Severo-Matías Moto Nsa (20/6/2010)
A MI PUEBLO
1.- Me consta que cuando (5 años después de fundar el Partido del Progreso de Guinea Ecuatorial en el exilio, en Madrid, el 25 de febrero de de 1983) decidí, en 1988 emprender aquel viaje a Guinea Ecuatorial, en un ensayo arriesgado y peligrosísimo de solicitar la legalización del Partido del Progreso, en una Guinea Ecuatorial atada de pies y manos por la hiriente maroma de una dictadura militar y de partido único; convertido yo en un incómodo y molesto «huésped» para el régimen, mi pueblo me miraba desde sus ventanas y puertas medio cerradas, reprimiendo su incontenible deseo de saltar a la calle para fundirse conmigo en un abrazo de reconocimiento. ¡Muchas Gracias!
2.- Me consta y vi, cómo mi pueblo desafiaba a la dictadura, rompiendo las ataduras de la represión y del miedo; saltando a mi encuentro en el destartalado aeropuerto de Malabo y llenándome de abrazos y besos, aquel día 2 de mayo de 1992, cuando, por segunda vez, tozudo y provocativo, llegué a Guinea Ecuatorial, para solicitar la legalización del Partido del Progreso de Guinea Ecuatorial. ¡Muchas gracias!
3.- Recuerdo, con especial emoción, cómo el Partido del Progreso de Guinea Ecuatorial, manteniendo las profundas e inamovibles raíces que se sustentaban en su cuna natal, España, a la vez ahondaba en el alma del pueblo guineano con mensajes de esperanza y horizontes de libertad. Mis viajes de ida y vuelta, de España a Guinea Ecuatorial, durante el escabroso y desesperante cuatrienio 1992-1996, proyectaban la ansiedad de mi pueblo. Cuando yo partía, pensaba que ya no iba a poder volver; y al regresar, inundaban siempre el aeropuerto y la sede del Partido del Progreso. ¡Muchas gracias!
4.- Recuerdo, con los ojos chispeantes de lágrimas de emoción, aquel 1 de septiembre de 1992, en que el régimen tirano militar de Obiang Nguema ordenó la invasión y destrucción de la sede central de Partido del Progreso en Malabo; se llevó los abultados archivos conteniendo las innumerables fichas de afiliaciones del Partido del Progreso; llenó las mazmorras de la policía de militantes del PP, y me secuestró, recluyéndome en el despacho de Ricardo Mangue Nfubea. A mi vuelta a la sede destrozada y vacía del Partido del Progreso, de pronto me vi rodeado de una impresionante multitud, que como un manto de luto cubría todos los alrededores, en medio de un silencio tan sepulcral que, solo la abundante cercanía y las blancas miradas de la inmensa multitud me trasladaban su mensaje de solidaridad y su rabia contenida. ¡Muchas gracias!
5.- Me viene a la memoria, cargado de entusiasmo, aquel día 17 de octubre de 1992, cuando, en el telediario de la tarde, las emisoras de Radio y de Televisión gubernamentales, abrieron sus emisiones con la lectura de los decretos anunciando la legalización de catorce partidos de oposición. La casual o intencionada idea de relegarnos, dejando para el último lugar la lectura del decreto de legalización del Partido del Progreso, en principio tuvo al pueblo guineo ecuatoriano, que ya venía afiliándose multitudinariamente al Partido del Progreso, con el alma encogida en un puño, hasta que sonó el nombre del Partido del Progreso por las antenas de los medios de comunicación oficiales de Obiang Nguema. Un estallido de alegría y gozo popular rasgó los cielos nocturnos del país. ¡Muchas gracias!
6.- Cómo se me vuelve a «poner la piel de gallina», cada vez que me llega la imagen de aquel doble juicio al que fui sometido por denunciar públicamente que Obiang Nguema era un peligroso y contumaz traficante de droga. La población malabeña envolvió en un espeso manto humano, todo el entorno del Cine Marfil, en un gesto callado y tumultuoso de protesta y rechazo del juicio y sus injustas condenas. ¡Muchas gracias!
7.- Aún me encoje el alma el recuerdo de aquella noche en que, el tirano Obiang Nguema, al abandonar furtivamente el país, ordenó a su hermano Armengol Ondo Nguema, que me asesinara, tras negarse a hacerlo el Ministro de Defensa, Melanio Ebendeng. Obligado, por mis compañeros, a abandonar la sede del Partido, ante la presencia del asesino, la negra noche guineana me arropó con su caliente manto y me escondió en el pleno corazón de Malabo. ¡Muchas gracias!
8.-Todavía llevo clavadas en mis carnes y en mi alma, las heridas del dolor de la separación de mi pueblo cuando me perdí tras las sombras inciertas del exilio. Mi pueblo quedó atrás, inmerso en las dudas y claroscuros entre la nostalgia por mi ausencia, y la serenidad de espíritu, al saber que me ponía a salvo del terror y la persecución. «Mejor vivo, aunque lejos…»-me serenan siempre- ¡Muchas gracias!
A ESPAÑA
9.- Cómo podría olvidarme de aquel día 9 de agosto de 1995 en que (al abandonar la tétrica cárcel de Blak Beach) una ingente multitud de guineanos y españoles me recibió en el aeropuerto de Madrid-Barajas, vertiendo sobre mi humilde cuerpo y mi alma raudales de cariño y bienvenida; todo plasmado en aquella pancarta: «Severo, España te quiere».
Un eminente empresario español organizó días después, en un lujoso hotel de Madrid, un «Homenaje a Severo Moto«; y el cariño y protección de un importante partido político amigo fluía por las venas del Partido del Progreso de Guinea Ecuatorial.
Sé, y así me lo ha demostrado siempre y demuestra, que la gran sociedad española me sigue reservando el cariño y afecto mutuo que nos hemos profesado siempre.
Todo sea en obsequio español al pueblo guineoecuatorial que (al margen de poderes fácticos y recalcitrantes colonos) aguarda el momento de retomar, en democracia, sus relaciones humanas. ¡Gracias, España!
EL CALVARIO DE CROACIA
10.- Me consta que, mientras las mesnadas infernales del régimen de Obiang Nguema, creyendo haber realizado una «obra de laboratorio», se revolcaban en las bacanales y orgías de «malamba», «topé» y champagne francés, celebrando mi «muerte», un silencio sepulcral se cernió, como un espeso nubarrón de dolor, sobre mi abatido pueblo y sobre el Partido del Progreso, cuando les llegó la lúgubre noticia de mi desaparición y «muerte» en las frías aguas del Mar Adriático de Croacia. ¡Muchas Gracias!
11.- «Resucitado», y marcado con la roja cruz, en aspa, de ese odio mortal, que me reservan los poderosos en España; conducido a las mazmorras del Penal IV de Madrid-Navalcarnero, el Partido del Progreso y sé que también, en su alma, mi pueblo, desde Guinea Ecuatorial, desplegó sus pancartas, en gritos de denuncia y queja, frente a los portales de la cárcel de Navalcarnero, contra mi injusto encarcelamiento. ¡Muchas gracias!
12.- Hoy, con mi débil cuerpo sentado sobre el abrupto brocal del pozo oscuro de mi ocaso físico; pero con mi alma y mi espíritu revoloteando, siempre joven, en los aires de la ilusión por la liberación de mi pueblo, veo, cómo el vigoroso Partido del Progreso acaba de blandir frente al vetusto rostro de Europa, en Bruselas, pancartas exigiendo libertad y democracia para Guinea Ecuatorial. Veo, feliz, cómo el Partido del Progreso, (a medida que pasan los años, ya son 27, y a pesar de la prohibición dictatorial que pesa sobre nosotros y el odio-envidia cerril de los despotricadores) sigue siendo aquel imbatible «transatlántico» político-democristiano que cruzó un día, desde España, ese Mar Atlántico y quedó anclado, para siempre, en el corazón profundo del pueblo guineano.
Porque sé que eso es así («En Guinea Ecuatorial solo se os espera a vosotros» -repiten, una y otra vez, propios y ajenos-) los directivos, militantes, simpatizantes y el cordón de técnicos, profesionales y amigos españoles que nos acompañan, solo podemos emitir la mejor y más enjundiosa, acertada y completa palabra inventada por los humanos: ¡¡ Gracias!!
P. D.
Me consta que mi pueblo sigue muy de cerca, desde hace seis años, mi especial situación de «exiliado político», en España. Por órdenes expresas -dicen- de Obiang Nguema Mbasogo, y en estricta obediencia a estas órdenes, en España:
1.- Me han llevado a Croacia con la intención de echarme a las aguas del Mar Adriático.
2.- Han intentado desposeerme del estatus de asilo político, expulsarme de España y enviarme (estilo «Chico Alogo») a otro país más peligroso que España.
3.- Me han metido en la cárcel de Navalcarnero (4 meses y cuatro días).
4.- En un humillante registro (¡en busca de armas!) se han llevado mis ordenadores (2); fotografías y documentos políticos del Partido del Progreso y Gobierno en el exilio de Guinea Ecuatorial.
5.- Les he pagado una fianza de 10.000 euros.
6.-Se han quedado con mi pasaporte.
7.- Me han prohibido moverme de España.
8.- Han investigado, hurgado y descubierto a mis amigos (pudientes) españoles (vía mi teléfono móvil) y los han convertido -bajo amenaza- en «antiguos» amigos.
9.- Han estudiado meticulosamente mis capacidades económicas y las han conjurado y abortado, con el propósito de dejarme económicamente abatido.
10.- Me han cerrado todos los pasos y accesos a la atención de la Administración española.
11.- Han espiado, controlado, abortado, prohibido y conjurado sistemáticamente toda propuesta de contacto, ayuda o entendimiento con países y gobiernos amigos africanos.
12.-Como colofón a todo este «exquisito» vejatorio trato, han hecho correr, entre ellos, esta consigna: «¡NO HAY QUE DEJAR QUE SEVERO MOTO LLEGUE A GUINEA ECUATORIAL Y QUE SEA PRESIDENTE; LE HEMOS TRATADO DEMASIADO MAL!».
Me basta que mi pueblo, Guinea Ecuatorial, y los amigos españoles (fieles) conozcan mi martirio en España. ¡¡Muchas gracias!!