón y de pruebas. El gobierno está terriblemente asustado porque sabe que ha fracasando, que su gestión de la crisis del coronavirus está siendo un desastre y que nadie olvidará en el futuro que no han sabido gobernar. Están tan acojonados que entre ellos ya ni siquiera aspiran a ganar otras elecciones, sino a terminar el actual mandato. Saben que están perdiendo votantes a chorros y que los ciudadanos, los médicos, las víctimas, los demócratas y los que aman a España y las libertades formamos ya una legión invencible dispuesta a expulsarles del poder.

El pesimismo se cierne sobre España, infectada de contagios y muertes, con su economía colapsada y con decenas de millones de ciudadanos encerrados en sus hogares, anidando la histeria y rumiando la venganza contra los que les han llevado hasta esta situación.

Los políticos del poder, faltos de talla y de grandeza, están asustados, cuando debían estar compungidos y se muestran arrogantes, diciendo a sus adversarios que en el futuro tendrán «mucho tiempo» para hacer oposición, cuando deberían mostrar humildad y pedir perdón. «Genio y figura hasta la sepultura». Las mentiras, los engaños y la truculencia siguen reinando porque forman parte del ADN de Sánchez y sus secuaces.

El miedo y el pesimismo se les notaba ayer a Sánchez y a los suyos en la sesión nocturna que celebró el Congreso para prorrogar el Estado de Alarma. En el rostro se les veía el miedo a la indignación ciudadana y al rechazo colectivo, un miedo que paraliza porque el futuro puede llevarlos al descrédito, la inhabilitación y la cárcel por sus terribles errores y por los daños que han causado con su mal gobierno, incluyendo miles de muertes.

Los ciudadanos no estamos mejor y se empiezan a notar ya los estragos del encierro forzoso en los hogares, hoy ya convertidos en prisiones blandas, donde hay demasiado tiempo para reflexionar y sopesar la desgracia que tiene España al poseer el peor gobierno en el peor momento.

De esa reflexión surgen miedos, inquietudes y realidades, como que los políticos han cometido demasiados errores y han dejado en la cuneta a demasiada gente. Los médicos se han convertido en sus peores enemigos porque son conscientes de que el gobierno los ha enviado al matadero sin protección y desamparados, sin mascarillas, guantes ni trajes especiales. Las filas de los sanitarios están diezmadas por el virus y el número de muertes crece cada día más entre ellos, que son la primera línea de defensa del país. Agradecen los aplausos del pueblo cada día, a las 20.00 horas, pero agradecerían más que llegaran los equipos de protección que les permitieran curar sin morir.

Los enfermos también se sienten traicionados por los retrasos en tomar medidas, por las mentiras de los gobernantes, por la falta de suministros, por la falta de respiradores y por el empuje que el irresponsable gobierno le ha dado a los contagios. Entre médicos, enfermeros y enfermos se ha formado una inmensa y dolorida brigada de oposición al gobierno, de gran fortaleza y entidad, y las perspectivas son que esa brigada se convertirá en muchas divisiones acorazadas contra el gobierno, cuando las muertes avancen y España sea, junto con Estados Unidos, el país más infectado del mundo.

Si a esa alianza de sanitarios y enfermos contra el gobierno se les agregan los españoles demócratas y decentes que se sienten estafados por el gobierno y los muertos, que desde sus tumbas claman contra el binomio siniestro SánchezIglesias, la verdad es que el futuro para los que hoy gobiernan está pintado de negro. Las fechorías, daños y muertes causadas son tantas que nadie va a quitarle a Sánchez el «titulo» de ser el peor jefe de un gobierno español desde los tiempos de Viriato.

Nos dicen que en estos momentos tenemos que estar con el gobierno, pero cada día comprobamos que el gobierno no está con nosotros. Aunque es demasiado tarde, ha tenido que ocurrir esta desgracia para que abramos los ojos y descubramos verdades tan inquietantes que dan pánico, como que los políticos han desmontado y esquilmado la sanidad pública, que los miserables que nos gobiernan han gastado casi todo el dinero disponible en comprar votos y en hacer ricas a sus huestes, descuidando la sanidad, la educación, la protección de los débiles, la defensa y mil necesidades más de las que hacen a un país fuerte y solvente.

Un médico clama por Internet con razón y convierte en viral el siguiente alegato veraz y estremecedor:

«El desastre organizativo ha sido tan absoluto, la incompetencia tan burda, la imprudencia tan visible, la mentira tan palpable, la desidia tan evidente, que el Gobierno (o los Gobiernos) nos piden ahora silencio para ir ellos construyendo su relato. El relato que los salve. El chivo expiatorio que revuelva de nuevo a los pacientes contra quienes se encargan de la salud. La ignominia llevada a un grado sumo. Maestros de miserables.

En un país donde los médicos y las enfermeras se protegen con bolsas de la basura para atender a sus pacientes, en un país donde se confeccionan mascarillas con papel higiénico o con bordados de punto de cruz, en un país donde ya están cayendo médicos, enfermeras y guardias civiles en acto de servicio, en un país que ya supera a China en número de fallecidos por el coronavirus, se dice por una consejera socialista de sanidad que los médicos se están contagiando por viajar mucho.

Ya estamos otra vez en lo de siempre, en escupir a la cara a quien nos cuida para salvar ellos el culo, en intentar explicar lo inexplicable atacando al punto débil del sistema. El jefe sioux haciéndole la vida imposible al indio. El general de cinco estrellas abofeteando al soldadito bajo su mando.

Un artículo publicado anteayer en El País demuestra la incompetencia y la desidia criminal de este Gobierno. Un Gobierno que, durante los cruciales meses de enero, febrero y marzo, estuvo distraído en los tres problemas “más acuciantes” de España. A saber: la lucha contra el heteropatriarcado opresor de las mujeres, la colocación de Pablo Iglesias en el CNI y la satisfacción de los antojos a los desleales catalanes.»

Fuente: Voto en Blanco.

N. de la R.
El autor es Doctor en Ciencias de la Comunicación, ha sido corresponsal de guerra (Ramadam 1973, Nicaragua 1979 y El Salvador 1980), director de las delegaciones de la Agencia EFE en Cuba, Centroamérica e Italia, así como director de Comunicación de Expo’92. Autor de varios libros. Es profesor de postgrado en las universidades de Sevilla y Cádiz y de varias escuelas de negocios. Autor desde 2005 del blog VotoEnBlanco.