espacioseuropeos.com (3/7/2010)
El diario El Mundo publica hoy un reportaje de Antonio Rubio en el que «descubre» la placentera vida que lleva el ex director del CNI (Centro Nacional de Inteligencia), Alberto Saiz, que se vio obligado a dimitir en julio de 2009, tras destapar ese mismo periódico sus andanzas turísticas a costa del erario público -hasta ahora oficialmente no se ha indagado sobre el asunto-, aparte de otros muchos asuntos aún sin esclarecer.
Afirma el periodista que «Alberto Saiz, el hombre que más sabía de toda España y quien tenía a sus órdenes a más de 3.100 espías, está en el paro desde hace un año. Ya nadie se acuerda de él, ha aprendido lo que significa el silencio del teléfono móvil y se dedica, en exclusiva, a pasear a su perrita».
El ex director del CNI «había utilizado» su puesto al mando del espionaje español en «beneficio propio» y que se dedicó, entre otras cosas, «a cazar y pescar con dinero público en países africanos», además de «Saiz coloca en el CNI a familiares y amigos».
Antonio Rubio nos retrotrae a la dimisión de Saiz el 2 de julio de 2009, «después de que fuera renovado en su cargo 77 días antes, el 16 de abril de ese mismo año». Su renovación en el cargo se produjo «con el apoyo de la vicepresidenta María Teresa Fernández de la Vega y con la oposición de la ministra de Defensa, Carme Chacón, y en menor medida del ministro del Interior, Alfredo Pérez Rubalcaba«. Hay que recordar que Saiz fue aupado al puesto de jefe de los espías españoles sin el más mínimo conocimiento en la materia, gracias al insistente apoyo de José Bono, con el que había ocupado puestos de designación política relacionados con las aves y las plantas en la Comunidad de Castilla La Mancha.
Más tarde, las investigaciones internas efectuadas por el CNI «corroboraron la mayoría de las denuncias reveladas por este diario y tuvo que dimitir».
El informe que encargó la ministra Chacón al nuevo director del CNI duerme «en la caja fuerte del director del Centro Nacional de Inteligencia y no hay intenciones de hacerlo público».
El diario afirma que a pesar de las promesas que el ex director del CNI recibió del gobierno «de que en unos meses sería recolocado dentro de la Administración», no ha sido así. No obstante, le ha quedado una jugosa pensión de 80.000 euros anuales.
A jubilados y pensionistas les congelan las pensiones y a los funcionarios y empleados públicos les rebajan el sueldo, pero a personajes como éste, nadie les pide cuentas de las tropelías cometidas. ¿Es esto una democracia?
N. de la R.
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