Ángel Pestaña en la Cárcel Modelo de Barcelona junto a otros presos políticos, entre ellos Lluís Companys, en 1930.

Sin Acritud…
A.L. Martín (14/12/2023)
María de la Cruz Santos Santos, doctora en Historia Contemporánea, en su tesis sobre, Ángel Pestaña explica la primera vez que éste tuvo contacto con el anarquismo: fue en la cárcel de Bilbao estando preso, cuando los anarquistas le llevaron un paquete con comida y con un escrito sobre esas ideas. A partir de entonces y hasta su muerte nunca abandonará ese pensamiento revolucionario que el común de los mortales tilda de utópico. Evidentemente, si a un cazador prehistórico se le hubiera dicho que el hombre surcaría los cielos, no dudaría de la locura de aquello.

Porque es cierto que toda idea escapada del pensar establecido tiene su punto magnífico de «locura». Y se torna peligrosa si hay empecinamiento en llevarla a la realidad. Entonces la burla condescendiente, la sonrisa mayestática se vuelve sería y atemorizada. Realmente es de lo más divertido. Tampoco merece la pena argumentar que la mayor locura es no tener algo de «locura».

A partir de ese momento de la cárcel de Bilbao, Pestaña será una figura esencial del anarcosindicalismo español. Será compañero y amigo del legendario Salvador Seguí, asesinado en los convulsos años cuando Barcelona era la «rosa de fuego». Se ha dicho que Seguí era el moderado y Pestaña, el radical: es una afirmación errónea a la vista de la investigación: un artículo de Pestaña, en Solidaridad Obrera, en donde rechaza el contenido violento que usualmente se daba a la llamada «acción directa».

La doctora nos describe a Pestaña como un hombre abierto al diálogo y también como un hombre incómodo.

No es España país para el diálogo sino que siempre ha primado el ladrido inculto o el rebuzno cultista de barniz, dominado por la soberbia.        Ángel Pestaña, caballero de la triste figura: desfacedor de entuertos, apasionado de la justicia, fiel a su ideal.

Su «ser incómodo» le llevo a  crear el Partido Sindicalista. No le importó recibir el anatema de sus compañeros de ideas aunque nunca fue insultado o menospreciado. El respeto que emanaba de su trayectoria y de su persona, permanecieron. Alguno ha pensado en el presente si Pestaña se adelantó al futuro: a estos tiempos de intereses desenfrenados y postureos descafeinados. Pero es más conveniente mantener su figura en un rincón oscuro.

Ángel Pestaña, en la cárcel de Bilbao, por defender la jornada laboral de 8 horas.

Eso era un disparate, la ruina de la economía…

Ángel Pestaña

Ahora, cuando parece que el gran cambio está aquí, sin saber que dirección va a tomar la economía, la robotización, la propia vida del planeta…Cuando es evidente la imposibilidad de mantener las cosas como han sido…

Y volvemos la vista atrás y descubrimos a Paul Lafargue defender una jornada de trabajo de 3 horas, en el siglo XIX. Y a Bertrand Russell, igualmente, en los años treinta del siglo XX.

Voces muy autorizadas de este momento especial del devenir histórico, también se posicionan y defienden una jornada laboral de 4 horas como solución a un sistema que solo podrá sobrevivir si se adapta al gran cambio en ciernes. Locura, ignorancia, ruina empresarial…..

Ángel Pestaña, preso en la cárcel de Bilbao por luchar por las 8 horas.     

Ángel Pestaña, ahora y sin la más mínima duda, lucharía por disminuir la jornada laboral y terminar con el crecimiento enloquecido.

 


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