España
Manuel Funes Robert (6/6/2011)
La proximidad de las elecciones generales obligan a los políticos de uno y otro bando a detallar su oferta. Rajoy ha invertido más de media hora en un relato prolijo y minucioso de proyectos de gobierno. Y todas y cada una de ellas responden a problemas muy lejanos de las soluciones que se necesitan y que por haber coincidido con épocas de bonanza, no nos sirven para resolver la crisis actual, en cuanto no se pueden tomar como causas de la misma. Pero hay un hilo conductor en todas estas mini soluciones que asegura desde ya el fracaso del PP cuando llegue al poder, que va a llegar, no tanto por su atractivo como por el deseo de quitar del medio a quien ha quitado bienestar a tantos millones de españoles.
El hilo conductor del conjunto de simplezas es la austeridad. Y es el peor de los remedios cuando el fondo de la crisis está formado por un hundimiento general de la demanda, a la que hay que reactivar incluso aprovechando lo que haya de demanda creada artificialmente. A estos efectos, Keynes ponía estos ejemplos: «si no se les ocurre nada mejor, clasifique a los parados en dos grupos; a uno les pide que hagan agujeros, pagándoles por ello y al otro, taparlos, pagándolos también». No cabe imaginar incremento de demanda más lejos de la oferta de productos que este, y sin embargo, el incremento de demanda per se, trasladará a los demás sectores por el efecto multiplicador. Quiere esto decir que el problema no está en defectos aislados por grandes que sean, sino en la necesidad de inventar demanda y lanzarla al mercado.
Y como la austeridad la proclaman los dos partidos con el impacto psicológico que tiene dicho concepto en la población, estamos seguros de que la clase política española no tiene más solución que la que pueda provenir de movimientos naturales ¿? del mercado que siempre ponen un límite tanto a los ascensos como a las caídas.
No se hace alusión alguna al problema monetario, creado por la traición que ha hecho el BCE a los ideales para los que fue creado, que es proveer de financiación al sistema. Y el endeudamiento de los países periféricos se corresponde con la incompetencia calculada de ese BCE cuyo presidente no preside tal institución. Al contrario, es el representante en el mismo de los intereses financieros privados, cuya ganancia y poder se ha apoyado siempre en el dinero escaso y caro. Ni las tertulias ni los medios tocan el tema porque todos tienen necesidad de apoyarse financieramente, precisamente en los bancos.
Pero no solo no hacen frente al BCE, sino que consienten las sucesivas agresiones de este: de nada sirve poner el interés al 1,5%, ese bajo interés si no hay dinero que prestar. El Euribor en alza está provocando ya nuevas subidas de las hipotecas y su manejo está en manos del BCE, que puede rebajarlo simplemente inyectando dinero en ese mercado interbancario. De esta forma inicia una nueva era de castigo a la población hipotecada, alcanzando a los que perdieron el piso sin acabar de liquidar la deuda.
Obsérvese que ni una sola vez ni PSOE ni el PP aluden al tema monetario que está en el fondo de la crisis. Europa necesita un Bernanke y en España hay más de uno. Al menos, Rubalcaba ha dicho algo positivo, que España necesita un cambio de ideas y de alternativas. Esta frase puede dar alguna esperanza.