Baltasar Pérez (1/5/2008)
Un comunicado de Los Verdes de Madrid, nos recuerda que todavía existen partidos «Verdes». Lo cierto es que, en general, los llamados «Verdes» se hacen poco notar. Una mayoría de los dirigentes de estos partidos provienen de organizaciones muy férreas y poco democráticas, y a pesar de que intenten adaptarse al «lenguaje verde», lo cierto es que les cuesta. Por otro lado, la labor de no pocos de los representantes institucionales de estos partidos en Parlamentos Autonómicos y Ayuntamientos, deja mucho que desear.
No son pocas las veces que no se ha oído la voz de «los Verdes» debido a no hacer daño al partido que gobierna (Nación, Autonomía o Municipio), bien por afinidad ideológica o por miedo a perder la subvención gracias a la cual se pueden seguir manteniendo ciertas siglas y un cierto estatus.
Sin ninguna influencia -cada vez menos- en la sociedad, de vez en cuando reaparecen con alguna nota de prensa o comunicado, como es el caso ahora de Los Verdes de Madrid ante el Primero de Mayo. En concreto, esta organización pide «un desarrollo económico respetuoso con el Medio Ambiente y medidas orientadas a ampliar la sociedad del bienestar, lejos del cheque de 400 euros del Gobierno, que también pretende beneficiar a los más ricos», además de genéricas diatribas al sistema capitalista.
Tras algunas críticas a la situación actual y al sistema económico, abogan «por el desarrollo sostenible como única alternativa al desarrollismo capitalista salvaje, que está aniquilando la biodiversidad y poniendo en peligro la supervivencia de la vida en el planeta, además de contribuir a crear una sociedad enferma, por excesivamente competitiva y desenfrenada, en el terreno laboral«.
Sin embargo, la «voz Verde» no se ha notado ante casos muy graves de negligencia, inoperancia y desidia del Gobierno de Zapatero, en concreto de los ministerios de Medio Ambiente, Agricultura y Fomento, por no extendernos al resto.
La postura «Verde» ha sido cómoda. Primero, intentando lograr un acuerdo con el PSOE a nivel nacional, autonómico y municipal -a pesar de las voces discordantes dentro de sus propias organizaciones-, para más tarde presentar candidaturas al Congreso de los Diputados y Senado, perdiendo más el tiempo en discutir sobre la propiedad legal de las siglas o la palabra «Verde», que en el verdadero contenido de los programas a presentar.
Todo ello, además, sin haber tenido antes una presencia activa dentro de la sociedad civil. Si los Verdes, los auténticos, quieren pervivir y que su mensaje cale en la sociedad, deben ante todo, dejar de mirarse el ombligo, abrirse, expulsar a todos los elementos corruptos que anidan en torno a sus siglas, y reflexionar profundamente acerca de que no deben plegarse al Poder establecido en ningún caso, sea quien sea el que lo detente.
Y, sobre todo, poner en marcha la democracia interna.