Argentina
Alberto Buela (19/9/2012)disyuntivas-de-nuestro-tiempo
Acomodando un poco la biblioteca cayó en nuestras manos un trabajo colectivo sobre Pensamiento político argentino contemporáneo en donde todos los autores, sociólogos y politólogos del establishment, del sistema establecido,  escriben e interpretan la realidad según lo políticamente correcto de la izquierda ilustrada ([1]).

Como nuestro gusto es el de la filosofía fuimos al capítulo de Ceruti Guldberg donde hablando de la filosofía de la liberación afirma con una total impunidad y desparpajo que a principios de los años 70 cuando surge, merced a él,  la autodenominada filosofía de la liberación: «Las grandes corrientes filosóficas con desarrollo en la Argentina no mostraban frutos considerables, ni mucho menos frutos de alto nivel que pudieran tener elementos de juicio en los debates sobre política, cultura, sociedad y religión que interesaban a las mayorías. No había nada comparable a «Radiografía de la pampa», «El mito gaucho» o «Teoría del hombre».

Un verdadero miserable y un falsario, esto es lo que nos salta al pecho desde nuestro gusto franco y derecho por las cosas de la tierra. Es la parte criolla que llama a agarrarlo del cogote a este pequeño hombre ruin.

Pero como hacemos filosofía, por lo tanto tenemos que tratarlo civilizadamente.

En un pequeño párrafo Guldberg soslaya todo el pensamiento argentino que carece de significación hasta que llega la filosofía de la liberación en el II Congreso Argentino de filosofía de 1971.

Esto es falso de toda falsedad. Tengo las actas de dicho Congreso y eso no fue así. Y más falso aún afirmar que «las corrientes filosóficas con desarrollo en Argentina no tuvieron frutos considerables y de alto nivel».

Veamos solo un gran ejemplo por corriente: La fenomenología dio en Argentina un fruto extraordinario publicado en 1964 como lo fue el trabajo de Carlos Cossio ´La teoría egológica del derecho y el concepto jurídico de libertad´. Texto ampliamente comentado por los fenomenólogos europeos. El tomismo argentino había generado una polémica internacional que conmovió a pensamiento cristiano europeo con el libro de Julio Meinvielle De Lamennais a Maritain editado en 1967. Nunca más una polémica filosófica del nivel y conmoción como la que hubo entre un americano como Meinvielle y un europeo como Maritain. Aún en el año 1981, Pierre Boutang, titular de metafísica en la Sorbona, nos la recordaba. El existencialismo argentino a través de Miguel Ángel Virasoro (el autor de la extraordinaria traducción de ´El ser y la nada de Sartre´) publica en 1965 su obra originalísima ´La intuición metafísica´. El positivismo está presente con Alberto Moreno y su ´Lógica matemática de 1967´, largamente comentada por la filosofía inglesa. En cuanto a la filosofía estrictamente americana o hecha desde América se publica ´El ser visto desde América de Nimo de Anquín y Tres temas de filosofía en las entrañas del Facundo  y El problema de la conciencia nacional´ del eximio Juan Luis Guerrero.

De modo tal que poniendo ejemplos significativos y que conmovieron al pensamiento europeo de su tiempo tanto de la fenomenología, del tomismo, del existencialismo, del positivismo y del pensamiento americano fijamos un «mentís» a la tesis de Guldberg.

En una palabra, Guldberg como Sarmiento en el Facundo, mintió a designio. La diferencia es que Sarmiento lo confesó y Guldberg no.

Pero la falsedad y ruindad del corto párrafo no termina acá. Sino que se atribuye Guldberg la representación de «las mayorías», o al menos a la filosofía de la liberación que las va a venir a representar.

¿Pero quienes son esas mayorías y por quienes han estado representadas? Y lo dice a renglón seguido: 1) Por Ezequiel Martínez Estrada y su Radiografía de la pampa. El radiólogo de la Pampa vocero de la revista Sur de la oligarca Victoria Ocampo y pródigo de arrebatos izquierdistas. Partidario activo de la Revolución Fusiladora de 1955. Llegó a sostener hablando de 17 de octubre: «Perón se dirigió a un sector numeroso del pueblo, el de los resentidos, de los irrespetuosos, el de los iconoclastas. La experiencia vital de esa turba era como la de sus dos caudillos (Evita y Perón). Esa turba despreciaba al país».

Este Martínez Estrada es el antecedente de la filosofía de la liberación que capta el sentir de «las mayorías».

2) El segundo texto es El mito gaucho de Carlos Astrada donde el tape cordobés como buen marxista moísta llega a afirmar que: La tarea es desentrañar los fundamentos lejanos en que se asienta la cultura nacional, enraizada en el medio americano y en contacto invisible con las vertientes arcaicas del pasado continental. Más allá de la conquista y la colonia con «su sombría religión de la cruz». Es decir que Astrada como pensador de «las mayorías», según Guldberg, propone reemplazar al cristianismo para llegar a saber lo que realmente somos y significamos.

¿Qué tiene de popular Astrada?. Nada. Su postura es simplemente libresca. No pasó de ser un sobaco ilustrado.

3) Llegamos acá el tercero de los ejemplos puesto por Guldberg, el de Francisco Romero y su Teoría del hombre.

Alberto Buela
Alberto Buela

Conocido como «el capitán filósofo», apodo que le puso Alejandro Korn, por su pasado y primera vocación militar, fue un antiperonista furioso que se negó a participar del Congreso de filosofía de 1949 y quien, junto con su hermano José Luís, provocó la más grande expulsión de filósofos de los claustros universitarios. Y después de la caída de Perón hizo expulsar a Diego Pró, Castellani, de Anquín, Virasoro, Cossio, Pucciarelli, Guerrero y tantos otros.

Provocó el mayor vaciamiento universitario de la inteligencia argentina.

El capitán filósofo lanzó su teoría de la «normalidad filosófica» según la cual para hacer filosofía hay que: 1) estar enterado y al día de todas las novedades filosóficas. b) enseñar en la universidad c) publicar en revistas académicas y d) estar ideológicamente dentro del amplio espectro de la izquierda progresista.

¿Y las mayorías para Romero?, seguramente que habrá contestado como buen gallego: a tomar por culo.

Resumiendo, la filosofía de la liberación que fue más un programa que un desarrollo temático o problemático de filosofía, según lo vio lúcidamente el filósofo mejicano Luís Villoro, propone a través de Guldberg una versión y visión falsa, sesgada, espuria e ideológicamente interesada de lo que ha sido y es la filosofía en Argentina. 

Post scriptum:
Como Guldberg no es toda la filosofía de la liberación, una consideración distinta nos merece la veracidad de los sacerdotes Gera y Scannone, más allá de sus derivaciones teo-filosóficas.

 


[1] Los autores son: Carlos Floria, Oscar Terán, Félix Luna, Horacio Pereyra, Ezequiel Gallo, José Aricó, Ceruti Guldberg, Portantiero, Vicente Palermo y varios más.