Agapito García Atadell, jefe de la Brigada del Amanecer

España
Ángel Luis Martín (1/2/2025)
Agapito García Atadell es el personaje central de esta historia. Un episodio de los inicios de la guerra civil española dotada de todos los elementos de una novela negra y de espionaje.

El destino final del botín conseguido por medio del crimen y el robo, guardado en maletas, continúa siendo un tema ocultado.

Este artículo solo se propone exponer los hechos y dejar que el lector llegue a sus propias conclusiones con las certidumbres o incertidumbres que juzgue oportuno.

Atadell nació en Viveiro, Lugo, en 1902 y se estableció tempranamente en Madrid como tipógrafo. En los años veinte tras afiliarse a la Agrupación Socialista de Madrid, pasó a las filas de las juventudes comunistas; en 1928 regresó a la Agrupación Socialista para, en pocos años, formar parte de la ejecutiva federal de la UGT.

Fue notoria su hostilidad al anarcosindicalismo de la CNT que aumentó con el tiempo.

Detenido por los acontecimientos de la revolución asturiana en 1934, es nombrado, en 1936, miembro de la escolta del líder socialista Indalecio Prieto: corrían tiempos violentos y presagios funestos de la guerra por venir.

Al producirse la sublevación militar en julio del 36, Atadell pasa a formar parte de un grupo de policías defensores de la causa republicana: son designados como agentes de la autoridad por el ministro de Gobernación, Sebastián Pozas; mayoritariamente estaban vinculados al Comité Ejecutivo del Partido Socialista. Atadell, en agosto del 36, ejerce el cargo de jefe de las Milicias Populares de Investigación, dependiendo a nivel oficial del inspector de policía profesional, Antonio Lino.

La función del grupo, unos cuarenta hombres, consiste en detener a los elementos simpatizantes o colaboradores de la sublevación, que se ocultaban en Madrid, y ponerlos a disposición judicial.

Las detenciones efectuadas, entre agosto y noviembre de 1936, pudieran haber llegado a las ochocientas.

En la prensa republicana se hace constar la efectividad del grupo en la lucha contra la denominada Quinta Columna: efectivos franquistas que practican atentados, sabotajes, infiltraciones y espionaje, en el Madrid republicano en guerra: sirva de ejemplo, la detención del teniente coronel Uguet Torres, acusado de apoyar la sublevación militar y que aparece como noticia en el periódico El Sol.

El prestigio de la Brigada y de su jefe es evidente y las alabanzas constantes, en la prensa republicana, como en la revista Crónica: “… la labor realizada por Atadell y los que colaboran con él, es enorme, solo un hombre de su capacidad intelectiva y de su resistencia física podría realizarla”.

Muy significativa e importante en la exposición de los hechos, es la nota de prensa que el propio Atadell envía, el 17 de septiembre de 1936: “Teniendo conocimiento de que hay elementos, que en los registros que efectúan, se hacen pasar como adictos a las Milicias Populares de Investigación, hago constar para conocimiento público que los agentes y milicianos de esta brigada llevan un carnet especial firmado por el jefe de control que suscribe”.

Por estas fechas, los rumores entre las gentes de Madrid, de los excesos, crímenes y robos de la Brigada del Amanecer, se extendían.

En noviembre de 1936, las tropas franquistas se aproximan a Madrid y la situación se torna desesperada en la capital. Atadell decide entonces escapar de España y poner rumbo hacia Marsella vía marítima.

En París, el cineasta Luis Buñuel que colabora con los servicios de inteligencia de la República, transmite informaciones sobre Atadell por medio de un policía francés, al embajador.

Atadell ha pasado de ser centro de elogios a ser considerado un traidor de la peor especie.

Así lo retrata Buñuel, en sus memorias: “… no era más que un canalla, un bandido, pura y simplemente, que se proclamaba socialista. En los primeros meses de la guerra había creado en Madrid, con un pequeño grupo de asesinos, la siniestra Brigada del Amanecer… se llevaban a los hombres de “paseo” y robaban cuanto caía al alcance de su mano…”.

Los intentos para que las autoridades francesas detengan a Atadell, llevados a cabo por la República, son infructuosos.

El objetivo del fugado y sus acompañantes es embarcarse hacia Cuba con el botín que guardaba

Nota de prensa de las Milicias Populares de Investigación sobre la huida de Agapito García Atadell

n en maletas: podría tratarse de unos 25 millones de pesetas de la época en joyas.

El gobierno republicano decide suministrar la información sobre Atadell y de su llegada a Canarias antes de proseguir viaje a Cuba, al gobierno franquista.

Agapito García Atadell será detenido, junto con sus maletas de joyas, por las autoridades franquistas de Canarias y posteriormente ejecutado a garrote vil en Sevilla, bajo el mando omnímodo del general Queipo de Llano.

Esta historia hubiera terminado aquí pero el periodista canario Luis Ortega nos cuenta lo ocurrido años más tarde: En 1943, ya terminada la guerra civil, el monárquico antifranquista Francisco de Asís Moreno y de Herrera junto a su esposa Teresa de Arteaga y Falguera, marquesa de La Eliseda, son desterrados a Canarias. En la noche de fin de año, el matrimonio acude a una fiesta palmera con lo más selecto de la sociedad isleña: la marquesa descubre en una dama presente las joyas que han pertenecido a su familia desde generaciones y que habían sido robadas durante la guerra civil, en Madrid; la denuncia de la familia constaba ante las autoridades del nuevo y dictatorial régimen.

Se produjo un alboroto en la elitista fiesta dado que la marquesa no dudó en proclamar a voz en grito que las joyas exhibidas por la dama en cuestión pertenecían a su familia. El aristócrata y desterrado matrimonio optó por marcharse de la fiesta.

La noticia del escándalo se extendió por las islas pero la trascendencia pública fue nula: se comentaba en voz baja, se ataban cabos, entre personas de absoluta confianza y con extremada prudencia.


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