España
Diego Camacho (23/9/2011)
Rubalcaba y su equipo han hecho dealfredo-perez-rubalcaba la necesidad virtud, nada más hacerse pública la decisión del Pleno de la Sala de lo Penal de la Audiencia Nacional, al exigir con todo el descaro, del que sólo es capaz un político, la disculpa de Rajoy.

El fondo de la cuestión estriba en la existencia de un delito como hecho comprobado.  Cometido hace varios años en el seno del ministerio del Interior. Rubalcaba es el responsable político, como titular de la cartera, en encontrar a los culpables. En lugar de hacerlo ha facilitado un cúmulo de maniobras con jueces y fiscales para evitar que los actores materiales fueran procesados. Esa responsabilidad no asumida confirma cual es la verdadera catadura ética del candidato socialista a la Presidencia del Gobierno. Que ya nos la venía mostrando desde que se auto-designó como «líder» del PSOE, al tratar de desvincularse de las decisiones tomadas por ZP en el Consejo de Ministros del que era vicepresidente 1º. Parece evidente, que lo suyo no es asumir las responsabilidades de su cargo.

Todo el mundo sabe que en España un policía, un soldado o cualquier funcionario actúan con órdenes o con el conocimiento de su superior jerárquico. Si no lo hace es laminado. Por ello ningún español concibe que un servidor del Estado pueda saltarse la cadena de mando, ser descubierto como presunto autor de un delito y ser premiado y protegido por sus jefes. Si así sucede, se siente en el banquillo o no, queda acreditado en la conciencia colectiva que el responsable principal del delito es aquel que le protege bien por ser el ordenante o bien por tener un interés personal que defender y al que concede la prioridad sobre cualquier otro. El 23-F, el GAL y el 11-M, están en la conciencia de casi todos y son antecedentes que demuestran lo que afirmo.

Los jueces de la Audiencia Nacional le han concedido un plazo al candidato socialista que puede ser un paso previo al archivo definitivo o un regalo que puede volver como un boomerang. En todo caso Rubalcaba tiene dos espadas de Damocles, la explicitada por los tres imputados, caso de ser procesados, y la de ETA. Una sola palabra de la banda terrorista convertiría el fracaso electoral en un naufragio.

Para finalizar señalar que Otegui, «hombre de paz» y a Usabiaga, «cuidador de madres discapacitadas», según ZP y sus muchachos, les ha caído 10 años de cárcel a cada uno al parecer por un motivo diferente.

N. de la R.
El autor es coronel diplomado en Operaciones Especiales, licenciado en Ciencias Políticas y miembro de la Junta Directiva de APPA (Asociación para el Progreso de los Pueblos de África).


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