Internacional
espacioseuropeos (27/9/2015)
Ha pasado aparentemente desapercibido, pero el Papa Francisco habló en español en su comparecencia, esta semana, ante la Asamblea General de la ONU. Y también lo ha hecho en Filadelfia (Estados Unidos). Cuando tanto mentecato (españoles y españolas) hacen el ridículo hablando-la mayoría de mala manera- en la lengua de Shakespeare, despreciando la suya, el Papa Francisco se ha dirigido en la ONU al mundo entero, a través de sus representantes, hablando en español.
Y en español, no ha dejado títere con cabeza. Se ha dirigido a los gobernantes, a los que ha exigido que hagan “todo lo posible a fin de que todos puedan tener la mínima base material y espiritual para ejercer su dignidad”. Para él, el mínimo absoluto de una persona, en lo material, tiene tres nombres: techo, trabajo y tierra; y un nombre en lo espiritual: libertad del espíritu.
El Papa Francisco dejó claro que «las nefastas consecuencias de un irresponsable desgobierno de la economía mundial, guiado solo por la ambición de lucro y de poder, deben ser un llamado a una severa reflexión sobre el hombre».
En menos de una hora, el Papa pidió a los representantes de la comunidad internacional que luchen «contra la corrupción, el tráfico de drogas, lavado de dinero, la usura, las armas nucleares, el aborto, la eutanasia, el comercio de órganos, la explotación sexual de menores y la prostitución».
«La experiencia de estos 70 años, más allá de todo lo conseguido, muestra que la reforma y la adaptación a los tiempos es siempre necesaria, progresando hacia el objetivo último de conceder a todos los países, sin excepción, una participación y una incidencia real y equitativa en las decisiones. Tal necesidad de una mayor equidad, vale especialmente para los cuerpos con efectiva capacidad ejecutiva, como es el caso del Consejo de Seguridad, los organismos financieros y los grupos o mecanismos especialmente creados para afrontar las crisis económicas. Esto ayudará a limitar todo tipo de abuso o usura, sobre todo con los países en vías de desarrollo» señaló el Papa.
A los organismos financieros internacionales les recomendó “internacionales han de velar por el desarrollo sustentable de los países y la no sumisión asfixiante de éstos a sistemas crediticios que, lejos de promover el progreso, someten a las poblaciones a mecanismos de mayor pobreza, exclusión y dependencia”.
Tras reiterar la urgencia de un mundo libre de armas nucleares, el Papa señaló que «el reciente acuerdo sobre la cuestión nuclear en una región sensible de Asia y Oriente Medio es una prueba de las posibilidades de la buena voluntad política y del derecho, ejercitados con sinceridad, paciencia y constancia».
La trata de personas fue otro de los temas que el Papa Francisco acometió: «El mundo reclama de todos los gobernantes una voluntad efectiva, práctica, constante, de pasos concretos y medidas inmediatas, para preservar y mejorar el ambiente natural y vencer cuanto antes el fenómeno de la exclusión social y económica, con sus tristes consecuencias de trata de seres humanos, comercio de órganos y tejidos humanos, explotación sexual de niños y niñas, trabajo esclavo, incluyendo la prostitución, tráfico de drogas y de armas, terrorismo y crimen internacional organizado».
El poder y su limitación “es una idea implícita en el concepto de derecho. Dar a cada uno lo suyo, siguiendo la definición clásica de justicia, significa que ningún individuo o grupo humano se puede considerar omnipotente, autorizado a pasar por encima de la dignidad y de los derechos de las otras personas singulares o de sus agrupaciones sociales».
Como viene siendo habitual, el Papa prestó atención al Medio Ambiente: «cualquier daño al ambiente (..). es un daño a la humanidad. Además, señaló que «cada una de las criaturas, especialmente las vivientes, tiene un valor en sí misma, de existencia, de vida, de belleza y de interdependencia con las demás criaturas».
Inevitable fue hablar sobre la guerra, que para él es la “negación de todos los derechos y una dramática agresión al ambiente», aludiendo a las persecuciones a los cristianos: «No puedo dejar de reiterar mis repetidos llamamientos en relación con la dolorosa situación de todo el Oriente Medio, del norte de África y de otros países africanos, donde los cristianos, junto con otros grupos culturales o étnicos e incluso junto con aquella parte de los miembros de la religión mayoritaria que no quiere dejarse envolver por el odio y la locura, han sido obligados a ser testigos de la destrucción de sus lugares de culto, de su patrimonio cultural y religioso, de sus casas y haberes y han sido puestos en la disyuntiva de huir o de pagar su adhesión al bien y a la paz con la propia vida o con la esclavitud».
En Filadelfia, el Papa cerró su gira por Estados Unidos con una multitudinaria misa al aire libre. En esa ciudad se reunión con víctimas de abusos sexuales por parte de sacerdotes católicos. Antes de comenzar la misa, recorrió varias calles de la ciudad en el “papamóvil”, siendo ovacionado en su recorrido por miles de personas que estaban apostadas a lo largo del recorrido.
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