Francia/Malí
Ana Camacho (16/1/2013)

El ministro Laurente Fabius con Tiéman Coulibaly, ministro de Exteriores de Malí.
El ministro Laurente Fabius con Tiéman Coulibaly, ministro de Exteriores de Malí.

Por mucho que Hollande diga que su entrada en guerra en Malí cumple con el marco de la legalidad internacional, era inevitable que su acción unilateral plantease dudas al respecto. Hay quien incluso cree que la legitimidad con la que Hollande asegura estar actuando con un estricto respeto a las resoluciones de la ONU es tan cuestionable como la que invocó el presidente Bush hijo para justificar la intervención en Irak que acabó con Sadam Hussein

La cuestión afloró de inmediato en la rueda de prensa que el ministro de Exteriores francés Laurent Fabius, dio el mismo viernes día 11, tras anunciar su presidente que Francia no podía responder al llamamiento de ayuda hecho por el Gobierno de Malí de Diancounda Traoré. Entre las varias preguntas con las que le tocó lidiar al ministro, no faltó una centrada en pedir explicaciones sobre cómo se justifica la legitimidad de esta intervención. Y ello pese a los mucho que Hollande y el propio Fabius ya habían subrayado tajantemente que Francia ha actuado con el debido respeto al derecho internacional. 

Fabius puso entonces mucho énfasis en los argumentos de la «legítima defensa» tanto para el pueblo de Malí como de la propia Francia. Algo muy parecido a la línea que siguió el presidente Bush para legitimar su intervención en Irak y Afganistán y que el Gobierno francés criticó duramente. El ministro subrayó varias veces que Francia se decidió a actuar ante la «situación de urgencia» que ha impuesto la conquista de Konna y los informes de sus servicios de información que alertaban de que los rebeldes del grupo islamista Ansar Dine, que hasta ahora habían limitado su radio de acción al Azawad, el norte de Malí, lo que pretendían era avanzar hacia el sur y hacerse con todo el país. 

A partir de ahí, el jefe de la diplomacia francesa ha alegado que Francia tenía el deber, independientemente de lo que se decidiese en la ONU, de garantizar la seguridad de los 6.000 franceses residentes en Bamako, la capital, y de evitar la caída total de Malí en manos de los «terroristas» (ya hemos dicho que en París no hacen distinciones como en la ONU entre los diferentes grupos en lucha contra el Gobierno central, a veces incluso enfrentados entre sí). Es verdad que Fabius también recordó que las resoluciones aprobadas por el Consejo de Seguridad sobre el conflicto maliense -la 2071 de octubre y, sobre todo, la 2085 aprobada el 20 de diciembre- establecen la creación de una fuerza internacional integrada por 3.000 efectivos africanos de la Cedeao (la Comunidad de Estados del África Occidental). 

El problema para la diplomacia francesa es que, más que una decisión, la puesta en marcha de esta misión (llamada AFINSA) seguía siendo, pese a sus presiones, una hipótesis sin calendario ya que no se preveía su acción sobre el terreno para antes del próximo septiembre. Además, su acción para «reconquistar» el norte del país estaba condicionada al cumplimiento de una serie de requisitos que dificultaban a la diplomacia francesa maniobrar para acelerar su despliegue sobre terreno: diálogo político entre partes enfrentadas, proceso de legitimación del propio Gobierno de Bamako y entrenamiento y preparación de las fuerzas armadas malienses en el aspecto militar y el respeto a los derechos humanos, materia en la que su pedigrí es aún más lamentable que en el de la eficacia de combate. 

Quizás por ello, desde entonces, la diplomacia gala (Fabius lo volvió a reiterar ayer) está poniendo mucho cuidado en destacar que la acción unilateral francesa no tiene como objetivo reconquistar el norte sino «permitir a Mali volver a encontrar los caminos normales puesto que «sólo así que se podrá aplicar lo que ha sido decidido por la comunidad internacional». El viernes, el ministro se refirió claramente al diálogo político y la «reconstitución» del ejército maliense, es decir, las condiciones impuestas por las resoluciones de la ONU en sus resoluciones sobre Malí. «Para que este plan (el de las resoluciones) pueda ser adoptado por la comunidad internacional, hace falta que Malí siga existiendo y que los terroristas no hayan tomado antes la totalidad del país».

Mohammad Masood Khan, representante de Pakistán ante la ONU durante su declaración ante la prensa en la noche del pasado jueves, tras la reunión del Consejo de Seguridad sobre Malí./ONU

En su breve intervención, Khan reconoció que en la reunión celebrada a petición de Francia sobre Malí, los miembros del Consejo de Seguridad de la ONU habían estado de acuerdo en que la caída de Konna constituía «una amenaza directa a la paz y seguridad internacional»  y habían expresado la necesidad de acelerar la creación de la misión africana. Pero, a la vez, Khan volvió a reiterar que ello estaba ligado a una previa labor de diálogo político por lo que también hizo un llamamiento a todas las partes enfrentadas para acordar una hoja de ruta política que incluya negociaciones entre el Gobierno central de Bamako y los grupos tuaregs no afines a las bandas yihadistas que controlan el norte del país. 
Tropas francesas en Malí (Foto RFI)
Tropas francesas en Malí (Foto RFI)

Fabius, como los demás representantes franceses, también está insistiendo mucho en que la acción francesa responde a la declaración con la que el pasado jueves, desde el Consejo de Seguridad de la ONU en Nueva York, se hizo una declaración a favor de acelerar la creación de la AFINSA. Sin embargo, la supuesta «decisión» del jueves día 10 en Nueva York (como han dicho algunos medios víctimas de la confusión) fue en realidad un llamamiento. No hubo resolución por lo tanto, sino una declaración de prensa realizada por el representante paquistaní Mohammad Masood Khan, a cuyo país le corresponde este mes la presidencia del Consejo de Seguridad. 

La prueba de que esta declaración no era una «decisión» ni menos aún, como han dicho algunos, una «resolución», es que el propio representante francés ante la ONU, Gérard Araud, al comentar las palabras de Khan dijo: «El Consejo de Seguridad ha enviado un mensaje para intentar disuadir a los terroristas para que no sigan avanzando hacia el sur. Si los terroristas no comprenden el mensaje, el Consejo de Seguridad podría reunirse de nuevo de urgencia este fin de semana por ejemplo, para reaccionar con mayor firmeza». 

Se supone que esa reunión es la que se acabó celebrando anoche. Un poco tarde para la reacción de «mayor firmeza» ya que la aviación francesa llevaba bombardeando Malí desde viernes. De hecho, el mismo jueves corrían rumores de que las fuerzas francesas ya habían aterrizado en Malí. La diplomacia francesa se negó a confirmarlo pero tampoco negó la hipótesis a los periodistas que preguntaron de lo que hay que deducir que la decisión de actuar se había tomado en París sin esperar a la conclusión de la reunión del Consejo de Seguridad. 

En Nueva York, los reporteros de Innercitypress, publicación digital altamente especializados en los cotilleos onusianos, también han avivado las dudas sobre la legalidad de la acción francesa al señalar que Fabius y Hollande han jugado a convertir una declaración de prensa en una resolución y se han saltado a la torera el punto 11 de la resolución de 2085 de diciembre en la que se «pone de relieve» que la planificación militar de la misión «tendrá que afinarse aún más antes del comienzo de la operación de ofensiva» y también establece que el secretario general de la ONU debe confirmar «con antelación que el Consejo está conforme con la operación». No hay pistas de que Bank Ki-moon confirmase nada al respecto dicen estos analistas al murmurar con ironía: «Si Bush lo hubiese sabido…»  

Ana Camacho
Ana Camacho

P.D.
Se acaba de hacer pública una nota de prensa de la ONU en la que Ban Ki-moon le echa un capote a la diplomacia francesa dando una acogida favorable a la «respuesta bilateral» a la petición de ayuda maliense para frenar la última ofensiva mientras continúan los esfuerzos para aplicar la resolución 2085. 
Ahora la incógnita es si las tropas francesas se van a conformar con el triunfo que se atribuyen en Konna y se van a quedar en la línea de demarcación que separa el Sur de Malí del Azawad (Norte) donde los tuaregs declararon en abril la independencia. Si no avanzan, sus aliados lo tendrán más fácil para hacer cuadrar la legalidad internacional de su iniciativa. Otra posibilidad es que los «terroristas» malienses cometan el estúpido error de atentar contra Francia que permita a Hollande invocar la «legítima defensa» para quedarse indefinidamente sobre terreno.

N. de la R.
Este artículo se publica con la autorización de Ana Camacho, periodista, activista intelectual y física, de los derechos humanos, además de secretaria de la asociación APPA (Asociación para el Progreso de los Pueblos de África), que también e puede leer en su página de Internet  En arenas movedizas.


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