Salvador Pallarès-Garí (17/6/2008)
El Sr. Bernabé López, catedrático de la UAM, afirma, en un artículo homónimo a éste, publicado en EL PAÍS, que el verdadero núcleo del problema del Sáhara Occidental reside en la moralidad, o no, de aceptar que otra generación de niños saharauis tenga que crecer en los campamentos, haciéndose eco de la cuestión planteada por el Sr. Peter Van Walsum, el representante del SG de la ONU, mediador entre las partes, en el conflicto que enfrenta a Marruecos, ocupante ilegal del Sáhara Occidental, y el POLISARIO, representante legítimo del pueblo saharaui. Las dos calificaciones anteriores son de la propia ONU.
El Sr. López reparte la responsabilidad moral entre ambas partes. En un ejercicio de equidistancia, de equilibrismo, peligroso, hipócrita. De catorce líneas de su párrafo de equilibrio, dedica dos (2) a la responsabilidad del gobierno de Marruecos, las otras doce (12) son para cargar la responsabilidad a las ONGs, entidades locales (¿ayuntamientos?, ¿y las comunidades autónomas?), o a los gobiernos que apoyan, reconocen la RASD.
El Sr. Van Walsum no quiere ser cómplice de la farsa de las rondas de negociaciones que no conducen a nada. Negociaciones, recordémoslo, que nos fueron vendidas por el Gobierno del Sr. Rodríguez Zapatero, por boca de su ministro Moratinos Cuyaubé, como la panacea para la solución del problema.
Para qué más ronda, si ya ha habido otras rondas de negociaciones, que se cerraron con el acuerdo de establecer un censo para el referéndum, la primera; y de establecer una autonomía transitoria, tras la cual habría un referéndum en el que podrían votar todos los residentes en el Sáhara Occidental desde 1992. Acuerdos que Marruecos firmó y que luego se negó a asumir.
El Sr. López afirma que la razón jurídica está del lado del POLISARIO. Estamos de acuerdo. Pero, entonces ¿qué razón está del lado marroquí? ¿La de la fuerza? ¿La de los hechos consumados? ¿La realista?
¿La postura de la defensa del referéndum es «irrealista»? Esto se lo debemos a la postura «realista» de los gobiernos del Reino de España y del Reino de Marruecos.
Ahora la postura realista es la de convencer al POLISARIO que cambie de estrategia. (Y, ¿por qué no a Marruecos?). Que negocie una autonomía seria y con garantías. (Y ¿quién será el garante? ¿La misma ONU que ha demostrado su incapacidad de hacer respetar la legalidad internacional?).
Bernabé López afirma que el estatuto de autonomía ofrecido por Marruecos «es antinómico con el sistema político actual» y que la autonomía para el Sáhara traería democracia a Marruecos. ¿Por qué no, pues, convencer a Marruecos a que se democratice y, luego, ofrezca una autonomía? En el supuesto que los saharauis accediesen, finalmente, a la solución de la autonomía, ¿no sería mejor, encajarla en un estado democrático?
El catedrático de la UAM, suscribe la propuesta de Van Walsun de «experimentar temporalmente la opción de una autonomía sin independencia». Esta propuesta cae por su propio peso. ¿Acaso no estaba ya esta posibilidad en el Plan Baker? ¿No fue Marruecos quién se negó a ello?
El artículo concluye con la afirmación que el Frente POLISAIO es el único que tiene la posibilidad de forzar el cambio democrático en Marruecos. ¡Para este viaje no hacían falta estas alforjas! Los saharauis de los territorios ocupados están sufriendo torturas, desapariciones, secuestros y asesinatos por pedir la democracia en el Sáhara.
Para acabar, veamos dónde podría haber una solución para Marruecos: La renta per cápita marroquí está en 3.800 dólares. El mantenimiento de la ocupación del Sáhara le ha costado al Reino marroquí 95.000 millones de dólares. A esa cantidad hay que añadir otros 25.000 millones de dólares en gasto «civil». Sin estos gastos la renta per cápita marroquí podría estar en 8.000 dólares. Muchos marroquíes no tendrían que huir de su país por motivos económicos.
La solución para el Sáhara está en el Referéndum, en la independencia, en la libertad.
En la Hamada, y en las familias que acogen los niños saharauis, cada verano, hay mucha moral. La moral de la razón.