Cadáveres insepultos de los soldados españoles a la entrada de Monte Arruit. 1921.

Sin Acritud….
Julio Martín Alarcón (21/12/2020)
No es que los Krim conocieran solo a su futuro enemigo, sino que conocían también los recovecos de la Administración, el sistema defensivo español y todas sus debilidades.

«No es posible, señor ministro, que en una guerra, que llamáis vosotros función de policía y peleando con cabilas, que no es un ejército regular, que son harcas deshaparradas aunque valerosas, no es posible que habiendo obtenido los resultados que hemos obtenido, se hayan concedido muy cerca de cien mil recompensas«. El republicano Melquíades Álvarez se quejaba en 1915 al ministro de la Guerra sobre el desproporcionada concesión de medallas y ascensos a militares en la campaña del Rif (J. Pando, ‘Historia secreta de Annual‘ —Temas de Hoy—). Cinco años después de sus palabras, esas «harkas deshaparradas» infligían a España su peor derrota militar desde Trafalgar: doce mil muertos tras una carnicería dramática que comenzó en la posición de Annual el 21 de julio de 1921 y prosiguió durante dos semanas más de huida infernal, hasta la definitiva masacre en la posición de Monte Arruit el 9 de agosto.

En la escuela de Málaga
El responsable de la humillación del ejército español, Mhammed ‘Ben’ Abd el-Krim al Jattabi, había dirigido una carta el 28 de diciembre de 1910, cinco años antes de las palabras de Melquíades Álvarez y diez antes del ‘Desastre de Annual’, al director de la

Escuela de Magisterio de Málaga solicitando su ingreso en dicha escuela: «Mhamed Ben Abd el-Krim, natural del Rif y de los Beni Urriagel de quince años de edad (…) suplica se digne a emitir para que dicho examen se verifique«. Se validó y el ingreso le fue concedido en ese mismo año. Acabaría sus estudios de magisterio con excelentes notas y después proseguiría en Madrid, donde cursó nada menos que Ingeniería de Minas hasta 1919, tan solo dos años antes de que se decidiese atacar a sus antiguos amigos y mentores.

Así, el estratega que hundió toda la guarnición de la Comandancia de Melilla en apenas una semana con «harkas desharrapadas«, había sido educado en España como aliado de la potencia colonial y, aunque rifeño de pura cepa, estaba a favor de los intereses españoles al igual que el resto de su influyente familia entre las harkas; pues dirigía a los Beni Urriagel, una de las mas importantes del Rif. Todo hasta que la imprudencia del alto mando del Ejército los empujó contra España.

Pero Mhammed Ben Abd el-Krim no es Abd el-Krim, no el que conocemos en España como el malvado ‘moro’ que fustigó a los españoles en el Rif, acribilló la guarnición de 12.000 hombres en Annual y posteriormente masacró a la mayor parte de los pocos supervivientes que se rindieron en Monte Arruit e hizo prisioneros durante más de un año a algunos oficiales exigiendo millonarios rescates a las familias y el Gobierno.

Los hermanos Abd el-Krim.

No lo es, porque se trata de su hermano, aunque se llamaran prácticamente igual según las diferentes traducciones que han ido haciéndose del árabe, lo que creó durante años una confusión sobre la identidad de ambos: el líder político Mohammed Abd el-Krim y el líder militar, su hermano diez años menor, Mhammed oHammedBen Abd el-Krim, que fue quien diseñó la ofensiva de Annual.

Por designio paterno, el ‘cadí’ de los Beni Urriagel, Abd el-Krim padre, había realizado grandes esfuerzos económicos para que sus dos hijos estudiaran y aprendieran el español; y en el caso del mayor, el célebre Abd el-Krim, Mohammed, trabajó además para la Administración colonial. Según el experto de Annual, el historiador Juan Pando, Abd el-Krim el Kattabi —o al Jattabi— padre actuaba como consejero en las disputas tribales y en 1894 el monarca alauí, Muley Hassán, le había nombrado ‘kaid’, en el sentido de juez político o representante del Estado.

No es que los Krim conocieran solo a su futuro enemigo, sino que conocían también los recovecos de la Administración y, en el caso de Mhammed —el pequeño— la misma escuela de Ingenería de Minas militar en la que se instruía a los oficiales. Cuando llegó la definitiva ruptura de los Beni Urriagel con España y el ataque sobre las posiciones de Abarrán, Igueriben y Annual, Hammed conocía a la perfección el sistema defensivo español y todas sus debilidades.

Estrategia paterna
Lo más increíble, sin embargo, es que Abd el-Krim padre deseaba con esta educación no solo que conocieran el país que ocupaba el Rif, sino en previsión de que pudieran ser aliados de la potenia colonial como lo había sido él mismo durante años, aunque albergara dese el principio una solución en contra de la familia real alauí que gobernaba Marruecos, que es la que había cedido a España el Protectorado del Rif tras la conferencia de Algeciras.

Ya en 1915, en el contexto de la Primera Guerra Mundial, la Administración española abrió un expediente a Mohammed Abd el-Krim —según explica la experta María Luisa de Madariaga— ante las sospechas francesas de que colaboraba con los alemanes en contra de la colonización europea. Para Juan Pando, el plan se trataba en realidad de una solución para lograr la República del Rif previo pacto con los españoles y para evitar a los franceses, que se repartían la zona: un peligroso juego que acabaría estallando en Annual.

Mohammed Abd el-Krim en Melilla.

A raíz del expediente, Mohammed Abd el-Krim fue hecho prisionero por los españoles y, aunque hallado inocente, acabó encerrado en el fuerte de Rostrogodo. Intentó fugarse descolgándose con unas sábanas, pero se precipitó al suelo, se rompió una pierna y fue apresado de nuevo. Los españoles se habrían negado a proporcionarle los cuidados necesarios para su pierna rota, fruto de lo cual se quedaría cojo (J. Pando, ‘Historia secreta de Annual‘). Aun así, a Abd el-Krim se le perdonó y en agosto de 1916 fue liberado y se reincorporó a su puesto en la Administración como traductor; aunque, tras la experiencia, él mismo diría: «Nunca nos considerarán iguales a ellos; siempre nos tratarán como perros» (L. M Francisco, ‘Morir en África‘ —Crítica—). Mientras, su hermano Mhammed proseguía sus estudios en España.

El ‘Desastre de Annual’ pondría de manifiesto una de las realidades menos conocidas de la Guerra del Rif: en realidad, todo se basaba prácticamente en las relaciones políticas con los jefes de las cabilas y las «harkas desaharrapadas«, además del liderazgo y la confianza de un puesto clave en el ejército que era el de jefe de la Policía Indígena, tropas locales al mando de los españoles. En esa situación, el liderazgo de los Abd el-Krim, que conocían tan bien a los españoles y la política colonial, también de Francia, era más que relevante.

Guerrear por «delegación»
El propio general Manuel Fernández Silvestre, responsable del avance hasta Annual, lo reconocía de alguna forma cuando explicaba que un soldado moro valía por tres españoles aunque no reconociera precisamente con eso la valía o el valor, sino un cálculo mucho más cínico:  «Un soldado moro del tabor vale por tres: uno que se ahorra español, otro que se adquiere y un tercero que se resta al enemigo» (Lusi Miguel Francisco, ‘Morir en África’).

Es decir, que costaba menos tener a soldados «moros» —que se les pagaba mucho menos— porque se sumaban al ejército español y al mismo tiempo no combatían enfrente. Ese cálculo sería uno de los aspectos que le estallaría cuando Mohammed Abd el-Krim rebeló a los rifeños de la Policía Indígena, que traicionaron a los españoles sumándose al enemigo.

La superioridad militar era un tanto ilusoria en ese aspecto y las soluciones políticas y los tratos con los líderes rifeños eran claves para lograr y, sobre todo, asegurar los avances. Exactamente lo que no se hizo en 1920. El coronel Morales que había sido jefe de la Policía Indígena lo reconocía asi: «El único ejército español que operaba en el Rif era el suyo, la Policía Indígena y los Regulares. En enero de 1921, España guerreaba en África por delegación«.

Aunque hacia finales de 1920 el principal problema para la Comandancia de Melilla era ElRaisuni, la familia Abd el-Krim —conocedora, como sabemos ya, de España, su ejército y su Administración colonial— se estaba preparando para asestar un golpe definitivo. Ya en agosto de 1920, cuando murió el padre de los Krim, Mohammed escribió una carta en ‘El Telegrama del Rif‘, el periódico de Ceuta del que era redactor jefe:

«Nosotros, hijos de ese Abd el-Krim que no olvidan los beneficios particulares que España les proporcionó, hacemos votos por la prosperidad de España y de su zona de Protectorado, y anhelamos el rápido desenvolvimiento de esta. A la vez aseguramos nuestro concurso a dicha obra«. Mohammed y Mhammed Abd el-Krim quedaron sin respuesta.

El periodista Luis de Oteyza con Abd el-Krim.

Doble juego
Mantenían un doble juego sin duda; puesto que ya en 1918, ante la deriva que tomaba el ejército español, Mohammed había pedido un permiso para ausentarse de su puesto en la Oficina de Traductores de  Melilla  y pidió además a su hermano, que estaba en Madrid  estudiando Ingeniería, que regresara al Rif un año después.

Sin embargo, para Juan Pando, los Abd el-Krim no deseaban la ruptura militar, querían mantener la relación económica con España. El nombramiento de Silvestre como jefe de la Comandancia de Melilla y su plan, azuzado por el rey Alfonso XIII, de avanzar hacia Alhucemas aceleró la guerra con los Beni Urriagel, sin las precauciones necesarias. Cuando en enero de 1921 comenzó el avance, Silvestre, que ya había reconocido de alguna forma que las tropas indígenas eran cruciales, no solo tenía en frente a El Raisuni, sino a los hermanos Abd el Krim.

Los dos hablaban correctamente español, uno de ellos había trabajado para la Administración en la Oficina de Traductroes de Meilla y además había sido redactor jefe del principal periódico, ‘El Telegrama del Rif‘. El otro había estudiado Magisterio en Málaga y después había cursado estudios nada menos que como ingeniero de minas en Madrid. Conocían bien España y a su ejército —aún mejor su tierra, el Rif tenían una larga lista de agravios con la metrópoli. Cuando vieron la debilidad del avance de Silvestre y su plan de fortificaciones, se lanzaron con un detallado plan sobre Igueriben, en el preludio del día 18 de julio, y Annual, el 21, ocasionando la matanza de 12.000 soldados españoles.

 Fuente: El Confidencial.