
España/Méjico
Ángel Luis Martín (8/10/2024)
En primer lugar hay que afirmar de la existencia de un concepto, no solo aplicable a España, pero muy distintivo de la psique histórica española tanto del pasado como del presente, muy enraizado: la imperiofilia, el gusto, la inclinación por el otrora y finiquitado imperio español.
Este verdadero disparate nos llevaría a un proceloso análisis histórico, sociológico y psicológico.
Sería menester encontrar las razones de esta patología en la larguísima decadencia que se inicia, tempranamente, en el siglo XVII y lamentara ya don Francisco de Quevedo.
Avanzaría la decrepitud hasta fines del XIX con Joaquín Costa y los regeneracionistas ante la situación nacional de atraso a todos los niveles, una España paupérrima en manos de una élite incapaz, ignorante y egoísta.
Explosionaría en el desastre del 98, con la pérdida de los últimos retazos del imperio: Cuba, Puerto Rico, Filipinas.
Mientras el imperialismo de los países europeos y USA se consolidaban y se extendían, el imperio español se hundía en la insignificancia. El que fue primero pasaba al último. España iba contracorriente y para abajo sin misericordia.Quizás sea esta una de las razones de la imperiofilia española: la impotencia y la sublimación.
El desastre de Annual fue el punto de inflexión.
La insoportabilidad, siguiendo la estela de lamentaciones desde el “Miré los muros de la patria mía..” de Quevedo, como la gota que desborda el vaso, produce la II República Española: su voladura entre torrentes de sangre, aborta la posibilidad de desarrollo y el triunfo de la involución, de las tripas sobre el raciocinio, del patriotismo de la patología y de la imperiofilia sin fundamento real mínimo. La sublimación que ignora la realidad.
Esta ensoñación sigue viva en el presente y se manifiesta en la actual polémica sobre la no invitación al rey Felipe VI en la toma de posesión de la presidenta mejicana Claudia Sheinbaum, tras la petición de ésta de que el rey pidiera perdón o disculpas sobre la conquista y colonización españolas.
El rey optó por el silencio y solo acertó a hablar sobre el manido argumento de las relaciones francas y fraternales donde son bienvenidas las discrepancias. Es justo decir que el rey está obligado por las directrices del gobierno. Ha sido un error de envergadura.
Si se observa a la prensa española y según las líneas editoriales: la prensa de derechas se decanta por la glorificación de la conquista española sin ambajes, es decir por la imperiofilia y por la conveniencia patriótica de que el rey ni pida perdón ni cosa que se le parezca.
La prensa de izquierdas, en cambio, ve necesarias esas disculpas históricas, como lo hiciera en su momento la monarquía británica.
A tenor de los datos empíricos de la historiografía, no es posible hablar de un genocidio cometido por España en América, si aplicamos en su significación exacta el concepto de genocidio.
Sí hubo explotación económica, explotación humana, maltrato, atrocidades e imposición cultural y religiosa.
Un testigo de aquella época aporta el dato, el documento histórico, la fuente fidedigna: “Brevísima relación de la destrucción de las Indias” de Bartolomé de las Casas, del año 1552.
Advierta el lector la utilización del vocablo: destrucción.
No es posible una destrucción gloriosa, afable, elogiosa o bienhechora.
Bien es verdad que esta obra, esta fuente histórica, tenía por objeto el persuadir e informar al rey de los abusos y atrocidades cometidos sobre los indígenas. Y que este documento fue utilizado por las potencias rivales de España como propaganda: la leyenda negra. Pero ello no resta verosimilitud a lo denunciado por Bartolomé de las Casas.
En mi opinión, el rey Felipe debiera haber pedido perdón en su justa medida: por las atrocidades, el expolio, el maltrato, pero dejando clara la ausencia de genocidio, que para ser tal ha de ser planificado. Y establecer la distinción con otras colonizaciones distintas a la española en cuanto a genocidios cometidos.
Por supuesto, esta opinión personal será severamente criticada por aquellos que padecen de imperiofilia y contra la que no hay medicación o tratamiento.
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Bartolomé de las Casas, Desastre de Annual, España, Felipe VI, Leyenda Negra, Méjico