Celestino Okenve, Rafa Díaz y Ana Camacho en la Tertulia Espacios Europeos celebrada el 9 de noviembre de 2017.

Mi Columna
Eugenio Pordomingo (27/9/2020)
Con esta tercera entrega damos por terminada esta entrevista, sin que ello signifique en otra ocasión, de acuerdo con las circunstancias, podamos volver a charlar con el profesor Celestino Okenve.

P.- El proceso para que Teodoro Nguema Obiang se haga cargo de la Presidencia del país, parece que se está consolidado de acuerdo con la Ley Fundamental de Guinea Ecuatorial, ¿qué opina al respecto? ¿Va a ser aceptado por ustedes?
R.- Para nosotros, para la verdadera oposición, Obiang Nguema puede hacer todo lo que le dé la gana como viene haciendo. Ello no impedirá que sigamos con la determinación de combatir su dictadura familiar a cualquier precio, como venimos haciendo. Nosotros tenemos nuestra agenda y seguimos adelante, no importa si es Teodoro o Teodorín.
Si cualquiera de ellos nos llama para diseñar y ejecutar una transición a la democracia dirigida por un gobierno provisional de unidad nombrado al efecto, entonces y solo entonces, podríamos modificar nuestra agenda. Por supuesto, en ese gobierno no puede estar ningún miembro de la dictadura.

P.- Lamentablemente, así lo demuestra nuestra historia reciente, España -vamos los gobiernos españoles- no parece que apoyen a la oposición guineana afincada aquí. A su entender, ¿a qué se debe?
R.- No tengo idea. He dicho antes que efectivamente la España oficial no asume su rol de acompañar un país creado por ellos para que se desarrolle políticamente. La respuesta la tienen los políticos españoles. Pero quiero adelantar aquí que los guineanos no somos culpables de eso. Hay guineanos que no están a la altura pero hay otros que sí. Entre la clase política española existe la idea de que deben escoger a un guineano inútil que sirva para que le controlen y así están cómodos. No se sienten cómodos con gente preparada y honesta. Elegir por ejemplo a Faustino Ondo, un miliciano de Macías, analfabeto, sin convicciones democráticas e infiel a las leyes y a las normas, es un error. En España se ha formado y vive lo mejor de la sociedad guineo-española. Si se rechaza el contacto con ellos es por una razón ilícita. Los guineanos deberán buscar un país hermano mayor en otro sitio si las cosas siguen como han seguido en los últimos 50 años. Creo que la clase política española, para ayudar al pueblo guineano, debe trabajar con guineanos formados usando la filosofía del contrato, es decir, para que España gane y los guineanos ganen, no para expoliar, es decir ganar todo y engañar al negro. Sospecho que esta filosofía del expolio es la que hace que los españoles se encuentren cómodos con los analfabetos que malgobiernan Guinea. Lo correcto es: yo gano tanto y tú ganas tanto y a cumplir el pacto sin ánimo de ir de listo.

P.- ¿Tiene qué ver algo en ese aparente desinterés por lo que sucede en Guinea, el que algún expresidente y ministros socialistas españoles estén ejerciendo de
lobistas con el gobierno de Malabo?
R.- Quiero creer que no porque indicaría una bajeza impropia de un hombre político. Los españoles que creen que hay que hacer negocios en Guinea, si no lo harán otros, no merecerían ser llamados políticos sino aventureros mercantiles.

P.- ¿Ve alguna posibilidad de que la oposición, sobre todo la que vive en España, se una, se articule en una sola voz?
R.- No es necesaria la unidad y se dará o se da entre gente sería con visión de Estado.
No se puede negar que el régimen de Malabo secuestra a opositores guineanos en el exilio, aunque no lo reconoce. Pero en algunos casos se ha visto obligado a reconocerlo –con subterfugios- debido a la presión de algún medio, como ha sido nuestro caso. Me refiero por ejemplo, al más reciente que sepamos, de cuatro miembros del MLGEIIIR, secuestrados en Sudán.

P.- ¿Le parece a usted que la oposición se ha movido con celeridad en este escabroso y abominable suceso?
R.- Bueno, aparte de rechazar rotundamente este acto abominable de la dictadura, solo podemos hacer las cosas mejor para echar a esos malvados que gobiernan Guinea cuanto antes. Los países no hacen nada. La ONU tampoco. España en concreto tampoco hace nada. El fin rápido de la dictadura es la solución y en eso estamos con los medios que disponemos. El grupo de Paris está trabajando por los secuestrados.

 P.- ¿Cuál es su opinión acerca del nombramiento de un Defensor del Pueblo?
R.-
Nombrar un Defensor del Pueblo en una dictadura es un fraude moral y una bofetada a la razón. El anterior Defensor no hizo nada. Y éste tampoco hará nada que se corresponda con el mandato que la constitución en teoría le otorga. Después de establecer la actual constitución en 2011, que establecía la figura del Defensor del Pueblo y el Tribunal de Cuentas, Guinea estuvo cuatro años sin Defensor del Pueblo y nada pasó. Después fue nombrado y nada pasó. Habiendo un Defensor del Pueblo, se produjeron gravísimas violaciones de los Derechos Humanos y no supimos de ninguna acción de la Defensoría del Pueblo contra esas acciones.
Es un cargo para premiar la obediencia del círculo de personas que sostienen a la dictadura, nada más. Todavía no hay Tribunal de Cuentas, un órgano que el dictador, con su cinismo, presentó pomposamente como una pieza clave contra la corrupción.

P.- ¿Cuál es su opinión sobre el nombramiento de Armengol Engonga como Presidente interino del Partido del Progreso?
R.-
No debo opinar sobre los nombramientos de los cargos de un partido guineano que no está en el poder. Solo deseo que el PP tenga una buena línea de actuación que nos ayude al derrocamiento del dictador. Severo Moto mencionó en su dimisión de una renovación del partido por gente joven.

P.- El despilfarro y la corrupción sistémica e impune que asola Guinea, aparte de la bajada de los precios del petróleo, ha afectado y mucho a la economía del país, ¿qué recetas nos puede aportar usted?
R.- Desconozco al detalle la economía guineana porque sus datos son secreto de Estado que guarda celosamente la familia dictatorial. Conocemos solo algunos datos por los informes del FMI. La planificación de una economía solo se puede hacer cuando se tienen datos completos a través de las Cuentas Nacionales o de las tablas input-output de la economía nacional. Ninguno de estos instrumentos o cálculos se han hecho.
En marzo de 2017 escribí un artículo, titulado La crisis económica guineana tiene solución, en el que, a falta de unas tablas I/O de la economía guineana, elegía un sector, el energético y el de las tecnologías de Información, para crear ex-novo una estructura económica adecuada.
Para aclarar en parte la idea de la supuesta crisis económica de Guinea, quiero matizar algunas cosas:

Severo Moto y Celestino Okenve

El sector petrolífero está muy poco vinculado a la economía nacional y además del total de ingresos, solo un 25% se traslada al Estado. El dictador se inventó una máxima diciendo que los ingresos petrolíferos no iban a financiar los presupuestos generales en la parte de los gastos corrientes (educación, sanidad, ejército, agricultura, etc.), sino ocasionalmente, inversiones de infraestructuras. Claro, que el régimen denomina infraestructuras a la construcción de cuarteles militares, ayuntamientos, palacios presidenciales en todos los distritos, catedrales, su residencia en Nko-eté, etc. Gastar en esos capítulos no es inversión productiva porque esas obras no redundan de forma positiva en el sistema productivo, no crean lo que se llama externalidades.

En cambio las carreteras, los puentes y algunos puertos y aeropuertos, si los utiliza la economía o la población, sí que son infraestructuras y son inversiones productivas. Pero las carreteras y los puentes que hay en Guinea, fueron hechos con un crédito chino de 2.000 mil millones de dólares que van a pagar las generaciones futuras. Las empresas de construcción que recibían dinero del petróleo para hacer obras inútiles o para gestionar el transporte aéreo y las telecomunicaciones, eran estatales, dirigidas por familiares y amigos extranjeros del dictador y servían para desviar esos 25% de ingresos petrolíferos hacia los bolsillos de los amigos egipcios, turcos, brasileños y marroquíes; y, por supuesto, hacia los bolsillos de la familia del dictador. A toda esa gente ligada a la mafia dictatorial, un 10%, les afectó el precio del petróleo, pero el 90% de la población guineana restante ya vivía mal antes con sus economías de autarquía (subsistencia) y su sector informal, y no han notado lacrisis como la minoría ligada a la dictadura.
Acabar con la dictadura y el sistema cleptocrático que lo sustenta, es imprescindible para orientar la economía guineana. Y después, elegir unos sectores, aparte del petrolero y gas, para estructurar la economía de forma bien articulada, sin hipertrofias sectoriales, como propongo en el artículo mencionado.

Nota de EPP:

Eugenio Pordomingo

La entrevista ha sido larga, pero jugosa. A pesar de ello, se han quedado en el alero algunas repreguntas y nuevas preguntas, pero habrá tiempo para ello en otras ocasiones.
A través de esta entrevista y otras que he hecho a opositores guineanos, unido a mi conocimiento de Guinea Ecuatorial –escaso, por supuesto-, percibo que una gran parte de las energías y preocupaciones de la oposición a Teodoro Obiang Nguema se centran en los desencuentros que mantienen, lo que les resta cierta eficacia y eficiencia en sus tácticas y estrategias para provocar un cambio político en Guinea Ecuatorial.
Esa situación es aprovechada con descaro por la dictadura guineana, bien empleando la “persuasión” económica o, lo más usual, recurriendo a una violencia extrema con aquellos que considera irreductibles.
La posición de los gobiernos españoles, en mayor o menor medida, ha sido de siempre “soportar” a Obiang Nguema, lo que se traduce -guste o no que lo digamos-, en un apoyo institucional, más o menos encubierto.
Pero más lamentable aún es la posición del Congreso y Senado de España, además de los partidos políticos, que ya ni se molestan en contestar a las denuncias que les llegan desde la oposición guineana. Y desde aquí lo denunciamos, pues sencillamente nos da vergüenza.