Salvador Pallarès-Garí (4/9/2008)
Los niños saharauis, que han pasado el verano con nosotros, tendrán que volver el año que viene a pasar sus Vacaciones en Paz.

Desgraciadamente, porque, como hemos podido comprobar, el diplomático holandés Peter Van Walsun (enviado especial de Ban Ki-Mon, el Secretario General de la ONU) tampoco ha sido capaz de mantener la neutralidad que se le exige como mediador.

Ya son unos cuantos enviados especiales que han tenido que dimitir, básicamente, por no haber sido capaces de mantenerse en su posición de árbitro neutral. Para dejarse corromper por el gobierno del rey de Marruecos. El señor Walsun llegó a afirmar que, a pesar que la legalidad y la razón jurídica están de parte de los saharauis, del POLISARIO, había que ser prácticos y realistas, es decir, atender las pretensiones marroquíes -ilegales, y basadas en la lógica de los hechos consumados.

Gracias a este «pragmatismo», los niños saharauis tienen que volver a pasar el año con sus familias, en campamentos de refugiados, padeciendo todo tipo de penurias y necesidades, de las más básicas. Han pasado un verano entre nosotros, disfrutando de todas las comodidades que las familias acogedoras les han podido proporcionar. Han comido helados, han nadado en una piscina, o en el mar. Han podido disfrutar de una sombra fresca, de agua corriente, de una alimentación equilibrada y rica en vitaminas y proteínas… han recibido una atención médica que no pueden tener en los campamentos.

Y ahora regresan con sus familiares, y van contentos porque allí tienen su mundo, su vida…

El ser humano se acostumbra a todo, se adapta a todos los ecosistemas, es capaz de hacer de cualquier ecosistema, su hogar. Los refugiados saharauis ya llevan 33 años en la Hamada (en árabe, el infierno); han plantado su hogar. Es el único que conocen estos niños.

La singularidad de este caso es que ellos han sido obligados a vivir allá (como en otros casos de refugiados, o de deportados),  han sido obligados a abandonar sus casas, la tierra en donde están enterrados sus familiares… su vida en libertad. Y resisten allí, con dignidad. Esperando que la «razón práctica» no nos haga olvidar cual es la regla de la legalidad que rige las relaciones entre los pueblos. La regla que hay que aplicar en el caso del Sáhara Occidental: un referéndum en el que los saharauis puedan expresar su deseo para el futuro.

Para que esto sea posible, antes, los responsables del estancamiento del problema se tienen que quitar la careta de la hipocresía que les lleva a criticar, como al gobierno español, las «guerras de liberación» prepotentes, pero que dan por bueno el resultado de una guerra de ocupación ilegal y genocida, que comportó destrucción, exilio, muerte y… negocios para algunos.