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Redacción (1/1/2016)
La Homilía del Papa Francisco, con motivo de la Santa Misa, celebrada en la Basílica de San Pedro del Vaticano, ha dejado importantes denuncias sobre el mundo actual, a la vez que enormes esperanzas sobre el futuro de la Humanidad. Hemos querido hacernos de eco de su contenido, pues los temas que analiza –como casi siempre- no deben quedar en una mera exposición. Pensamos que deben propalarse, darse a conocer, estudiarse y acometer su puesta en práctica.

Comenzó el Papa Francisco aludiendo a las palabras del apóstol Pablo: «Cuando llegó la plenitud de los tiempos, envió Dios a su Hijo, nacido de mujer», para a continuación preguntarse por el significado de la «plenitud de los tiempos». Tras recordar el poderío del Imperio Romano, dijo que la “plenitud de los tiempos” no se define desde una perspectiva geopolítica. “Se necesita, pues, otra interpretación, que entienda la plenitud desde el punto de vista de Dios. Para la humanidad, la plenitud de los tiempos tiene lugar en el momento en el que Dios establece que ha llegado la hora de cumplir la promesa que había hecho”.

Y sigue el Papa: “Por tanto, no es la historia la que decide el nacimiento de Cristo, sino que es más bien su venida en el mundo la que hace que la historia alcance su plenitud. Por esta razón, el nacimiento del Hijo de Dios señala el comienzo de una nueva era en la que se cumple la antigua promesa”.

Para el Papa Francisco “La plenitud de los tiempos es, pues, la presencia en nuestra historia del mismo Dios en persona”. Pero ese “misterio contrasta siempre con la dramática experiencia histórica. Cada día, aunque deseamos vernos sostenidos por los signos de la presencia de Dios, nos encontramos con signos opuestos, negativos, que nos hacen creer que él está ausente”.

“La plenitud de los tiempos parece desmoronarse ante la multitud de formas de injusticia y de violencia que golpean cada día a la humanidad. A veces nos preguntamos: ¿Cómo es posible que perdure la opresión del hombre contra el hombre, que la arrogancia del más fuerte continúe humillando al más débil, arrinconándolo en los márgenes más miserables de nuestro mundo?”, dice el papa.

Y se pregunta Francisco: “¿Hasta cuándo la maldad humana seguirá sembrando la tierra de violencia y de odio, que provocan tantas víctimas inocentes? ¿Cómo puede ser este un tiempo de plenitud, si ante nuestros ojos muchos hombres, mujeres y niños siguen huyendo de la guerra, del hambre, de la persecución, dispuestos a arriesgar sus vidas con tal de que se respeten sus derechos fundamentales? Un río de miseria, alimentado por el pecado, parece contradecir la plenitud de los tiempos realizada por Cristo”.

Pero el Papa cree que “este río en crecida nada puede contra el océano de misericordia que inunda nuestro mundo. Todos estamos llamados a sumergirnos en este océano, a dejarnos regenerar para vencer la indiferencia que impide la solidaridad y salir de la falsa neutralidad que obstaculiza el compartir”.

La Paz, la Solidaridad y la armonía de todas las criaturas de la civilización –cree el Papa- serán la consecución de la Humanidad.