
Mi Columna
Eugenio Pordomingo (5/2/2025)
La revista Nueva Ciencia publica en su último número una noticia que nos parece, sumamente, interesante; y es que el Consejo de Gobierno de la Universidad de Granada (UGR) ha “aprobado un documento estratégico clave que busca impulsar el español como lengua académica y científica a nivel internacional”. La brillante idea surge como consecuencia de “la necesidad de contrarrestar la limitada presencia del español en la producción y transferencia de conocimiento especializado, a pesar de su gran número de hablantes en el mundo y la creciente demanda de certificaciones”.
No hay duda que el idioma inglés –afirma Nueva Ciencia– “predomina en la comunicación científica, lo que ha generado una escasez de publicaciones y corpus textual científico, así como la falta de neologismos para comunicar la ciencia en lengua española. Todo ello redunda en un desarrollo más limitado de las tecnologías de la lengua en español y de los modelos de IA, así como en la pluralidad científica y en el acceso universal al conocimiento”.
La vicerrectora de Internacionalización, Inmaculada Marrero, de la UGR, reconoce en “esta estrategia su papel como institución líder en la internacionalización académica y asume la responsabilidad de fomentar el español como lengua válida para la transmisión de conocimiento científico y tecnológico (…) este plan se alinea con la visión de la UGR para el futuro e incluye ejes y líneas de acción del Plan Estratégico UGR 2031, tales como la internacionalización, la inclusión, la transformación digital y la responsabilidad social”.
Las acciones para fomentar el idioma español como idioma de la ciencia, la UGR va a crear una “Comisión para el Fomento del Español Académico, que será el órgano encargado de establecer las prioridades y coordinar las acciones. También establecerá colaboraciones con instituciones como el Instituto Cervantes y la Dirección General del Español en el Mundo (DGEM) para alinear estrategias”.
Con la misma filosofía como arma para abrir las puertas al español, la UGR fomentará “la publicación de contenidos científicos en español en medios de comunicación y plataformas digitales de las universidades. Y creará el corpus de español científico de forma armonizada con países hispanohablantes”.
El artículo finaliza de forma esperanzadora: “la Universidad de Granada trabajará en los próximos meses en la puesta en práctica de acciones iniciales. Se buscará la colaboración con organismos locales, regionales, nacionales e internacionales, en donde este documento preliminar servirá para abrir un debate que ayude a posicionar el español como lengua de ciencia y tecnología en el panorama internacional”.
Desde su mausoleo en la Iglesia de San Ildefonso del Convento de las Trinitarias Descalzas, en Madrid, calle que lleva el nombre del egregio escritor y reputado mujeriego, Lope de Vega, Miguel de Cervantes se alboroza, alegra y regocija, pensando que el tiempo de abandonar la educación bilingüe y el despiadado y abusivo uso de anglicismos va camino de su fin. Quehacer que ha impuesto el Imperio Anglosajón, con la inestimable y no desinteresada ayuda de personajes dotados de “encefalograma plano”, entre los que se encuentran políticos incultos y mezquinos, así como pseudointelectuales y demás patulea, que se bañan en las mieses que brinda el usar esporádicamente -no dan para más-, de palabrejas en la lengua del escritor William Shakespeare y el pirata Francis Drake.
Una de los primeros políticos que se hundió en las procelosas arenas movedizas de echar por tierra el español y abrazar desesperadamente el idioma inglés, fue Esperanza Aguirre cuando el famoso Tamayazo la llevó a presidir la Comunidad de Madrid.
Y ella, Esperanza Aguirre, un aciago 8 de septiembre de 2008, le vino en gana cambiar el nombre de la famosa Pasarela Cibeles por el de Fashion Week Madrid, con el pretexto de que así la moda femenina española tendría mayor proyección internacional. La siembra dio sus frutos.
Esto no va de ideologías, ni de ideas o creencias, va simplemente de sentido común y patriotismo.
¡Mi enhorabuena a la Universidad de Granada! Y que cunda el ejemplo.
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