Ramiro Pinto detenido.

España
Esteban Cabal (25/12/2024)
Hace 38 años, a finales de 1986, el pantano de Riaño se había convertido en el caballo de Troya del movimiento ecologista. Y allí, in situ, en el precioso valle leones, una acampada de Los Verdes preparaba la resistencia contra los demoledores planes desarrollistas del gobierno.

La Administración proyectaba construir una faraónica presa que anegaría todo el valle, incluido el pueblo de Riaño habitado por un millar de agricultores y ganaderos, para convertir en regadío miles de hectáreas improductivas de León, Valladolid y Zamora. El proyecto contemplaba también el aprovechamiento hidroeléctrico de la presa.

Los ecologistas se preguntaban: ¿qué necesidad hay de destruir un valle de los más hermosos que se pueden encontrar y de provocar un drama social de tamaña dimensión, con cientos de familias condenadas a perder sus raíces y alterar su modo de vida? Y a continuación proponían alternativas razonables: mejor aprovechamiento de las aguas del embalse de Porma, utilización de aguas subterráneas, mejora de los métodos de regadío basándose en el de aspersión, y construcción de cuatro pequeños embalses superficiales.

Pero la Administración ni siquiera se digna a escuchar las alternativas propuestas por los ecologistas. Las viviendas de Riaño empiezan a ser demolidas para construir los pilares sobre los que se asentará el viaducto que atravesará el futuro embalse del río Esla.

Los Verdes toman la iniciativa y en enero de 1987 apelan a la ONU para que paralice las obras del pantano. Día tras día, afectados y ecologistas se enfrentan contra un devastador modelo de desarrollo. La sociedad fue tomando partido mayoritariamente a favor de los vecinos de Riaño y los ecologistas. Una manifestación de 40.000 personas recorrió las calles de León para pedir la paralización de las obras. En Madrid, salieron a la calle 15.000 personas y la lectura del comunicado final corrió a cargo de Ramiro Pinto.

El protagonismo político alcanzado por la Asamblea local de Los Verdes de León influyó de manera determinante para que el Congreso del partido en Benicasim designara a Ramiro Pinto Cañón como candidato número uno al Parlamento Europeo.

El 2 de junio, en plena campaña electoral, los vecinos de Riaño y Los Verdes llevan a cabo una numantina defensa del pueblo, encaramados a los tejados de las casas para impedir su derribo. Ramiro Pinto y dos vecinos son detenidos cuando intentaban impedir el paso a la maquinaria y los trabajadores del viaducto, encadenándose a la barandilla del puente de acceso. La noticia recorre rápidamente las salas de redacción de los periódicos.

A la mañana siguiente, el Diario de León dedica su foto de portada al candidato de Los Verdes Ramiro Pinto, que aparece como envuelto en un halo de leyenda, esposado, con los brazos en alto y custodiado por un bigotudo guardia civil, fusil en ristre. El País titulaba: “Detenido en Riaño el candidato de Los Verdes al Parlamento Europeo”.

En aquella batalla, Los Verdes ganaron la gloria pero perdieron la guerra. Riaño fue destruido en nombre del progreso y las familias realojadas en otros municipios del contorno.

Con todo el dolor de su corazón Ramiro Pinto, parafraseando a Nietzsche, filósofo y poeta escribió en La Crónica de León: “Riaño ha muerto y con él sus blasfemadores… es preciso que el pueblo se señale a sí mismo una meta”.

El candidato verde no alcanzó el escaño pero, eso sí, cuando se abrieron las urnas se llevó una gran satisfacción al comprobar que en el municipio de Riaño su candidatura había logrado el 45% de los votos.

NOTA:
Extracto del libro “Historia gráfica de la contracultura”.
Mandala Ediciones. www.mandalaediciones.com.


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