Internacional
A.L. Martín (4/11/2023)
Efectivamente, todas las comparaciones son odiosas. Pero es inevitable comparar. Y es realmente doloroso hacerlo cuando en esa triste comparación no solo hay edificios destrozados sino miles de vidas, muchas de ellas niñas y niños: un tercio de las víctimas lo son.
Si en estas dos fotos de Kiev y Gaza, elimináramos estos nombres y nos olvidáramos de la geoestratégica o la política o los intereses y solo las contempláramos en sí mismas diríamos: qué suerte tienen unos, qué desgracia otros: una ciudad devastada y otra no. Es el destino ciego. Pero lo terrible es que no es la fuerza ciega de la naturaleza.
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