Mi Columna
juan-matogo-obispo-de-bataEugenio Pordomingo (10/10/2005)
Había oído muchos dimes y diretes acerca de los «hombres de la Iglesia», los sacerdotes, los curas, de Guinea Ecuatorial. Me habían contado «bondades» de los misioneros, de la labor de algunas congregaciones en el terreno de la salud, de la formación laboral, y de sus dificultades para moverse en aquellas procelosas aguas de Guinea Ecuatorial. Me habían hablado, también, de otras muchas cosas…

Y me habían comentado acerca de los sacerdotes nativos, de esos curas que continúan en Guinea Ecuatorial, y de otros, que siguiendo su labor evangelizadora se tuvieron que marchar del país. Me habían hablado, incluso, de alguna jerarquía que portaba pistola (arma que dispara balas y puede matar) y que, además, pertenece o pertenecía a la llamada Seguridad (red de chivatos/as, confidentes, correveidiles, policías y militares). Esta red se nutre, cómo no, de algún que otro sacerdote, algún que otro español -al menos hacen esporádicos  «trabajillos»-, y de «chicas de la calle».

La fauna de la que se nutre la Seguridad es muy amplia, más amplia de lo que algunos suponen. Ese quehacer es muy típico de todas las dictaduras y de las que creemos que no lo son.

Es de sobra sabido, por ejemplo, que el camarada  Fidel Castro tiene grabado a cientos, miles de turistas que pasan por La Habana a folgar, hastiados de la rutina liberalcapitalista de las grandes y pequeñas ciudades de Occidente. Entre jinetera y jinetero, acopia información que dosificada, bien administrada y mejor empleada vale para mucho.

Y el sistema de Teodoro Obiang Nguema no se queda corto. Ha tenido buenos asesores y excelentes maestros: españoles, franceses y cubanos. Y ahora, además, como dispone de dinero, cuenta con israelitas, pero esos, para otros menesteres no tan lúdicos.

Antes de entrar en materia eclesiestal, no debemos olvidar a ciertos -menos mal que escasos- funcionarios y contratados españoles que «lamen la baba» al sistema, sólo y exclusivamente por mantenerse cómodos en el cargo, el empleo, la dádiva o la prebenda. Bueno, algunos, incluso, han obtenido pingues beneficios, pero para conocer de eso habrá que esperar un poco a la próxima edición de un volumen.

Algunos de esos personajes, son representantes de España, y son tan pacatos, que entre vianda y vianda, pompino y pompino, creen obtener información -mala, tendenciosa e incierta- cuando lo que hacen es verterla para que vaya a las manos de los responsables de la Seguridad.

Y esa andadura sigue los pasos de un centro gastronómico y termina casi siempre  en un holgado y mullido lecho… A veces, incluso, tiene continuidad en España.

La intervención del Obispo Matogo en el Vaticano
Pero a lo que nos ocupa. Nunca tuve la ocasión de conocer la opinión que del régimen de Obiang Nguemcatedral-de-bata-guinea-ecuatoriala de una Alta Jerarquía de la Iglesia Católica de Guinea Ecuatorial.  Aunque si he conocido el auge de otras religiones en detrimento de la Católica, algo que preocupa al Vaticano, pero que no quiere solucionar. Y, sinceramente, voy entendiendo a qué se debe.

Por casualidad me he encontrado con la intervención de Monseñor Juan Matogo Oyana, realizada en la Ciudad del Vaticano. Ha sido con motivo de la décima congregación general, que, la verdad, no se muy bien qué es. Esa intervención ha tenido lugar el 8 de este mes…

En un principio pensé incluirla aquí, pero, sinceramente, no nos aportaría nada; no vale la pena. Y no es irreverente, ni mucho menos, mi intención. Es, simplemente, un acto de higiene mental y de solidaridad con los oprimidos.

Sí voy a resaltar algunas frases del que fue compañero de clase de Obiang Nguema en La Salle, allí en Bata…

Dice usted monseñor que «habla en nombre propio y de la experiencia adquirida en Guinea Ecuatorial, un país de pequeñas dimensiones, que pudo ser rápidamente abarcado por los misioneros en la primera evangelización. Pero sufrió un régimen de represión religiosa durante los 11 primeros años de su independencia…»

¡Pero, monseñor!, en qué mundo vive usted. ¿Es que desconoce la realidad de su país? ¿Es que desconoce lo que acontece a diario? Detenciones masivas, juicios ilegales, torturas, «desapariciones», alquiler de «sicarios» para eliminar a guineanos y españoles en España.

Más adelante, y no salgo de mi asombro, usted se atreve a decir lo siguiente: «A comienzo de los años 80, cesada la represión, nuestro pueblo retomó la práctica religiosa interrumpida. De una manera u otra, se notó, a diversos niveles, una marcha con ritmos distintos dentro de mismo contingente humano».

Pero, monseñor, ¿cómo osa ofender a los verdaderos católicos con esas mentiras?: «A comienzo de los años 80, cesada la represión, nuestro pueblo retomó la práctica religiosa interrumpida. De una manera u otra, se notó, a diversos niveles, una marcha con ritmos distintos dentro de mismo contingente humano».

La verdad es que lo único que se entiende de este texto es que usted afirma rotundamente que en loa años 80 la represión cesó. Y nada menos cierto; la represión alcanzó otros niveles más altos.

Y como buen católico y servidor de la Iglesia, usted, monseñor, lanza la típica condena de la apetencia de bienes materiales: «Con la explotación del petróleo en los últimos cinco años, (sic) ha introducido en la vida de este pueblo unos cambios vertiginosos, que, si por un lado, ciertamente apuntan a una evolución en lo material, por otro, también afectan al comportamiento de sus moradores. Creemos que con ello se manifiesta un hambre de vida verdadera, con diferentes matices».

En efecto, en Guinea Ecuatorial se han introducido unos cambios vertiginosos con la explotación del petróleo, pero no «apuntan a una evolución de lo material»  -al menos entre el pueblo llano-, ni afectan al «comportamiento de sus moradores». Monseñor, usted da a entender que la riqueza del petróleo inunda el país, que sus moradores, todos, henchidos de dinero, obsesionados por un consumismo delirante y desenfrenado, van a caer en Sodoma y Gomorra.

Nada menos cierto y usted lo sabe, y el resto de los monseñores que le escucharon en el Vaticano, también. El PNUD (Proyecto de Naciones Unidas para el Desarrollo) lo ha dicho: Guinea Ecuatorial ha descendido 11 puestos en el índice de Desarrollo que elabora este organismo.

Usted habla, monseñor, de «un hambre de vida verdadera, con diferentes matices…». Mire, monseñor, no hay matices. La gente, el pueblo, tiene «hambre de vida», en efecto, pero, lo que quiere es que se la quiten.

En el resto de su perorata, me pierdo en latinajos, expresiones vacías, falta de humanidad, incultura…

Monseñor, todavía está usted a tiempo. Trate de convencer a Teodoro Obiang Nguema. Dígale que aún puede tratar de solucionar algo. Porque de lo contrario, a él y a usted -bueno, y a otros muchos-, Él, el de arriba, les va a dar más palos que a una estera….