España
A. L. Martín Álvaro (13/2/2024)
El anónimo navegante griego decidió nombrar a aquella tierra del occidente extremo: Ophioússa: serpientes.
En cambio, los fenicios, se decidieron por I-Span-ya: tierra de conejos. Pero, según otros investigadores, el significado sería: tierra del norte, dado que en lengua aramea, span, es norte y los fenicios venían del sur.
Los romanos optaron, entre conejos y serpientes, por los primeros. Para hacerlo constar, acuñaron monedas con una dama y un conejo a sus pies. Símbolo de Hispania. Anteriormente, en aquella aventurera época, los griegos, se habían referido al jardín de las Hespérides y lo habían situado al sur de la península ibérica, en la zona del golfo de Cádiz: la legendaria Tartessos.
Las Hespérides, eran las ninfas bajo el mando de Hera, que cuidaban del jardín-huerto. Los frutos eran manzanas doradas otorgantes de la inmortalidad. Tal cosa también ocurre en la mitología china, solo que en vez de manzanas son melocotones.
Sería mucho pedir que así quedara todo, sencillo. Pero no: Al igual que serpientes griegas y conejos fenicios, aparece rival a las manzanas y algunos descontentos afirman que eran naranjas. Se les contesta que según Muwaffaq al-Din, las naranjas llegaron con los árabes a España entre los siglos X-XI. Pero alguno se empecinaron en seguir con polémicas y en relación con el territorio de las Hespérides: Estesicoro y el famoso Estrabón no dudan en situar el jardín en Tartessos pero Apolonio de Rodas dice que está en el lago Tritón, en Libia.
Los griegos, con el tiempo, se cansaron de lo de Ophioússa, y como escuchaban por boca de los indígenas la palabra Iber, comenzaron a utilizar la nueva designación: Iberia.
Podría decirse que este vocablo es muy fidedigno pero solo sería aplicable a la costa levantina y sur de España; la zona norte y central, al estar habitada por pueblos no íberos sino indoeuropeos célticos o precélticos solo compartirían el vocablo Iberia a nivel geográfico pero no a nivel lingüístico o cultural.
A todo esto, habría que añadir la singularidad de los vascones, de lengua no indoeuropea y al parecer de algunos expertos, con afinidades lingüísticas con los íberos.
Iberia o Hispania (España). Como la dicotomía ancestral y muchas veces fratricida. Valga la metáfora. Ahora, nos concentraremos en la palabra España y entonces aparece la sugerente pista vasca de su origen:
Juan Antonio Moguel defendía que procede del vasco Izpania, donde IZ significa mar y PANIA, dividir: la tierra que divide el mar, en alusión a su forma de península.
Es complicado o absurdo una España sin españoles, aunque algunos se empeñen en lo contrario.
El vocablo “español”, según Américo Castro, en su libro: “Sobre el nombre y el quíen de los españoles”: “La palabra España era pronunciada en esa forma por el vulgo que hablaba latín en la península hacia el 300 d. C.
Español, por el contrario, es vocablo venido del provenzal.”.
De nuevo, dicotomía, y muy asombrosa; impele a pensar en profundidad. Todo sería más fácil si nos conformáramos con decir, lo que afirmaba Menéndez Pelayo: “Túbal, hijo de Jefet y nieto de Noé, fue el primer español”. Y omitir toda investigación sobre etimologías. Pero es inevitable el preguntarse si el propio Noé existió realmente. También lo es, la comparación con países vecinos: Francia, recibe su nombre de los francos (con perdón); Inglaterra, de los anglos; Italia de los italos.
Siguiendo este razonamiento, España, bien podría haberse llamado Gotia, por el reino de Toledo de los godos.
Y recordar esas palabras de origen visigodo, presentes en nuestro castellano o español: sacar, escanciar, guardia, ropa, brotar, guarecer, rapar, casta, álamo, falda, tapa, fresco, rico, grima, espuela, guerra, tregua. O nombres como Álvaro o Fernando.
Relacionado con esto, y como novelistas, cantantes, sabios y divulgadores de la Historia, crecen cual champiñones bajo la lluvia del otoño, a través de las redes, radios y televisiones, escuché por la radio a una conocida locutora que divulga nuestra Historia, a su modo.
Decía esta señora, que la llamada Reconquista es una falsedad, debido a que los visigodos no eran cristianos. Lo dijo sin un ligero temblor de voz, con total seguridad.
Yo contesté al vacío: “Los visigodos profesaban el cristianismo arriano, cuando se instalaron en España y más tarde, con Recaredo, el catolicismo”.
Tened cuidado, hijos míos, la ignorancia es la más fiera manipuladora de la Historia.
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