Internacional
espacioseuropeos.com (3/9/2009)miseria-en-afganistan
Las elecciones -por llamarlo de alguna manera- del pasado 20 de agosto en Afganistán sólo están sirviendo para aumentar el conflicto afgano. La jornada electoral que Barack Obama  anunció como un éxito de la democracia a la vez que felicitaba al pueblo afgano por su valor al acudir a las urnas -quizás esperaban una bolsa de comida de las fuerzas de la  «coalición»-, ha demostrado  una vez más que los actos forzados no conducen a nada bueno. El goteo en el recuento electoral, con las urnas transportadas a lomos de más de 6.000 burros o asnos (de los de verdad) no va a convencer a nadie y tendrá sus consecuencias, escenario al que ya estamos asistiendo.

A causa de la explosión de una bomba en la localidad de Laghman, en el este de Afganistán, murió el segundo jefe responsable de los servicios de inteligencia del gobierno. Junto al vicedirector de la inteligencia afgana murieron tres altos funcionarios de su departamento. Según fuentes gubernamentales, el ataque se produjo en el interior de una mezquita en la localidad de Mehtar Lam, dejando a unos 40 heridos.

La cadena BBC, a  través de su corresponsal Damian Grammaticas, informa que la muerte de Abdullah Laghmani, vicedirector de Inteligencia, «es un serio revés para el gobierno en su intento de derrotar a la insurgencia».

Por otro lado, un sargento del Ejército español, perteneciente al Grupo Táctico de Apoyo a las Elecciones, resultó herido leve a causa de la explosión de un proyectil lanzado por «insurgentes». El incidente tuvo lugar en la localidad de Badghis

Los escasos periodistas que pueden acceder al conflicto padecen en sus carnes la violencia que agita la zona. En lo que va de año, treinta colegas de la prensa han encontrado la muerte, a veces, incluso, por he llamado «fuego amigo».

Atentados a diario, intransigencia islamista, ataques de las fuerzas de la coalición, soldados y «contratistasoldados-usa-en-afganistan3s» occidentales muertos en ataques de la «insurgencia»,  raptos de afganos que nunca aparecen, «fiestas» y orgías en la embajada de Estados Unidos en Kabul en las que eran obligados a participar, como sujetos pasivos, el personal afgano que trabaja en la sede diplomática, además de un reguero de hambre, enfermedades y miseria, es lo que verdaderamente acontece en Afganistán.

Con el dinero que el Gobierno de España se gasta en ese país asiático, podrían subirse las pensiones de varios cientos de miles de pensionistas que malviven en nuestro país o ayudar a Zapatero a incrementar la subvención de los 420 euros famosos a los desempleados.